La selección española quiere reconciliarse con su afición en Sevilla

Ignacio Liaño Bernal

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21/06/2021
Actualizado 22/06/2021 a las 07:43h.

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España se juega mucho más que tres puntos este miércoles frente a Eslovaquia (18.00 / Telecinco). En los últimos noventa minutos de la fase de grupos, el combinado de Luis Enrique tiene en su mano poder sellar el pase a los octavos de final y dejar atrás la primera ronda. Pero ante la falta de triunfos, goles y buenas sensaciones en el arranque de la Eurocopa, la afición en Sevilla también está reclamando una mayor atención por parte de sus jugadores, creándose en ocasiones un ambiente frío muy lejano al calor sevillano que contrasta con la gran relación que ha mantenido el equipo con sus seguidores en su historia reciente.

Muchas circunstancias rodean a esta situación que tiene una solución siempre que la selección colabore y asista a la mano que siempre tienen tendida los suyos, aunque a veces se sienta con pleno derecho a criticarla. Pero este barca no avanza si los dos no reman. Ganar a Eslovaquia se convierte en la principal misión deportiva en la Cartuja, pero desde que España aterrice en Sevilla mañana por la tarde, la selección ya está jugando un partido con sus aficionados. Quizá incluso más importante que el que juegan luego. Porque ahí fuera están los que siguen sus ruedas de prensa íntegras antes de tomar el avión, quienes se agolpan, mayores y niños, con muchas mascarillas y más grados en un hotel para verlos salir, o los que ahorran desde 50 hasta 185 euros para poder alentarlos en directo aunque el partido no salga finalmente como esperaban. Quienes silban cuando el rendimiento no da lugar a los aplausos, pero son los primeros que vitorean cuando vienen mejor dadas, como se espera que venga el miércoles.

Fue precisamente en la última visita, frente a Polonia , con el ambiente enrarecido por la polémica del césped y el debut sin gol, cuando quedó constancia videográfica de la falta de conexión entre los jugadores y los seguidores, que en vez de estar en cualquier sitio a la sombra en Sevilla, decidieron quedarse durante horas a esperar la salida de los suyos, que no suele exceder los tres minutos de todo el combinado nacional. En unas imágenes que la propia Federación Española facilitó antes de partir hacia el estadio, van pasando uno a uno todos los internacionales con la mirada fija hacia el autobús, y sin detenerse a saludar ni responder al fiel gesto de apoyo de los aficionados. Otros miran sus teléfonos móviles en un desfile en el que sólo Aymeric Laporte y Jordi Alba levantaron la mano en alguna ocasión ante la lógica decepción del público, que graba en sus teléfonos móviles un recuerdo que no olvidarán. Pero no en el buen sentido.

Para ser totalmente justos, en la llegada al hotel el día anterior sí fueron varios los jugadores que devolvieron ese saludo que no encontró la afición al día siguiente: el propio Sarabia, además de Rodri, Ferrán Torres, Busquets o Morata. En la previa contra Polonia, el delantero recibió un aliento especial en cuanto apareció por la puerta camino del estadio, pero ahí no correspondió. Y luego, en la intervención posterior al duelo, echó más leña al fuego tras ser sustituido entre gritos de apoyo y recibir algunos pitos: «Que digan lo que quieran, opinar en este país es fácil y gratis», algo que tampoco ayudó a calmar las aguas en una situación en la que jugadores como Rodri o Sarabia volvieron a dedicarle un tiempo de sus intervenciones al estado del césped sabiendo que desde la primera noche se ha estado trabajando incansablemente; una cuestión que ya adolece de falta de credibilidad, ya que estadísticamente la selección ha logrado los suficientes remates posibles como para llevarse los dos primeros partidos, pero no ha estado atinada de cara a portería.

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