Eurocopa 2016
La perseverancia de Joachim Löw con Alemania
El entrenador germano ha edificado un proyecto de equipo desde 2008, insistente en su idea incluso cuando los resultados no llegaron
![Joachim Löw](https://s2.abcstatics.com/media/deportes/2016/07/09/low-perseverancia-alemania-kZZC--620x349@abc.jpg)
Tercer puesto, final, tercer puesto, semifinal, campeón, semifinal. Estos seis acontecimientos discurren en un lapso temporal de 10 años (2006-2016). La primera semifinal corresponde al mundial de Alemania, y la última, a la Eurocopa de Francia. La protagonista es la selección alemana, que desde la llegada de Joachim Löw a su banquillo (en primera instancia como segundo de Jürgen Klinsmann ), ha visto cómo su patrón de juego variaba hasta convertirse en uno de los más elogiados del panorama futbolístico mundial, además de ser el que mayor fiabilidad presenta. La «Mannschaft» ha dejado de ser el rodillo que avasallaba con centros de sus poderosos extremos y remates de sus imponentes puntas para convertirse en un equipo con sello de autor , uno con unos automatismos más propios de un club que de una selección nacional.
Corría el año 2006 . La Copa del Mundo se jugaba en casa: no había lugar para el error. Tras fracasar con estrépito en el europeo de 2004, la Federación Alemana de Fútbol (DFB) designó como seleccionador a Jürgen Klinsmann, mítico goleador del combinado teutón, en sustitución de Rudi Völler. El nuevo entrenador llegaba con aire fresco para un plantel veterano , anhelante de ideas nuevas que les señalasen el camino a la victoria. Bastó con ver jugar a los alemanes en la fase de grupos para confirmar lo que se sospechaba: Alemania era otra . Mediante un juego eminentemente ofensivo (fueron habituales las críticas a la dejadez del equipo en defensa) que no solo casaba a la perfección con la idiosincrasia de los futbolistas teutones, sino que les permitía exprimir todo su potencial individual, se plantó la selección en la penúltima ronda del torneo, en la que caería frente a la postre campeona Italia con dos goles en los minutos finales de la prórroga.
Habían sido derrotados en «su mundial», pero la semilla del éxito había sido plantada con mimo. Solo hacía falta seguir regándola. Alemania era ya un equipo que daba prioridad a los futbolistas técnicos frente a los físicos, a la inteligencia antes que al ímpetu. La pelota sería el medio para todo. Klinsmann renunciaba al cargo, pero el hombre que lo acompañó durante el proceso, su mano derecha, asumía los mandos de la renovada nave germana. Era el momento de Löw .
La Eurocopa de 2008 probaría su valía. La base de jugadores se mantenía; la idea, también. No solo permanecía el modelo de juego que el anterior inquilino del banquillo alemán había implementado, sino que el recién llegado lo había potenciado. Alemania perdería la final que vio nacer a la histórica generación española, pero la camada de futbolistas que pedían a voces un hueco en la selección teutona garantizaba que solo era cuestión de dar continuidad a lo que ya se había creado para que la gloria cayese por su propio peso.
Neuer, Boateng, Khedira, Kroos, Müller, Özil . La generación que daría sentido a la empresa emprendida por Klinsmann había llegado. Cuatro goles a Inglaterra en octavos y otros tantos a Argentina animaban los presagios más optimistas. Pero una vez más España , con un remate para póster de Puyol a la salida de un córner, cortaba las alas al ilusionante proyecto teutón .
El europeo de Polonia y Ucrania se presentaba como el perfecto escenario para volver a medir el nivel de las dos grandes potencias del fútbol europeo de selecciones, España y Alemania. Joachim Löw mantenía la base de la plantilla que había disputado el mundial dos años atrás, pero le sumaba a los incipientes talentos de la sorpresa del curso, el Borussia Dortmund, que legitimaban si cabe aún más la idea del técnico. Su aventura terminó igual que en 2006: a casa en «semis» frente a Italia . Löw agotaba su tiempo . El juego del equipo enamoraba, no había otro medio mejor por el que abordar las mieles del éxito con las piezas de las que se disponía, pero el crédito de los entrenadores, más en los tiempos que corren, es limitado. La sensación de que la oportunidad de conquistar un gran título con la gran generación de la que se disponía se estaba escapando corría como la pólvora por tierras germanas, pero la DFB se mantuvo firme. Löw era su hombre .
Coincidía el mundial de Brasil con el final del primer año de Guardiola como técnico del Bayern de Múnich . La base de la selección era la misma que la del equipo del entrenador de Sampedor, y Löw no iba a desaprovechar la oportunidad de exprimir al máximo la herencia táctica de la que disponía. La transformación de Boateng, el impulso definitivo a la mentalidad de Lahm, el retraso de la posición de Kroos, Götze como falso nueve... Los recursos crecían exponencialmente. El premio, esta vez sí, llegó . La continuidad a una idea, a una forma de entender el fútbol, tenía por fin el reconocimiento que daba sentido a todo lo demás. En el camino había dejado, para dar mayor repercusión a su logro, una de las páginas más importantes de la historia del fútbol: el 7-1 a Brasil.
La continuidad del modelo, clave
Löw era ya amo y señor de una «Mannschaft» que ganaba hasta en sus peores tardes, pues había algo a lo que agarrarse. Cuando el temporal arribaba, pasarse la pelota siempre era la mejor opción. Llegó entonces la Eurocopa de Francia , la oportunidad para prolongar la racha victoriosa de la que asomaba como heredera hegemónica de España. Alcanzó Alemania la semifinal sin desarrollar en ningún momento un juego acorde al nivel que podía dar, aunque no importaba, pues ganaban con suficiencia de campeón. Tocó la Francia de Griezmann y Pogba , la anfitriona, un reto de categoría. Fue suficiente que los teutones sintieran la adrenalina de las grandes noches para que dejasen una primera parte que refleja con fidelidad el legado de esta generación . Un despiste en su área al filo del descanso llevaría a Alemania al precipicio por el que terminaría despeñándose 45 minutos más tarde. Cosas del fútbol.
Aparece ahora en el horizonte Rusia , mundial que congregará por última vez a los estandartes de Löw en una edad óptima para la práctica del fútbol. Schweinsteiger tendrá 34 años, Neuer 32, Khedira 31 y Boateng, Hummels u Özil rondarán los 30. La presencia de Löw no parece negociable , más aún si se atiende a la labor de transición que, como ya hiciera en 2010, está practicando con la selección germana. Los Weigl, Draxler, Kimmich o Sané garantizan los mimbres para seguir construyendo un equipo dominante.
Todo lo logrado por el combinado alemán, más allá de títulos en los que la fortuna ejerce un papel que muchas veces tiende a despreciarse, se ha conseguido en base a la perseverancia en torno a una idea concreta, unos conceptos claros y un meta perseguida como fin absoluto : crear un equipo que pueda permitirse el lujo de competir por cada torneo por el mero hecho de ser eso, un equipo.
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