Río 2016 | Baloncesto femenino
Una canasta sobre la bocina lleva a España a semifinales
Anna Cruz sella la remontada final de España con un tiro mágico que acerca a la selección a las medallas
Crónica
Las lágrimas de Alba Torrens resumían un instante. El último suspiro del partido. Unos segundos finales en los que el triunfo pudo caer de cualquier lado, pero en los que el coraje y la fe de España pudieron con el empuje turco . Lloraba Alba porque después de una remontada exprés de ocho puntos (52-60, min. 38), España acariciaba la victoria y ella había perdido el balón. Lloraba de emoción y de rabia. Lágrimas de alegría sobre la pista después de que Anna Cruz hubiera obrado el milagro . Ese balón de Torrens, perdido entre una maraña de brazos turcos, había terminado en la otra canasta, encargando una prórroga que quizá hubiera sido lo más justo. Pero el basket no lo es, no lo fue al menos ayer para Turquía que se queda fuera de semifinales.
El saque de fondo pilló a muchas españolas pensando en la oportunidad perdida. Entre ellas, Alba Torrens, que se lamentaba aún por el error mientras su compañera corría como una posesa balón en mano hacia lo desconocido. Corría Anna Cruz como si se le fuera la vida. Como si esos cuatro segundos fueran el final del mundo . Sólo había un objetivo en su mirada. Solo ella y la canasta. Sorteó rivales hasta pisar la línea de triple y levantar el vuelo. Mirada furtiva hacia el aro antes de lanzar el balón. Un tiro que se hizo eterno aunque duró apenas un suspiro. Una canasta que mete a España en semifinales, que acerca la medalla a la selección y que se transformó en lágrimas de alegría sobre la cancha.
La piña formada junto al banquillo es la mejor imagen de este equipo. Un conjunto que nunca deja de creer, ni aún viéndose contra las cuerdas. Ni aún estando con pie y medio fuera de Río. Sólo así se entiende que España remontara ocho puntos en tres minutos y medio. El triunfo de la fe . Se ha hartado Mondelo de repetir ese mantra y a fuerza de hacerlo ha calado tanto en sus jugadoras que son de piedra. Da igual el marcador, porque siempre compiten igual. No importa el rival. Sólo el corazón y las ganas. Ayer, con ocho puntos abajo, Mondelo pidió tiempo muerto y a la vuelta todo cambió. «Empuja como no has empujado en tu vida», pedía el técnico.
Entre Nicholls y Cruz fabricaron un parcial exprés que igualó el choque (60-60) . La propia Cruz ponía por delante a España con medio minuto por jugarse en el que Turquía lanzó un triple sin oposición que se estrelló en el aro . El fallo permitía a España esperar la falta e irse a la línea de libres, pero Alba Torrens no pudo sobrepasar el bosque de brazos que se puso ante sí. Un fallo que no le atormentará en el futuro gracias a Cruz y su carrera mágica. A su fe, que era la de todo el equipo. A una canasta que manda a España a semifinales en busca de las medallas . Allí se las verá con Serbia, que eliminó de manera sorpresiva a Australia, allanando aún más el rumbo a la final.
