Eurocopa Sevilla 2021
Solidaridad con Morata
Los aficionados se entregan en el apoyo, como sus compañeros, al delantero español pero no es suficiente para elevar el ánimo de una selección que se quedó a medias ante Polonia
Copérnico puso a la Tierra en su sitio. No, no era el centro del Universo. Había que contar con el Sol. La esfera alrededor de la cual se mueve todo en el fútbol es el balón. Empujarlo a la red es la tarea de Morata. O una de ellas. El polaco Copérnico tenía razón. Sus compatriotas tuvieron un buen día. El empate era un triunfo. Morata , no del todo. Con banda sonora sevillana tampoco fue suficiente. Como se aplaude aquí, en ningún sitio, pero no bastó. Incluso se escuchó más por fases a los polacos. En España, todos con Morata, eso sí. Solidaridad. Qué pensará Lech Walesa. Y Lewandowski . El sino del nueve. Superado en su carrera por Jordi Alba para decepción de los suyos, pero decisivo con su cabezazo ante Laporte . Polonia se quiso disfrazar de Suecia pero parecía que España ya se sabía el truco. Y no fue así al final. Gerard Moreno tenía algunas llaves. Y le abrió la puerta a Morata para felicidad momentánea con aspiración de cerrar debates pero llegó Lewandowski y el fallo de Gerard Moreno en el penalti. Al final, 1-1 y vuelta de honor polaca al estadio.
En las previas todo era referencia a Morata, incluso con humor. Saber meterla y tal. El chaval hizo pared con todos los compañeros en el calentamiento. Cuando acabó el himno de animó con palabras aquí irreproducibles por respeto a ustedes. Y hasta le pudieron pitar un penalti en contra nada más empezar. Pero el día no estaba para esos gafes y sí para la redención. Marcó, suspense de VAR, alegría y se fue a celebrarlo con Luis Enrique y todo el banquillo. Locura en las gradas en la parte española, pero luego Lewandowski metió miedo, Gerard se encontró con el poste y a Morata se le fue el rechace. Sarabia buscó generosidad con Morata, también Fabián , en acciones en las que podían rematar ellos. Parece que valía más que lo hiciera el delantero. Pero no estaba el horno para bollos generosos, sino para tratar de sumar tres puntos y no fue así.
En todo caso, era el día de la marea roja . El pelo y la altura ayudaban más a distinguir la procedencia de los aficionados que la vestimenta. Eso sí, los polacos iban más equilibrados. Entre la hinchada española había de todo. Hasta valían camisetas de Osasuna, Sevilla, La Nucía, Flamengo, Atlético de Madrid... La felicidad a la salida era otra cosa, porque esta Eurocopa está dejando una España insatisfecha.
Contento sí estaba Piotr en las previas de su compra en un puesto ambulante que un minuto después estaba siendo cerrado por la Policía Nacional. Él ya se había hecho con su botín: seis latas de Cruzcampo . «Un poco frías», dice. «Pero da igual». Otros no tuvieron tanta suerte y se quedaron con el cierre en las narices y la sed en las gargantas. Para paliarla sólo quedaban las terrazas en el circuito interior, una vez superados los filtros de seguridad. Ahí estaba un voluntario subido a una silla de árbitro de tenis gritándole con un megáfono a todo el que pasaba. «Welcome to the Polish people!», si veía a algún polaco. «Vamos, vamos, ¿de dónde sois?», a gente con camiseta española. Murcia, Valencia, Almería, Bilbao, Badajoz, Santander ... Como si fuera una representación de cada provincia.
El ánimo se vino arriba cuando llegó un chaval con un cartel con los colores de España y un lema: «Vamos Morata, 7» . «Un valiente, un valiente». La ovación fue cerrada. Calentando motores. Todos con España, todos con Morata y diez más. Dentro del estadio ya estaba Manolo Escobar para darle cuerda a los aficionados, cada uno con una bandera para que no se note tanto el espacio de seguridad entre asiento y asiento con tantas limitaciones sanitarias. Lo que se notaba es que hay muchas ganas de fiesta, de ambiente futbolero y de discoteca, que con los sones de We are de people , de U2 y Martin Garrix se le agitaba al personal el cuerpo de baile. Con otras canciones, como los himnos, cada uno tenía su parafernalia. Lo bonito era ver a las aficiones mezcladas. A un polaco cantando su himno con un español al lado y a los polacos aplaudiendo mientras sonaba la Marcha Real. Así, sí. Luego llegó la batalla por los decibelios.
En la Expo 92, aquí al lado, Polonia compartía pabellón con Bulgaria. Eran los años en los que Jan Urban reinaba en Navarra. Y hasta le rodearon de sus compatriotas Kosecki, Ziober y Staniek . Y España se llevó el oro en los Juegos Olímpicos de Barcelona superando a la Polonia de Kowalczyk, que después llegó al Betis. Diez años antes se había disputado el Mundial 82 pero también quedará para la historia la visita del Papa Juan Pablo II. En Gdansk tuvo España su cuartel general para ganar la Eurocopa de 2012. Ahora toca la de 2020, que se juega en 2021 y en la que España aún no sabe su camino . El miércoles, Eslovaquia.