Mundial Rusia 2018

El VAR, la estrella de Rusia

El videoarbitraje aumenta los penaltis y los goles a balón parado; reduce el error sin eliminarlo por completo; alarga la duración de los partidos y los interrumpe, en promedio, menos de lo imaginado

Un árbitro consulta el VAR durante el Mundial Reuters
Hughes .

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El videoarbitraje, o VAR , se ha convertido en el gran protagonista del Mundial en su primera fase.

Su efecto más notable ha sido el aumento de los penaltis . Se ha batido ya el récord mundialista; de un penalti cada cuatro partidos se pasa a uno cada dos, algo que no se había observado en su aplicación en algunas ligas nacionales el año pasado. Según datos de The Economist, en la Bundesliga y la Serie A, el VAR no hizo aumentar los penaltis de modo significativo. Puede tratarse de un «efecto distorsión» en el Mundial.

También hay algo sorprendente en los datos sobre las interrupciones que provoca su consulta. La International Board informó que en las Ligas donde se aplicó el tiempo de interrupción alcanzó el 1% del total. En el Mundial, y contra la opinión habitual, está siendo de 31 segundos de media por partido. Sin embargo, el VAR sí ha tenido un efecto positivo en la longitud de los encuentros. Los descuentos se prologan hasta más allá de los seis minutos. Se extiende la «Zona Cesarini» y ahí llegan más del 15% de los goles.

El VAR también ha aumentado los t antos a balón parado , quizás porque los defensas se sienten más observados. Ha descendido casi un 20% el número de goles en jugada y adquiere un peso aun mayor el juego aéreo y de estrategia.

Se matiza la gestualidad del árbitro, cuyas decisiones pasan a ser revisables, y se populariza el gesto de dibujar la cámara. Los futbolistas lo hacen reclamando revisión y hay riesgo de que la simulación que tan justamente desincentiva el VAR (véase el no penalti a Neymar) se traslade a otras partes del juego.

El riesgo de un mal uso

Surgen novedades como el penalti anulado o ese tiempo de espera en el que desconocemos las conversaciones del árbitro.

Los contrarios al VAR le achacan todo lo malo del Mundial: lo sorprendente y volátil o la menor fluidez del juego. También hay quien está a favor pero pide que se refine el sistema imitando, por ejemplo, el VAR del hockey.

Y luego está el problema inevitable de su interpretación humana . Un mal árbitro sigue siendo un mal árbitro y el Inglaterra-Túnez o el Irán-Portugal son un ejemplo. En ocasiones, se ha observado un uso desvirtuado: el VAR sirve en principio para «errores claros y obvios» y para acciones muy concretas: goles, penaltis, tarjetas o identificación de jugadores. El VAR no puede aplicarse globalmente para que haya un partido arbitralmente perfecto.

Lo que hace es «limpiar» de errores unas áreas determinadas y particularmente polémicas. Y en eso está acertando.

El VAR no hace desaparecer el error humano igual que el entrenador no acaba con el caos, el azar sobrevive (ha habido récord de autogoles). Más bien los acota a zonas menos significativas. Y está probado que cuando decide con el VAR el árbitro decide mejor. La tasa de errores desciende un 80%.

La polémica también sobrevive, aunque matizada. Se puede perder injustamente, pero ya no se pierde por una injusticia.

El VAR, la estrella de Rusia

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