Resumen y goles del Real Madrid 6 - Mallorca 1
Una quinta pendiente de nombre
Asensio, con un triplete, brilló especialmente en un partido de exhibición del Madrid más joven ante el Mallorca
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Crónica
No es que Camavinga haya nacido para jugar en el Madrid, es que parece haber nacido en el Bernabéu. Ancelotti hizo dos cosas importantes: metió de inicio a los que estaban acabando los partidos, una generación de veinte años, y decidió afrontar la baja de Casemiro sin la prudencia del doble pivote, con el 4-3-3 y el puesto para Camavinga. El significado profundo de esto es que el Madrid volvía a ser dirigido por un zurdo veinte años después. Fernando Redondo se fue cuando llegó Florentino y desde entonces ha habido de todo, y mucho bueno, y algún zurdo talentoso en la mediapunta (Ozil, Guti…) pero no un zurdo llevando el ritmo. Veinte años de formularios, de rutina, de diestra ortodoxia...
La determinación y la serenidad de predestinado de Camavinga se intuían en los ojos, en el semblante, en la sonrisa, pero fue iniciarse el juego y su coleta comenzó a moverse con una oscilación regular, graciosa, juvenil y autoritaria como se movería la coleta de una heredera de Park Avenue, la cola de un caballo árabe… Era como un metrónomo natural que enseñara un ritmo insertado en el equipo de inmediato. Camavinga sigue la jugada, se introduce en ella, tiene continuidad, tiene ritmo, acompaña el juego, y hace lo conveniente: cuando toca primer toque, primer toque; cuando toca abrir a banda, apertura exacta; cuando toca pensárselo, medio segundo de valoración… Pero no es eso lo mejor. Lo mejor es que su primer toque tiene algo que ya no es del equipo, que se sale del ritmo comunitario y fluido, algo suyo; aparece ahí un toque imaginativo, una solución personal que puede ser una pisada, un recorte, un pase desconcertante por oblicuo (pases atrás, al lado, y adelante), por atrevimiento de ángulo, pero también un recorte seco o un regate en largo, abierto, rompiendo hacia el exterior para correr si es menester (lo hizo en una superación del rival por la banda derecha)… Alaba le ayudó en la construcción, pues algunas salidas fueron suyas, pero Camavinga tardó poco, o mejor, no tardó nada, en introducir en el Madrid su ritmo y su juicio. Se insertó en el Madrid e hizo al Madrid un poco suyo. No totalmente, no de un modo aun dominante, ni egocéntrico. Pero nunca fue absorbente, nunca se dejó llevar por manierismos.
Mientras se espera a Mbappé como en un sebastianismo, como a un rey prometido que ha de llegar, el Madrid tiene una quinta a la que poner nombre. La llegada de Camavinga, jovencísimo aún, no le da nombre, pero sí le da sentido, realidad, homogeneidad. Él la reúne, da coherencia a los Rodrygo, Valverde, Vinicius, Miguel y hasta Blanco , que le sustituyó. ¿Qué es este Madrid, la coleta de Camavinga o el blanco de la sonrisa de Vinicius cuando le sale un caño? Vinicius le da la alegría, un frenesí casi incoherente, pone el campo boca abajo, organiza él solo las contras de Mourinho hacia su callejón cada vez menos oscuro, pero es el fútbol de Camavinga, claro, ya cerebral, ya sistematizante, el que da vertebración, posibilidades unitarias, centro, arquitectura al grupo. Conjunta la zancada de Valverde, su sístole distinta, y hace que la timidez madura de Rodrygo (¡algo extrañísimo!) ya no está tan sola...
Es como si el Madrid estuviera reformando el estadio para que le quepa el equipo en ciernes.
Despertares sucesivos
El partido no tuvo historia. Fue resuelto en dos minutos cuando Benzema aprovechó el error del joven Gayà. Valverde reventó al Mallorca en dos estampidas personales y ya no hubo partido salvo observar la juventud del Madrid, de efectos tan revitalizantes que Benzema parecía aun más, aun mejor, y Asensio un jugador devuelto a la vida, estimulado en su zurdez por Camavinga, y llegador desde el interior como se habia soñado siempre que sería. Metió el 2-1, tras una jugada entre Rodrygo y Vinicius, de nuevo preasistente, y el 3-1 tras pase de Benzema, con un gol entre medias de Kang In Lee , y luego el 4-1 de tiro lejano. Ancelotti ha descubierto un interior llegador. Llega Asensio de interior lo que no llegaba de extremo. Aunque la debilidad del Mallorca es innegable, estamos ante otro acierto de Carletto y este partido es un imperativo de rehabilitación.
Es muy interesante cuando la velocidad de latifundio de Valverde es seguida por la velocidad más trepidante aún de Vinicius: a lo rápido le sigue lo rapidísimo y se produce un desbocamiento. Tendrán que saber qué hacer con esa velocidad, ir refinándola… Pero ¿puede pulirse la velocidad? Ese parece el reto de Vinicius y también el reto del Madrid, que tiene lo modernísimo: la rapidez.
De los jóvenes se aprovecha ese vampiro insaciable que es Benzema, que marcó el quinto. ¡Hasta Isco quiso beber de esas aguas rejuvenecedoras en el 6-1! Solo faltó Jovic y bien que lo intentó.
Ancelotti ha montado en unos meses el equipo de la Liga que más tira, marca, ataca… Y cuando elogia la juventud de sus jugadores asoma en él no solo la sabiduría, incluso un poso luminoso de nostalgia. Cómo no sentirla ante los 18 años de Camavinga... Este Madrid ilumina el pasado, el presente y el futuro.