Piqué

Detrás de los pitos y los insultos, ahora mismo a la baja a la espera de algún otro capítulo que sirva para invertir la tendencia y agitar a las masas, hay un central como la copa de un pino, un defensa inigualable que cuando está bien hace que España funcione con otra cara. Gerard Piqué Bernabéu es, ante todo, un jugador de talla mundial que forma, junto a Sergio Ramos, la pareja más fiable de este Mundial. A veces se le cuestionan las formas, sus salidas de tono y ese afán de protagonismo imposible de resolver, pero nadie le puede cuestionar el compromiso a Piqué, que en Rusia, salvo cambio inesperado en su pensamiento, dejará la selección española.

Lo dijo en Shkoder, Albania, después de otro revuelo morrocotudo que puso a las redes sociales patas arriba. Se especuló con que se había cortado las mangas para no lucir la bandera de España, tan agitado el ambiente con todo el tema de Cataluña, y eso fue el detonante para que Piqué anunciara que se va, que esta cita es la última. Costará encontrar a otro zaguero de su estilo.

Alcanzará en Rusia, si no hay contratiempo, los cien partidos con España, que es una brutalidad. Se ha dejado la piel por el combinado nacional y le molesta horrores que se ponga en duda su cariño por el rojo de España, aunque a veces haya colaborado para que alguien pueda pensar todo lo contrario. Sin embargo, a partir de Piqué empieza todo y llega al Mundial después de completar un año notable en lo personal. Vuelve a estar fino.

Al azulgrana le gustan las grandes noches, un veterano ya de 31 años que se estrenó en 2009 y que lleva cinco goles con la selección. Ganó el Mundial de 2010 y la Eurocopa de 2012 teniendo un papel destacado, y Lopetegui sabe que necesita su mejor versión para triunfar en Rusia. Confianza por parte del cuerpo técnico no le va a faltar.

Por alto es una garantía, tanto en defensa como en ataque, y ha recuperado esa chispa para imponerse de nuevo en el cuerpo a cuerpo. Saca el balón con criterio, lo mueve en largo con precisión si es necesario y le gusta pisar el área rival siempre que puede. Es indiscutible, pese a los pitos.