Boxeo

Enmanuel Reyes, una derrota con muchas sombras

Enmanuel Reyes culpa a la «política» de su eliminación y promete volver a la carga en París

Pío García

Cuando Julio César la Cruz, La Sombra, y Enmanuel Reyes Plá, El Profeta, salieron al ring del Kokugikan Arena a última hora de la tarde, los miembros de la delegación cubana se levantaron de sus asientos, ondearon su bandera y no cejaron de animar ni de meter bulla. Se mostraron respetuosos con su excompatriota, pero también se oyeron gritos aislados pidiéndole ‘respeto’ . No le reprochaban haberse ido de Cuba, sino las declaraciones de los últimos días, aquellas en las que hablaba de «arrancar cabezas» y en las que criticaba «la retrógrada revolución». La Cruz es un ídolo absoluto en la isla y el fruto más maduro de la prodigiosa cantera cubana: campeón olímpico en Río, cuatro veces campeón del mundo. Reyes Plá, de la misma generación, lo conoce bien. Quizá demasiado. Durante muchos años compartieron sitio en la selección y midieron sus guantes en entrenamientos y peleas, pero cuando la Federación tenía que elegir un representante para las grandes citas internacionales, el dedo siempre señalaba a La Cruz. Esa fue una de las razones, aunque no la única, por la que Reyes Plá se embarcó en una odisea terrible para acabar en España. «Quería prosperidad para mí y para mi familia», recordaba a este diario.

El cuadro de competición los juntó ayer en Tokio, disputando los cuartos de final. Por primera vez, hasta los cubanos veían a Reyes Plá como favorito. En su anterior combate, había demolido de un golpe a Vassily Levit, subcampeón olímpico y La Cruz se había mostrado más dubitativo ante Elly Ochola, un keniano sin pedigrí. La pelea fue intensa, electrizante, agotadora. Reyes buscaba un ataque continuo, feroz, ansioso, mientras que La Cruz bailaba con la guardia baja, haciendo honor a su apodo, antes de lanzar unos golpes quirúrgicos. La victoria del cubano en el primer asalto merece poca discusión y la del español en el segundo también fue clara. Incluso llegó a tumbar a su rival en un par de ocasiones. La polémica llegó con el tercer capítulo. Ambos llegaron muy cansados, aunque quizá ese desfallecimiento se notó más en Reyes, que se había pasado todo el combate atacando y dio la impresión de haber acabado exhausto. Los cinco jueces decidieron, por unanimidad, dar como ganador al cubano. A la salida del estadio, el español cargó contra ellos y sospechó motivos ‘políticos’ en su decisión . «Me sentía ganador, conecté los golpes más efectivos, pero ellos mandan», resumió. En el boxeo olímpico, si no se produce un KO, los cinco jueces deciden por mayoría quién gana el asalto, tratando de dilucidar qué púgil ha sido más amenazante, más efectivo, más dominador. Son visiones subjetivas que engendran polémicas. El seleccionador nacional, Rafael Lozano, estaba más enfadado que su pupilo. «Han condicionado los títulos que él tiene porque en el segundo y el tercer ‘round’ Enmanuel ha llevado el ritmo».

Sea como fuere, los jueces hablaron. Una búlgara, un argentino, un marroquí, un kazajo y un argelino otorgaron el triunfo a La Sombra y acabaron con la ilusión de El Profeta. El periódico Granma, órgano informativo del Partido Comunista de Cuba , titulaba: «Julio César (la Cruz) no cree en fanfarrones». Pero Enmanuel nunca se rinde. Para llegar hasta aquí tuvo que estar cuatro meses escondido en un piso de Moscú, varias semanas metido en un campo de refugiados de Austria y dos meses recluido en una cárcel para emigrantes en Alemania. Ya piensa en París.

Jadilov, noqueado

Aunque aún está frustrado y enrabietado, el riojano Gazi Jadilov, que de niño también se recorrió media Europa para acabar en España, sabe que París llegará pronto. S u derrota no admite réplica porque su rival, el ruso Imam Khataev, lo tumbó en el tercer asalto. Fue un KO inapelable de un púgil durísimo, que sin embargo estaba en los Juegos de rebote. Al boxeador titular, Gregorii Kushitashvili, lo detuvo la Policía en abril por asalto, tráfico de drogas y participación en una banda mafiosa moscovita. Khataev entró de casualidad y ahora se ve ya con una medalla al cuello. La que Gazi Jadilov pensaba que iba a rematar su sueño de niño refugiado que escapó del Daguestán para encontrar la paz y el boxeo en Logroño.

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