Final Europa League 2022

Resaca de una final de impacto y repleta de aristas para la ciudad de Sevilla

El partido entre el Eintracht y el Rangers riega de millones la capital andaluza pero abre un abanico de interrogantes sobre los servicios y la capacidad para macroeventos

En vídeo: batalla campal en la Puerta de la Carne entre seguidores del Eintracht y el Glasgow Rangers

La llegada masiva de hinchas para la final de la Europa League desborda Sevilla

Aficionados del Rangers duermen en la estación de Plaza de Armas
Fran Montes de Oca

Fran Montes de Oca

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La ciudad de Sevilla ha vuelto a acoger un multitudinario evento como en este caso lo ha sido la final de la UEFA Europa League entre el Eintracht de Frankfurt y el Rangers , que repercute económicamente de forma muy positiva en la urbe hispalense con un impacto de al menos 60 millones de euros. Otra lectura es la imagen de turismo desbordado, la dudosa sensibilidad por el patrimonio y sobre todo la discutible capacidad para dar la mejor respuesta en cuanto a servicios a una verdadera 'invasión' de en torno a 200.000 aficionados escoceses y alemanes que llegaron hasta nuestra ciudad.

El enorme dispositivo de seguridad desplegado, con más de 5.500 agentes movilizados para la final, evitó problemas mayores, si bien resultó imposible contener incidentes aislados como los acontecidos en la noche del martes en la zona del Paseo Colón o la batalla campal que se produjo horas antes del partido en la Puerta de la Carne entre hinchas del Eintracht y el Rangers.

La mayor parte de estos aficionados mantuvo una actitud correcta y se limitó a disfrutar del viaje, del partido (ya fuera en el Sánchez-Pizjuán o en los bares y pantallas habilitadas, como las que se instalaron en el Estadio de La Cartuja para los escoceses), si bien era difícil que entre decenas de miles de seguidores no brotaran en algún momento los conflictivos y violentos. Quedó alguna que otra imagen dantesca, como la del aficionado que se lanzó al agua en plena Plaza de España cual trampolín en piscina.

No menos extraña fue la manera de aplacar el intenso calor que tuvieron los alemanes en su Fan Zone, tomando como jacuzzis las fuentes y arriates del Prado de San Sebastián. La dificultad de convivir con las elevadas temperaturas, más allá del contratiempo hacia los visitantes, es sin duda otra asignatura pendiente para la propia ciudad, cada vez más huérfana de arbolado, sombras, zonas verdes y sistemas de refrigeración natural.

La respuesta hostelera dio la talla, preparada siempre para grandes eventos y afluencias masivas de viajeros, como ocurrió con esta multitudinaria final que ha superado cualquier expectativa. Más inconvenientes se observaron en cuanto al transporte, sin una red de metro a la altura, los alojamientos, las camas, la capacidad hotelera en sí ante un evento de tamaña magnitud. Tras el partido, muchos aficionados pasaron la noche sevillana durmiendo donde pudieron, en parques, jardines, vehículos o incluso en estaciones como la de Plaza de Armas, que dejó instantáneas preocupantes.

Sea como fuere, no todos los hinchas que colapsaron Sevilla se dedicaron a ensuciar, consumir alcohol a destajo o pelearse entre ellos. Hay que recalcar que ese sector fue minoría. El respeto, por fortuna, imperó entre todos. En la Alameda, sin ir más lejos, se pudo ver a aficionados escoceses y germanos ayudando a los servicios de Lipassam tras la fiesta.

El grueso de hinchas viajó hasta la capital andaluza sin entradas para el partido. Ello generó también reacciones en la parte institucional deportiva, con una de las anécdotas sin duda de esta final: la extraña queja del presidente del Eintracht, Peter Fischer , que lamentó la elección de la UEFA del estadio Sánchez-Pizjuán: «Habrá 190.000 fans que no podrán estar en este estadio de Mickey Mouse», aseguró. Su homólogo sevillista, José Castro, le respondió con tanta ironía como contundencia, sin prestar más importancia a un lamento sin sentido: «El estadio de Mickey Mouse tiene seis copas de la Europa League», espetó el mandamás utrerano.

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