A lo largo de la historia del fútbol hemos visto a varios jugadores que, casi desconocidos al principio de su carrera, acabaron por explotar pasados unos pocos años. En este siglo, Drogba es el ejemplo perfecto de tardía conversión en estrella. Esta misma temporada, Mahrez o Vardy han hecho lo propio en el sorprendente Leicester. Más allá de las principales ligas europeas, en Rusia pueden presumir orgullosos de que Artem Dzyuba ha emprendido el mismo camino con 27 años. Ocho goles en los mismos partidos oficiales como internacional justifican con creces las expectativas que se han creado en torno a su rendimiento.

Hasta la fecha, la de Dzyuba ha sido una trayectoria profesional de vaivenes. A galope continuo entre el Spartak Moscú, el Tom Tomsk y el Rostov, el espigado y polivalente ariete parece haber encontrado la estabilidad necesaria en el Zenit San Petersburgo, a donde llegó el año pasado. En el principal equipo del país se ha eregido rápidamente como la referencia indiscutible, hasta el punto de brillar en su primera temporada en Champions, durante la cual ha anotado seis tantos en ocho partidos, convirtiéndose en una de las revelaciones de la competición.

Sus casi dos metros de altura (1'96) le catalogan por defecto dentro de las cualidades del típico delantero 'tronco', tan habitual en los países del Este: potente disparo, contundente capacidad para imponerse en los balones aéreos y todas las virtudes que de esta acción se desprenden, como son el mantenimiento de la posesión y las prolongaciones a sus compañeros que generan superioridades ante los rivales. No en vano, Dzyuba es un acaparador de atenciones, lo que provoca que sobre él se ciernan dobles marcajes de forma continua.

Sin embargo, la estrella rusa es mucho más que el efectivo finalizador que sus fantásticos números reflejan, tanto con su club como con la selección. También puede ejercer de segundo delantero atípico que juega de cara a la portería, polivalencia que incluso le ha valido para situar su nombre entre los futuribles de los grandes de Europa. De hecho, esta ambigüedad permite no sea el único efectivo arriba.Tras ser invisible a los ojos de Advocaat y Capello, Slutski sí que le ha otorgado la titularidad indiscutible, fruto de sus enormes prestaciones y su innegable evolución. En este sentido, Francia se presenta como el escenario ideal para que Dzyuba reivindique ante todo el continente que, aunque tarde, ha llegado para quedarse.