Pedro García Cuartango - Victoria o muerte
La caída de los dioses
Alemania pecó de exceso de confianza y cayó ante una voluntariosa Corea del Sur. A España y Francia les sucedió lo mismo tras ser campeones. Los favoritos están pasando grandes apuros para vencer a equipos teóricamente muy inferiores
La decadencia de los imperios ha sido una permanente fuente de inspiración. La caída de Roma, la debacle de Napoleón o la derrota del Tercer Reich han sido un estímulo para la creación literaria. Uno de los clásicos del género es la ópera de Richard Wagner que cuenta la implacable lucha de los dioses que provoca el fin del mundo y la destrucción del Walhalla, donde reina Wotan.
El Wotan del Mundial es la selección alemana, que dio ayer la gran sorpresa de la competición al perder ante una voluntariosa Corea del Sur. Le bastaba ganar por un gol, pero sucumbió ante un equipo que estaba eliminado. Un desenlace que nadie esperaba porque Alemania todavía es el actual campeón, con un conjunto plagado de estrellas: Neuer, Hummels, Boateng, Hector, Ozil, Muller, Werner, Reus y otros muchos.
No es la primera vez que sucede. Sin ir más lejos, le pasó a España hace cuatro años en el Mundial de Brasil cuando cayó frente a Chile y Holanda, quedando eliminada a las primeras de cambio. Otro precedente fue la derrota de Francia en el partido inaugural en esta competición en 2002 cuando perdió contra Senegal. Tampoco pudo pasar a la siguiente fase y defender el título tras acabar la última de su grupo con tan sólo un empate.
El ascenso y la caída son consustanciales en un deporte en el que el triunfo debilita y hace perder el respeto al rival. Eso es lo que le sucedió ayer a Alemania, cuyos jugadores sólo se tomaron el partido en serio cuando faltaban 20 minutos y empezaban a ser conscientes del desastre que se avecinaba.
Su inesperada eliminación desmiente la famosa frase de Gary Lineker de que el fútbol es un deporte de once contra once en el que siempre gana Alemania. No siempre. Lo que estamos viendo en este Mundial es como los grandes favoritos, y aquí incluyo a España, pasan enormes apuros contra equipos teóricamente muy inferiores. Y eso es lo que alimenta la grandeza de este deporte en el que cualquier cosa puede suceder cuando empieza a rodar el balón.