Río 2016

El mercado de los pins olímpicos

Voluntarios, espectadores, periodistas e incluso atletas buscan, compran e intercambian insignias de diferentes eventos deportivos

Los coleccionistas, a la entrada del Parque Olímpico
Laura Marta

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No tienen precio porque su valor trasciende el dinero. Los pins olímpicos son una joya coleccionable que se compra, vende o intercambia en función de lo que valgan los demás. En Río 2016 los oficiales cuestan 25 reales en la tienda, unos 8 euros, pero cotizarán al alza en Tokio 2020, cuanto la mayoría estén olvidados en un cajón o perdidos definitivamente. Por eso, a las puertas del Parque Olímpico los vendedores ofrecen sus mercancías con esmero y cuidado. Extendidas las mantas o los corchos en el suelo, los coleccionistas de pins sonríen cuando te acercas, saben que llaman la atención, pero su propósito es claro: obtener los que no tienen , desprenderse de los que están repetidos.

Desde primera hora de la mañana dialogan con los posibles «compradores» e intercambiadores. Y se enorgullecen de ver su «mercancía» en las acreditaciones de los voluntarios o las mochilas de los espectadores. Su mercado no solo se reduce a los pins olímpicos, sino que se pueden encontrar insignias de diferentes acontecimientos deportivos : mundiales, europeos, juegos del Mediterráneo, Juegos de invierno, Universiadas... incluso conseguir productos tan «exóticos» como un pin del Deportivo de La Coruña.

El origen de estos pins camina paralelo al de los propios Juegos Olímpicos modernos. Aunque en lugar de para coleccionar se fabricaran para diferenciar a los atletas, los jueces y los organizadores. En los últimos años se ha generalizado la moda de la colección y su posterior intercambio. Los que aguantan las horas de sol y de lluvia en Río 2016 admiten que es una adicción, y de la que no se quieren curar . Empiezan con uno, y acaban con una colección de 10.000. Sí, hay tantos. Solo de Río 2016 se han hecho 800 tipos, unos tres millones de unidades, según la organización.

Además, algunos coleccionistas se especializan: solo mascotas, o solo banderas de países o solo iconos de los deportes. Incluso hay quien se colecciona solo los pins de Juegos Olímpicos u otros eventos que nunca se llegaron a realizar, pero que, por si acaso, se fabricaron algunas unidades. Y nunca saben cuándo ni dónde encontrarán uno que todavía falta en su colección.

Tienen su propio club: Olympin Collectors Club , creado por Don Bigsby, uno de los mayores coleccionistas del mundo.

En los últimos días de Juegos suelen empezar los saldos. Hoy, por ejemplo, uno de los más repetidos cuesta 20 reales. Tres por cincuenta. Pero se llegan a pagar cientos de euros por raros especímenes. El verdadero valor lo pone cada uno.

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