Fútbol
Güiza y el día de mañana
opinión
El futbolista jerezano acaba de firmar por el CD Rota a sus 42 años
Güiza seguirá corriendo tras un balón
Dani Güiza sigue jugando al fútbol a los 42 años, algo impropio hasta en los tiempos que corren, en los que es más habitual ver jugadores longevos que exprimen un poco más su carrera. De estar en la UD Algaida, en División de Honor y en su Sanlúcar adoptiva, pasará a defender la camiseta del CD Rota, lo que paradójicamente le hará jugar en una categoría superior al militar el equipo del Navarro Flores en Tercera RFEF.
Un futbolista que ha logrado lo que muchos ni soñarían y que ahí sigue cogiendo un coche para entrenar bajo la lluvia, abrigado hasta las pestañas en las tardes de frío y madrugando los fines de semana para ir a competir a campos modestos como lo son también los clubes para los que ahora juega.
En las últimas semanas estamos viendo jugar a exfutbolistas ilustres debido a la Kings League, el torneo que está en boca de todo el mundo gracias al tirón de los streamers y a una reinterpretación del fútbol más reducida y dinámica para generar mayores situaciones de interés. Nada que objetar porque es un producto organizado con mucha inteligencia y que no se debería despreciar. Pero incluso los participantes saben que es incomparable con el balompié porque son otra cosa, porque no es igual. Seguro que no buscan una competencia directa, pero a aquel que le apasiona el fútbol, aunque disfrute de esta competición, le falta algo.
Indudablemente, Dani Güiza tendría cabida en esa Kings League por su perfil y porque además sería un enorme atractivo con el que ganar aún mayor audiencia. Quién sabe si ya ha recibido esa oferta. De lo que no existe duda es de que si el jugador jerezano se ofrece, estaría ya en el redil de las tertulias con los Kun Agüero, Piqué y compañía. Y desde luego que ganaría muchísimo más dinero que jugando en el Rota.
Pero si se moviera por esa cuestión, es difícil comprender que teniendo cartel para haber aceptado ofertas exóticas en el extranjero, optase por el reto de jugar en un Cádiz CF aún en el pozo, que era territorio hostil para él y que acabó convirtiendo en un lugar en el que ser querido gracias a sus esfuerzos y goles, como el que supuso el ascenso a Segunda en Alicante. O por qué iba a estar cinco temporadas seguidas en un Atlético Sanluqueño al que su corazón ya le unía desde mucho tiempo antes de su fichaje. Aún se recuerdan en El Palmar sus lágrimas al lograr la codiciada plaza para Primera RFEF tras una victoria en Algeciras.
Soy consciente de que es muy de abuelo cebolleta hablar del fútbol de antes y criticar todo lo que huela a moderno. Y no es mi objetivo. Pero estamos ante un romántico de este deporte que tal vez no quiera ver ese día en el que no tenga que recibir ese codo del defensa en un córner, la tensión de una charla del entrenador en el descanso o la euforia de culminar toda una semana de trabajo con una victoria. Sin cámaras, solo paladeando lo que es buena parte de su vida. Si no es por eso, díganme qué necesidad tiene un campeón de Europa con la selección española, el último pichichi español de la Liga y previsiblemente con una situación cómoda en lo económico, de jugar en la quinta división del fútbol español. Güiza, una rara avis.