Eurocopa 2016
Lo bueno y lo malo de una Eurocopa con 24 equipos
Los argumentos a favor y en contra de sumar 8 equipos más a los habituales 16 que participan en el europeo, una vez finalizado el campeonato
Una vez la Eurocopa de Francia ha echado definitivamente el telón, llega el momento de mirar atrás y poner en la balanza los argumentos que permitan dilucidar (o al menor intentarlo) si el sistema de 24 equipos que se ha estrenado en el pasado Campeonato de Europa ha sido un acierto o un fracaso.
Las críticas no han sido pocas. Desde la propia organización salió el secretario de Estado para el Deporte de Francia, Thierry Braillard , para explicar que muchos equipos habían hecho «cuentas en la primera fase sabiendo que podían clasificarse como terceros», al mismo tiempo que calificó al juego desplegado por la mayoría de selecciones como «demasiado calculado» . Pero no todo lo que ha dejado este torneo ha sido necesariamente perjudicial para espectáculo futbolístico.
La primera consecuencia natural de que haya ocho equipos más que no requiere de ningún tipo de discernimiento es el hecho de que se jueguen más partidos . Puede parecer una tontería, pero el devoto absoluto del balompié recibe como una bendición celestial el extra de encuentros que le ofrece este formato. Especialmente por los ocho partidos de octavos de final, que supone un añadido importante en cuanto a emoción para el torneo: más oportunidades para que las favoritas se queden fuera por sorpresa . Fue lo que ocurrió con Inglaterra . El duelo de octavos frente a Islandia parecía un innecesario trámite para los «pross», pero terminó convirtiéndose en un doloroso calvario que azotó Inglaterra en los días de zozobra post «Brexit». El aficionado neutral, en cambio, disfrutó.
Al haber más equipos irremediablemente participarán un mayor número de selecciones pequeñas. Gales, Islandia, Irlanda o Albania lo ejemplifican. Y tras el papel que han protagonizado en el torneo, es evidente que su concurso, lejos de bajar el nivel medio, lo incrementa en base a la desmedida ilusión que hace que cada partido en el que se enfrentan a una selección que parte con el cartel de favorita sea una durísima prueba para el conjunto grande. Gales se cargó a Bélgica , Islandia a Inglaterra, Irlanda ganó a Italia y Albania obtuvo los mismos puntos en la fase de grupos que la campeona de la Eurocopa. ¿Cómo iba a crecer el fútbol que practican las selecciones menores si no es compitiendo en contextos de máxima exigencia? ¿Alguien duda de que el fútbol desplegado por la República de Irlanda haya sido más propositivo que el de cualquiera de las dos finalistas? ¿Ejerció Francia el papel de equipo «grande» que le correspondía en el partido de grupos contra Albania, o fue al revés?
La otra cara de la moneda la ofrece el factor estrategia , que posibilita el hecho de que pasen cuatro de seis terceros de grupo a la fase de eliminatorias. En base a esto se explica que Portugal , en su partido contra Hungría , no buscase claramente el triunfo en los minutos finales: sabía que el empate le clasificaba. Posibilita esto el que un país gane la Eurocopa sin ni si quiera vencer un solo partido (aunque esto implicara que el campeón se marchase invicto del campeonato). Tampoco es baladí el que haya que planificar el torneo con un partido extra en el camino a la final. Para jugadores que llegan con un exceso de minutos en las piernas a la gran cita, la dosificación del tiempo que pasan sobre el terreno de juego se torna capital. Se vio con Griezmann , mimado durante la fase de grupos por su delicado estado físico, como más tarde confirmaría Didier Deschamps .
Se dividía en los prolegómenos de las eliminatorias a los contendientes de uno y otro lado del cuadro final entre la parte del finalista (la de Croacia, Bélgica, Gales o Portugal) y la del campeón anticipado (Alemania, España, Italia o Francia). Paradojas del destino, ninguno de a los que se preasignó la etiqueta de indudable conquistador de la copa terminó erigiéndose como tal .