«Queremos darle a Sevilla dos árbitros de Primera»
Jorge Figueroa Vázquez y Luis Milla Alvéndiz son los dos únicos árbitros sevillanos en activo que arbitran en LaLiga 123
Les apasiona el fútbol tanto como a usted . Saben bien cuáles son las razones y las sinrazones que les llevaron a dedicarse, como deportistas de élite, al fútbol sin ser futbolistas. Si pierden, se van a la cama con esa sensación destructora de haber hecho mal su trabajo. Si ganan, no pueden celebrarlo como usted canta los goles. Y, sin embargo, son protagonistas en un deporte que siempre tiene el ojo de la crítica allí donde comienzan sus silbatos. Porque todos les acusan de ser los culpables cuando hay una derrota. Porque nadie les felicita cuando son vencedores de un partido que se impartió con total justicia. Jorge Figueroa Vázquez y Luis Mario Milla Alvéndiz son los dos únicos árbitros sevillanos que arbitran en LaLiga 123, la Segunda división española. Y sueñan con ser algún día árbitros de Primera.
El arbitraje es la facultad que nunca termina . Esa universidad en la que «empiezas desde tan pequeño con una responsabilidad teniendo que tomar decisiones para que todo vaya en orden». Así lo ve el colegiado Figueroa Vázquez (Sevilla, 1980) , que lleva desde la temporada 94-95 haciendo sonar su silbato para dirigir partidos. Ser ala izquierdo en fútbol sala no le convencía; y vio en su tío Julio Figueroa, que también fue árbitro, al igual que lo fueron su padre y su hermano, esa «curiosidad» por saber cómo se podía ir gratis al fútbol y encima cobrar «un dinerillo»por arbitrar teniendo sólo catorce años.
«Piensas como árbitro»
Los comienzos como árbitro de Milla Alvéndiz (La Rinconada, 1982) también dependieron de su sangre: «Mi cuñado era árbitro. Yo no terminaba de romper jugando al fútbol, así que fui a que me diera clases teóricas durante meses en 1997. Y en 1998 empecé a arbitrar. Mis padres venían a todos los partidos a aguantar el chaparrón… hasta que se iban», declara.
El sevillano reconoce que el arbitraje le ha abierto puertas que nunca pensó que traspasaría: «Te levantas por la mañana y piensas como árbitro. Para todo. Eres una persona mucho más responsable porque desde chico tomas decisiones con un delegado, un entrenador, un club, un presidente… Y tú tienes quince o dieciséis años. Recuerdo a mis amigos salir de marcha y yo yéndome a casa porque al día siguiente tenía que arbitrar». Según el rinconero, «tener en el currículum que somos árbitros dice mucho de nosotros. Dice que somos personas serias. Tenemos que organizar viajes, planificar métodos de trabajo con el equipo… Te enriqueces de las personas y vas cogiendo lo bueno de cada uno».
La evolución de los dos únicos árbitros sevillanos en la élite del fútbol español ha sido similar, «aunque no coincidimos en Segunda división B, ni en Tercera división, ni en Primera andaluza. Lo que pasa es que él es mayor», comenta entre risas Alvéndiz.
A la pregunta de cómo es su compañero arbitrando, Milla Alvéndiz no duda en contestar: «El árbitro es mucho más que acertar o fallar un penalti. Es gestionar emociones, y Jorge lo tiene. Controlar el partido: él lo tiene. Estar bien posicionado: lo tiene. Todos esos son aspectos positivos de un árbitro que hace que al llegar el partido pueda controlarlo. Además, tiene una personalidad muy definida y los jugadores saben cómo deben tratarlo: desde la educación y el respeto. Él habla y es dialogante hasta cierto punto. Cuando ellos dejan de ser dialogantes él pone su pared», responde el árbitro sobre su compañero, al que ha acompañado como cuarto asistente en algunas ocasiones:«Es fácil hacer equipo con él. Es el líder, y esa es una de las características que debe tener para ser árbitro». En el caso contrario, el juez Figueroa Vázquez declara que su compañero lleva una línea de trabajo muy similar a la suya: «Al final, vamos intentando buscar un perfil de árbitro en base a la experiencia adquirida con los años. Milla está marcando su línea hacia el control con un arbitraje preventivo y presencial. Tiene un gran potencial físico que explota para poder hacer un arbitraje cercano y dar fluidez cuando puede. Al final, la base del arbitraje la mantiene a través del control y la autoridad», fija el sevillano.
Figueroa Vázquez sí cree en el éxito del arbitraje: «Es, sobre todo, tener el control del partido y que todo el mundo confíe en las decisiones que estés tomando. Al final es vender credibilidad. Que el que está allí se crea lo que tú le estás vendiendo. Aciertes o te equivoques. Al final los jugadores lo van a respetar. Ser dialogante no es ser permisivo. Es un feedback dentro del respeto sabiendo que el árbitro tiene la autoridad y que el futbolista puede sentirse escuchado», afirma.
Milla Alvéndiz, que compatibiliza su labor deportiva con la de comercial en una empresa de telefonía desde hace quince años, habla de cuál debe ser el análisis general de su profesión:«Para poder definir bien a un árbitro no hay que decir si acertó tres penaltis, sino que controló el partido, supo administrar bien las tarjetas, estuvo siempre colocado… El árbitro es mucho más que si es penalti o no. Aunque sé que es lo que vende. Y es más decisivo. Somos una parte importante, pero el fútbol es de los jugadores».
«La presión la llevamos bien»
También habla de la presión que padece su colectivo desde tantos flancos. «La presión la llevamos bien , pero no suelo ver prensa local: si el equipo pierde pues qué me va a decir, me va a criticar a mí. Si me alaba tampoco me entero. Tenemos nuestros críticos internos, nuestros informadores que son los que nos tienen que poner las pilas. Luego visualizamos nuestros partidos, a veces hasta dos veces. Te apetece verlos, aunque sepas cuándo enseñas la amarilla», asegura el rinconero.
Alvéndiz habla de cómo vive un árbitro dentro del terreno de juego:«Intentamos aislarnos de todo eso que no es nada positivo, todo es negativo. Tener un jugador lesionado no es bueno: bloqueará, tendrá miedo al error, si presionas al entrenador tendrá miedo con los sistemas… Nosotros igual, si nos presionamos haremos cosas que no estamos acostumbrados a hacer».
Figueroa Vázquez, que también tiene un trabajo fuera del mundo del arbitraje como director gerente de una empresa de formación, cree en la experiencia como eje fundamental ante las críticas sobre todo cuando llegas a una categoría profesional. «Si echas un vistazo el 80% de la categoría son capitales de provincia con masas sociales importantes y además todos han sido equipos potenciales de Primera división. La toma de decisiones tiene relevancia. La experiencia que hemos ido adquiriendo en todas las categorías en Regional, Preferente... las metes en una coctelera, y como resultado te das cuenta de que controlas las situaciones. Estás por encima de esa presión» , comenta Figueroa Vázquez.
¿Se puede disfrutar siendo árbitro? El hispalense responde tajante: «El día que no disfrute arbitrando, me iré». Y Alvéndiz complementa: «Estamos en una profesión que nos gusta. No siempre pasa eso. Nos fascina el fútbol porque somos gente de fútbol».
Los árbitros también tienen sueños. Pero saben que para llegar al máximo nivel hay que tener paciencia:«No conozco a ningún compañero que quiera llegar a Primera división del tirón, sino por objetivos. El partido más importante es el del finde semana», arguye Alvéndiz. «Cuando empiezas quieres subir a Tercera, luego a Segunda división B, porque te da el plus de ir como cuarto árbitro a Segunda y luego a Primera. Y quieres formar parte de los mejores 42 árbitros de España, que se dice pronto – sólo en Sevilla hay 600 colegiados -. Queremos estar, porque tenemos edad y proyección para llegar».
Y Figueroa Vázquez pita el final:«Miramos a Primera con ilusión. Trabajamos diariamente y queremos cumplir el sueño: ¿Por qué no íbamos a hacer realidad el sueño de darle a Sevilla dos árbitros de Primera división?».