Liga BBVA

Y de repente hay Liga

Las dos derrotas consecutivas del Barcelona abren la esperanza del Atlético y el Real Madrid de lograr el título

E. YUNTA

La Liga está viva.

Algo tendrá San Sebastián para el Barcelona, una especie de Tenerife para el Madrid ya que en Anoeta se repiten los petardazos. El año pasado sirvió para que el Barcelona alterara por completo esa tendencia negativa y terminó de fiesta celebrando un triplete histórico, rubricado con la Champions de Berlín. Este año, de momento, sirve para que los perseguidores refuercen la autoestima y crezcan las dudas en el Camp Nou, alterada la alegría hace una semana con el inesperado frenazo del clásico.

Después de 39 partidos sin perder, presumiendo de récord estratosférico, el Barcelona enlaza un empate y dos derrotas ligueras. Es noticia porque cualquier alteración de una racha tan brutal da cuerda a los tertulianos, pero llama más que nada la atención por las formas. Hay síntomas preocupantes en el conjunto de Luis Enrique, a quien le superó el Madrid con diez hace una semana y que anoche se perdió en el bosque de San Sebastián. El entrenador pensó en Europa y en esa durísima pelea del miércoles en el Vicente Calderón (2-1 en la ida de los cuartos de la Champions) y le salió el tiro por culata, abandonado por los reservas y obligado a corregirse en el descanso. No funcionó nada.

Persecución sin tregua

Sucede que el Barcelona pincha y los equipos madrileños mantienen la velocidad de crucero, expuestos de todos modos a una persecución estresante ya que el título sigue siendo una quimera. Es verdad que están ya muy cerquita del líder, pero también se antoja complicado pensar en que el Barcelona, al que una vez más le sentó mal la «senyera», vaya a patinar en dos de las seis jornadas que quedan . Difícil, pero no imposible.

El desenlace de la Liga queda condicionado también por las exigencias europeas, pues los tres aspirantes tienen entre semana compromisos de altura que desvían la atención. El Madrid invoca a los espíritus de siempre para voltear el martes el resultado de Wolfsburgo (2-0), con todos los Juanitos y lugares comunes que recuerdan el poder del Santiago Bernabéu, mientras que el Atlético espera al Barcelona en un duelo eterno. Las consecuencias pueden ser definitivas y se pueden extrapolar incluso a la Liga, pues el que caiga quedará muy herido.

El Madrid animó el sábado con la goelada rutinaria de casi cada jornada en Chamartín , disparado el equipo cuando asoma por la Castellana los equipos de la zona media. El Éibar se rindió demasiado pronto y en 45 minutos ya estaba todo el trabajo hecho, un 4-0 que sirvió para administrar esfuerzos y para que Zidane calentara al personal. Jugaron los suplentes y Cristiano Ronaldo, por el que pasan todas -o casi todas- las opciones de este Madrid de feria. Tan pronto se da un atracón como hace el ridículo (ver el partido de Wolfsburgo), pero ahí sigue con vida y aferrado al tópico de su escudo y el honor.

El Atlético de Madrid, encantado en ese rol secundario, sigue teniendo motivos para creer. Remontó ante el Español un pulso exigente (1-3) y se fue de Cornellá con una sonrisa de oreja a oreja , enganchado al torneo por cabezonería y amor propio. Fernando Torres, que no estará el miércoles, parece haber renacido y con Koke todo es más sencillo, un pedazo de pelotero que alimenta la fe del Calderón. El miércoles se espera lo nunca visto.

Y cerró el sábado el Barcelona con un drama que le deja en mal lugar. El infalible grupo de Luis Enrique, que ya restaba fechas para entonar el alirón, tiene ahora que apretar los dientes porque va justo de gasolina. Es cierto que de las seis citas que tiene en pocas se intuye el peligro (todos los enemigos quedan están ubicados más allá de la décima plaza) , pero parece haber perdido la fiabilidad de la que hacía gala. Con su enésimo traspié en Anoeta -lleva siete partidos sin ganar ahí, con cinco derrotas y dos empates-, acumula ya tres jornadas de Liga sin triunfar, pues tampoco sumó los tres puntos en Villarreal. Llegó a tener al Madrid a doce puntos y al Atlético a nueve, pero se ha confiado demasiado y sus tres estrellas (Messi, Neymar y Luis Suárez) ya no se divierten tanto. Hay Liga, sí.

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