Donde va, gana. Quienes le acompañan, participan de su aura y extiende el éxito en su entorno. Robert Lewandowski (Varsovia -Polonia- 1988), de profesión, primero de la clase, se subió al podio de máximo goleador de la Tercera División polaca con el Znicz Pruszkow. Después, con el mismo equipo, lo hizo en Segunda. Pero todo se le quedaba pequeño, así que el fútbol polaco le buscó una talla más grande y le colocó en el Lech Poznan de Primera, donde ¡vaya por Dios! también se convirtió en máximo goleador de la categoría. El chico seguía creciendo de forma preocupante, de modo que su entorno le buscó escenarios más grandes en los que desenvolverse profesionalmente. Y se pasó al otro la de la frontera, donde el fútbol tenía unas dimensiones más a su medida. Unas tallas colosales, con posibilidad de que sus aptitudes se conocieran en todo el mundo y tuviera la posibilidad de enfrentarse a futbolistas de su inmenso tamaño.

Lewandowski empezó entonces a demostrar que su complejo apellido podía pronunciarse fácilmente en cualquier rincón de la galaxia futbolística. Y fue primero en el Borussia Dortmund, a partir de 2010, donde demostró que quienquiera que le llevó allí no había errado: ganó dos Bundesligas y demostró su demoledor poder goleador. Hasta tal punto que su principal rival, el Bayern Múnich rompió la hucha para comprarlo y rentabilizar la inversión en su primera temporada. El Bayern de Lewandowski también ganó la bundesliga con el polaco, que ya había desenterrado el nombre de Lubanski, el máximo goleador de la historia polaca, cuando el fútbol se jugaba de otra forma, menos competitiva, para empezar a compararle.

Los trece goles de Lewandowski en la fase de clasificación de la Eurocopa, a sus 27 años, han confirmado que el campeonato tiene ya un protagonista de postín y que, de su discurrir por esta competición de la UEFA dependerán no solo la imagen y el futuro del fútbol en Polonia, sino las del club en el que termine este inmenso jugador. En el Real Madrid ya han decidido, incluso, a qué vaca sagrada sacrificar para dejar un hueco en el vestuario al polaco. Aunque antes deberá resolver el trámite de confirmarse como goleador en un campeonato que, como todos en el fútbol, depende de un equipo que hasta ahora no le ha fallado.