España abraza el Mundial con las manos de la Cartuja
Vuelta intercontinental para un grupo que sólo tuvo que jugar al fútbol mientras la afición se dejó la piel para sellar el pase a Catar 2022
«Gavi, Gavi, Gavi», gritaron en varias ocasiones más de 51.000 aficionados, rendidos al extraordinario talento del joven palaciego
Todo el mundo lo sabe, pero qué cierto es eso de que la vida siempre ha girado alrededor de un campo de fútbol. Es una traslación mundial , la de decenas de miles de corazones que rodearon el estadio de la Cartuja buscándose a sí mismas y la entrada para motivar la clasificación de España para el próximo desafío internacional. De alguna forma, nos sentimos atraídos por la magia del qué habrá después. Ese próximo capítulo nos da la vida y a veces nos puede salvar de toda muerte por aburrimiento. La gente tendió anoche sus sueños a ese sol caliente que es el anillo cartujano que enciende algunos deseos y apaga la incertidumbre. Y la cita le venía perfecta al dedo a una selección que representa como ninguna el valor primario e instintivo de la familia . Ella es la verdadera clasificada al campeonato de los mejores combinados del planeta. Abuelos, padres, madres e hijos vibrando en rojo, amarillo y rojo para convertir ese infierno alterado bien entendido que pedía Luis Enrique en un invierno tranquilo para España. Justo en el mismo recinto en el que hace poco no se celebraban goles por cada esquina. Se cantaban vacunas. Las verdaderas victorias.
Sabe la capital andaluza que estos duelos no son poca cosa para el conjunto español. Al contrario. Los valora al máximo . Porque andar buscando el acceso de cualquier estadio es la metáfora que mejor explica cómo cualquier peregrino lucha sin descanso por su objetivo. Aunque a mucha gente, desgraciadamente, le costó realmente encontrar su lugar por motivos de desorganización. Se formaron colas y cientos de personas se perdieron gran parte de la primera mitad.
En comparación a la Eurocopa, el ambiente fue especialmente diferente: en verano la gente vino a ser parte activa del fútbol de élite; disfrutar de esa sociedad intercontinental de blancos, negros y grises que todo lo une en esa otra esfera de reglamento que jamás deja de rodar. Sentía la necesidad de volver a abrazarse a un desconocido, no sin reticencias, por un gol común, pero es en la ocasión manifiesta donde realmente inunda la marea roja de una afición que nunca deja solo a su equipo. Esa fue la prueba irrefutable de que el fútbol, como el amor y la familia, son cercanías de uno mismo , parafraseando a Manuel Alcántara; y ni las pistas de atletismo pueden distanciar ya la pasión por los dos colores que tiñeron las gradas del coliseo cartujano.
No todos los sueños son inalcanzables, por eso ayer la gente celebraba mucho antes del pitido inicial. Tienen derecho por ganar en Grecia y sentirse líder de todo. Fuera, los suecos estuvieron decididamente apartados, pero agradecieron la noche primaveral, sin apenas humedad hasta que la noche no cerró en condiciones, y refrescaron el aliento en reiteradas ocasiones. El suave glaciar de Estocolmo contrastó con esa atmósfera abrasada becqueriana que recitaban las alas más jóvenes congregadas en el túnel sur, donde cientos de gargantas se agolpaban entre cervezas cantando al compás que pusiese la música del deejay más cercano. Pepa y agua para la seca y todo lo que rimase con «lololo» era justo y, para algunos, incluso necesario. Encendieron una bengala y saltaron a toda mecha preguntando, entre otras cuestiones existenciales, que quién era el peluquero de RDT y que dónde estaban las suecas. Que las suecas dónde están. Sería algún grupo de música que finalmente no hizo acto de presencia.
🎾 ¡¡Con estos aficionados no podemos fallar!!
— Selección Española de Fútbol (@SeFutbol) November 14, 2021
👦🏻 El joven tenista @alcarazcarlos03, reciente campeón de las campeón de las Next Gen Finals, está en @EstadioCartuja para apoyar a la @SeFutbol.
🇪🇸 🆚 🇸🇪 | 0-0 | 24’ #VamosEspaña #Catar2022 pic.twitter.com/dDt8DkZvnr
Una ola de apoyo
Ecos de mundial impregnaron cada rincón silente de la Cartuja. O lo que es lo mismo, hubo muchos seguidores tocando las famosas vuvuzelas. Memorias de Sudáfrica y «coágulos de Sevilla en todas sus brechas», que diría Alberto García Reyes, en la víspera de algo grande que estaba a punto de suceder. Entre otros protagonistas, no quisieron perderse la cita personalidades de todos los estamentos como Juanma Moreno y Juan Espadas, las leyendas vivas más importantes de la selección española o el tenista Carlos Alcaraz , que aprendió a ganar partidos en Sevilla. Con su refinada puntería, no se perderá todo lo que pase en Catar el amigo que pasó por la puerta del palco de autoridades, vio una cámara de televisió, y le soltó a su colega, quizá con ánimo de estudiar producción: «Ponte ahí, que vamos a salir en Canal Sur». Y el otro respondió con lucidez: «En Canal Sur de qué, ¡será en Telecinco!». El partido lo dio TVE.
Banderas de todos los tamaños regalaron el colorido a las afueras de un pulmón que siempre da aire a la selección cuando es necesario. Esa luz de Sevilla que recordaba Fernando Giner a pie de campo y ayer en las páginas de este periódico. Por si había escasez del pigmento amarillo, apareció una bonita representación del Coria para recordar a los presentes y ausentes que el fútbol nacional también hace escuela . Somos lo que criamos porque luego lo que recordamos: el puntapié de Señor frente a Malta, el velcro de los guantes de Santi Cañizares que desquició a Dinamarca, el rostro contrariado de Zlatan Ibrahimovic cuando Andersson le dijo que no era titular, un eslalon bellísimo directa al alma del sevillano de un palaciego llamado Gavi que nadie quería en esta selección hasta que le echaron el nueve a la espalda y un balón a los pies, los oles que se convirtieron en olas descontroladas, esos improvisados «¡España! ¡España! ¡España» , el «¡uy!» por la volea vertical de Fosberg y el runrún que jamás existió pese a que el gol parecía no llegar a Sevilla. Hasta que Dani Olmo se atrevió con un disparo letal desde lejos y Álvaro Morata estuvo atento para marcar a cinco minutos del final y abrazar el Mundial con los brazos de la Cartuja más encendidos que nunca. Todo el mundo lo sabe, pero qué cierto es eso de que la vida siempre ha girado alrededor de un campo de fútbol.