David Gistau
We are with you
«Al joven ruso lo sacas en Soria y no pasa nada, solemnidad, hieratismo castellano. Pero a quién se le ocurre sacarlo en Cádiz...»
Uno de los grandes problemas ambientales de Chamartín es la abundancia de turistas. A la condición desabrida de la hinchada, que, como la de Las Ventas, cree que entender es estar siempre disgustado y a mí me hace añorar aquella de las peñas provinciales que venían a las noches europeas de los ochenta con botas de vino, bocadillos de hogaza y predisposición a la fiesta, se agregan los muchos que ni sienten ni padecen el equipo porque fueron al partido como al Museo del Jamón , por recomendación de una guía. Esto, por cierto, representa un gran cambio sociológico en aquellos países cuyos estadios son seguros: más niños, más turistas, también menos sabor antiguo. En Argentina, por ejemplo, ir al fútbol significa aceptar tantos riesgos, y en barrios tan periféricos, que al final hasta el estadio sólo llegan hinchas auténticos de los pies a la cabeza. Al rubio que estuvo tirando fotos en el café La Biela rara vez te lo encuentras allí. Y, si está, mantiene la cámara escondida.
Pero vuelvo, que me he metido en una digresión. El sábado, con el estadio otra vez metido en una discrepancia plebiscitaria acerca de su presidente, fue posible capturar una imagen que parece corregir la escasa implicación en los sentires del club de los turistas que pasan por allí. Un hombre de otra raza y de otros mundos levantó una pancarta en la que se leía: «Florentino, We Are With You». Descartando el nos mayestático, cabe preguntarse qué representación colectiva se estaba arrogando con el «We» este seguidor en otro idioma al que no resulta fácil adjudicar orígenes entre el madridismo que subía Castellana en tranvía. ¿Quiso hacernos saber, en un momento de crisis, que cualquiera que pretenda cuestionar al presidente tendrá que vérselas con los madridistas de Brooklyn, de Soweto o de Boko Haram? ¿Es ése el «We» en el que no se atisba la representación de Toñín el Torero ni de mis añoradas peñas provinciales? En todo caso, resulta que los turistas se implican, participan en las pañoladas y en las contrapañoladas , incluso se nos vuelven orgánicos como esas gradas de animación que podrían asistir a las cada vez más numerosas comparecencias de emergencia de Florentino Pérez para prestar una decoración humana que termine de convertir eso en un remedo de «Aló, presidente».
De todos los cafés del mundo, tuviste que entrar en el mío, decía Rick. De todos los estadios del mundo, el Real Madrid tuvo que irse a hacer el ridículo en aquel con más guasa despiadada. Al joven ruso lo sacas en Soria y no pasa nada, solemnidad, hieratismo castellano. Pero a quién se le ocurre sacarlo en Cádiz, para que se pongan morados chirigoteros y blogueros, para que hasta la prensa local se apunte al guateque con titulares como éste genial: «Pasa el Cádiz sin complicaciones» . Si de todo se vuelve menos del ridículo, es más fácil volver del 0-4 del Barsa que de este titular. La mofa acentúa la sensación de precariedad institucional de un club tan endeble que cualquier cosa lo pone en crisis y que va desarrollando cada vez más un complejo conspirativo, de persecución, de arbustos que se mueven en la jungla Viet, que por añadidura le permite expiar los propios errores sin ni siquiera reparar en ellos ni por supuesto admitirlos. Cómo, si hasta los hinchas de otros mundos «are with Florentino» en la desaforada adhesión final del personalismo.
Lo que celebro es que Benzema haya trazado el camino inverso de los exiliados y se haya venido a Madrid desde París después de la asombrosa guillotina civil por la que lo pasó su primer ministro. Todos sus esfuerzos se los queda el Madrí, un club con corona y que por tanto homologa para convertirse en La Vendée en la cual Benzema podrá vengarse de su paseo en carreta a manos del Terror jacobino. Celebro también el campeonato de Europa del «Salsero» Rubén Nieto en Londres, en un baño de sangre de Scorsese, pero eso va en otro artículo.