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Voleibol

André Nascimento, la esencia del mejor

Es el jugador completo. Técnica y fuerza en 195 centímetros de altura; un héroe nacional

André Nascimento, durante un partido.
André Nascimento, durante un partido. - Efe

Es el rey del voleibol brasileño. El jugador completo. El estandarte durante décadas de los niños que aspiraban a ganar una medalla de oro olímpica con su país. André Luiz da Silva Nascimento nació el 4 de marzo de 1979 en Sao Joao de Meriti y desde los seis jugaba al voleibol. Al principio era un deporte ideal para el divertimento. No hay cosa más entretenida que un partido de voleibol. A los siete ya tenía claro que su deseo era ser profesional.

Lo consiguió en 1999, con veinte años, cuando el Minas de Belo Horizonte le hizo debutar como jugador de la Superliga Brasileña. Era el premio a toda una dura trayectoria hasta llegar a la cumbre. André Luiz trabajó mucho físicamente para alcanzar su meta. Sus 195 centímetros de altura, su delgadez, su cuerpo fibroso, todas eran condiciones perfectas para ser un grande de este deporte. Y lo fue. Su técnica, su fuerza y su colocación le hicieron ser el mejor jugador de oposición. Sus virtudes eran un saque potente y una cortada excelente. Se hizo un jugador completo desde el comienzo de su carrera.

Tras obtener la medalla de plata en la Liga Mundial 2002, con el Belo Horizonte, André consiguió la medalla de oro en el Mundial de Argentina 2002. Su eficacia le hizo ser fichado por el Panathinaikos griego ese año, equipo con el que ganó las Ligas Mundiales de Madrid 2003 y Roma 2004. Estaba en el apogeo de su carrera. Y en 2004 celebró el gran éxito de todo deportista: la medalla de oro olímpica, en Atenas 2004.

Tras el oro, el Sao Paulo le recuperó para la Superliga de su país. Estuvo un año. Ganó la Liga Mundial en 2005. Y la gran liga italiano se lo llevó. Jugó en el Trento en el bienio 2005-07, etapa en la que obtuvo otras dos Ligas Mundiales, en Moscú 2006 y en Katowice 2007. Con su selección logró la Copa Mundial de Japón 2007 y los Juegos Panamericanos de ese mismo año. Estaba en el esplendor de su carrera. Era el deportista a imitar en todo Brasil. Y lo fichó el Pallavolo de Módena. En esos momentos tenía una diana en su cabeza: los Juegos de Pekín 2008. André tuvo que conformarse con la medalla de plata olímpica en China. No ha dejado de lamentarlo. Piensa que debieron repetir el oro. Pero no siempre se gana.

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