Portugal-España
Subidón con frenazo
Después de una semana caótica, España despertó con un ataque de rabia para confirmar que el sueño del Mundial sigue vivo, pero Ronaldo aguó la fiesta
El fútbol, entendido como tal, con su pelota, con sus goles y con sus porterías, devolvió a España la ilusión que se perdió en reuniones, despachos y cientos de mensajes y llamadas, y, por minutos, fue otra vez candidata a todo porque en el deporte se pasa de la euforia al drama en un periquete. Ganar a Portugal, o al menos no perder, era imperativo por la relevancia que se le concede a cualquier debut en un gran torneo, con las pésimas experiencias en los estrenos de los anteriores Mundiales todavía en la memoria, y para sofocar el fuego que supuso el despido de Julen Lopetegui, al que los jugadores, en su mayoría, quieren conceder parte de este éxito por mucho que negociara con el Real Madrid a espaldas de la Federación y del propio vestuario. En una noche frenopática, que en sus inicios rescató el penoso recuerdo de Brasil y ese 5-1 contra Holanda, España dio una lección de orgullo y coraje, lo que ha sido la furia de toda la vida, pero se quedó tiesa porque Cristiano Ronaldo dejó en evidencia a De Gea, que queda señalado por razones obvias. Lo que pudo ser un fiestón acabó mal , pero hay margen y late el corazón. El enfermo sigue vivo,
El poder de un resultado
Ha sido, con total seguridad, la semana más caótica del fútbol español, sonrojante la situación que se ha vivido desde que el martes 12 de junio estalló el bombazo. Parece que queda lejísimos ya que desde ese comunicado, aquel que llevaba el sello del Madrid (hecho diferencial para entender todo lo demás) y que desató la histeria colectiva, han pasado muchísimas cosas, siendo la reacción de Sochi la mejor de todas las noticias. El fútbol, tan de impulsos, se mueve por el resultadismo y en parte tiene lógica aquello de «si la pelotita entra, todo lo demás no importa», así que España, hasta el trallazo de Cristiano a la escuadra, recuperó la normalidad que se perdió con el affaire Lopetegui , quien, por cierto, ya viste el chándal del Madrid y trabaja alegremente en Valdebebas, más feliz que una perdiz con las vistas que tiene su nuevo despacho.
El pacto de Krasnodar
En adelante, puede hablarse libremente de autogestión, conjura y todos esos conceptos que no esconden otra cosa que la mayor de las verdades que pueda existir en el fútbol: los jugadores mandan y hacen lo que quieren, como y cuando les da la gana. Es evidente que se necesita a alguien que les dirija y que controle los egos, trace líneas, ensaye jugadas a balón parado y analice a los rivales, pero en el campo mandan ellos y gestionan sus ganas y sus ilusiones. Y este Mundial, por diversos factores, interesa y mucho.
El miércoles, ejecutado ya Lopetegui y con Fernando Hierro al frente del pelotón en una decisión aparentemente lógica para no dar más bandazos, que suficiente había ya con el despido del seleccionador, los futbolistas se sentaron a cenar y se prolongó la sobremesa. Querían hablar de todo y pasar a limpio una jornada de locos, impensable que a dos días del estreno de la competición más importante del fútbol el equipo se quedara sin el entrenador que les había guiado hasta ahí. Y ahí hubo de todo.
Habló Sergio Ramos, claro, que para eso es el capitán tanto de la selección como del Madrid, en donde se reencontrará con Lopetegui. Habló Iniesta, quien pidió que no se dinamitara el Mundial, que el objetivo debía ser el mismo y que quería despedirse con un buen sabor de boca después de 14 años tirando del carro. Habló Piqué, que posee en este grupo una ascendencia fundamental y al que se le tiene en cuenta siempre, sensato en su discurso y el primero en reclamar unidad. Y hablaron los jóvenes, aquellos que con Lopetegui (Thiago, Koke, Nacho, Rodrigo, De Gea e Isco) triunfaron en el Europeo sub 21 de Israel (2013) y que lamentaban profundamente su marcha. Otros, algún veterano incluido del que se esperaba algo más, prefirieron mantenerse al margen y escuchar.
Más unión que nunca
Quedaba ya ponerse a jugar, no sin antes evidenciar que los chicos están por el Mundial. Hubo carcajadas en la víspera y hubo carcajadas en la misma mañana del partido, pero el desenlace, después de esa remontada, fue un mazazo. «El grupo está mejor que antes», cuentan desde dentro. Lo de ayer sí que fue orgullo, orgullo bien entendido, pero Cristiano frenó el subidón.
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