Hípica

Delgado, un caballo de película

Ferrer-Salat, doble medallista en Atenas 2004, aspira a repetir éxito a lomos de su corcel más especial

E. V. ESCUDERO

Una llamada puso en alerta a Beatriz Ferrer-Salat en 2007. Una conversación que cambiaría su futuro deportivo y le uniría para siempre a «Delgado», el caballo que le ha dado un impulso a su carrera tras haber ganado dos medallas olímpicas en Atenas y haberse quedado fuera de los Juegos Olímpicos de Londres. Un amigo que vive en Alemania le dijo que había visto un caballo para ella, algo que Beatriz confirmó en el primer contacto con «Delgado».

«Las sensaciones que tuve cuando lo monté por primera vez fueron especiales. El tacto, la conexión. Me gustó mucho y decidí traerlo a Villa Equus». Villa Equus es el edén para caballos que Ferrer-Salat construyó hace una década en Montseny y donde la deportista moldea y disfruta de sus caballos. Allí llegó «Delgado» en 2007. Hijo de «Del Niro», Beatriz ya sabía que portaba genes de película, pero le ha costado casi diez años sacarle todo el rendimiento. «Al principio, hacía un concurso bien y luego se lesionaba. Era muy débil y muy irregular. Lo hicimos muy bien antes de viajar a Londres, pero un mes y medio antes volvió a lesionarse y no pudimos participar en los Juegos», recuerda la jinete a ABC en la Villa Olímpica.

Cualquier otra habría descartado a «Delgado», pero su amor por los caballos y su fe ciega en él le hicieron buscar un plan especial para acabar con esa fragilidad. «Decidí no volver a competir hasta saber lo que le pasaba. Nos fuimos dos meses a una clínica en Londres donde trabajaba un veterinario que ya conocía y allí le hicieron varias terapias. Aqua training, láser, ultrasonidos ... pero aún así, cuando volvimos a casa, seguía cojo. Peor incluso», recuerda con cierta amargura. Fue entonces cuando Beatriz recurrió a los servicios del quiropráctico José Gómez y la masajista inglesa Grabielle Horricks-Webb, los dos magos que junto al grupo de herradores de Villa Equus acabaron para siempre con los dolores de «Delgado». El drama dio paso a la alegría. A los entrenamientos y a los éxitos.

«Mucha gente me había dicho que no podría volver a competir con este caballo y por eso estar aquí tiene un significado especial. Es un orgullo para mí y solo quiero disfrutar de este momento junto a él», asume. La complicidad entre ambos ha ido creciendo con el paso de los años. «Le tengo muy mimado», reconoce. Es lógico. Nunca un caballo le dio tantas preocupaciones. «Tener un caballo de nivel Grand Prix no es sencillo y Delgado tenía tanto potencial que nunca pensé en buscar a otro», dice la jinete, que hoy buscará su tercera medalla olímpica en la final de Doma (15.00 horas).

Ferrer-Salat y «Delgado» estarán en la final con otro español. Severo Jurado competirá con «Lorenzo» por un metal «complicado de conseguir por el gran nivel de participantes».

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