Premier League

Guardiola golpea primero

El City, muy superior en el primer tiempo, se lleva el derbi de Manchester ante un United que reaccionó en la reanudación

Mourinho y Guardiola REUTERS

Enrique Yunta y LUIS VENTOSO

Crónica

Como en los viejos tiempos, solo que esta vez con todo el pomposo envoltorio de la Premier, Pep Guardiola doblegó a José Mourinho en un precioso partido de fútbol, teñido de celeste el derbi de Manchester en el capítulo uno de esta nueva guerra que anticipa emociones fuertes. Ganó el City en Old Trafford (1-2) y, en el cómputo global, se puede decir que ganó justamente, aunque se vio alterado el guión por un fogonazo de los locales antes del descanso después de una soberbia lección de Guardiola, que en escasos meses le ha dado forma a su nueva obra. Más allá de las filias y fobias, es justo reconocerle al catalán sus buenas maneras, excelente cocinero que cuenta con una generosa chequera para comprar los mejores ingredientes. Luego se trata de mezclarlos con tino y su propuesta tiene una pinta excelente, o al menos eso demostró especialmente en el tramo inicial de una cita extraordinaria. De Mourinho y su United, ni una sorpresa porque es y siempre será eso, él nunca engaña. Y, con todo, muchas veces le ha funcionado y casi le da para rascar al menos un punto, aunque se le amontona el trabajo. Sobre todo, estando Guardiola en el mismo ecosistema.

Para empezar, el City montó un gigantesco rondo en el verde del enemigo, poco a poco implantada esa romántica idea de Guardiola de sobar la pelota hasta llegar a la meta. Cuesta alterar la manera de entender el fútbol en las Islas y más si se pretende pasar de los 200 pelotazos por tarde a los 500 ó 600 pases en horizontal, aunque también se ha trabajado el balón largo y la segunda jugada. Completó una primera entrega de manual y durante 42 minutos sonrojó al vecino, que corría detrás del esférico como un pollo sin cabeza. Hasta ese momento, se apostaba por la goleada, pero un error de Bravo a la salida de un falta colgada desde la lejanía permitió que Ibrahimovic diera vida a Mourinho con un remate a puerta vacía más complicado de lo que pudiera parecer. 1-2 al descanso, incomprensible después de semejante meneo.

Guardiola, que recibió una carantoña con abrazo/colleja de Mourinho en el saludo más mediático de la historia de la humanidad, trazó una idea perfectamente ejecutada por De Bruyne y Silva, dos artistas que le dan sentido al croquis y que hacen buenos a cualquiera que les rodee. Los primeros minutos de De Bruyne fueron estupendos y él mismo, a los 12 minutos, se encargó de abrir la cuenta en el gol menos guardiolístico posible . Ante la presión, Kolarov apostó por un zambombazo desde las antípodas que prolongó Iheanacho para retratar a Blind, cuyo marcaje resultó pésimo, y el belga se plantó solo ante De Gea, al que superó con una tranquilidad inusual. En el 35, el propio de Bruyne propició el segundo con un remate que escupió el palo y que cazó Iheanacho más solo que la una, el tanto más sencillo de su carrera. Un baño del City con premio.

Lo mejor de Mourinho es su capacidad para alterar partidos o adaptarse en función de los otros, así que se puso a pensar en el intermedio y dio entrada a Ander Herrera y a Rashford para poblar el centro del campo e inquietar a un calamitoso Bravo, seguramente lo menos fiable del City en el derbi sabatino y al que se le perdonó un penalti por ese empeño en que los porteros sean un jugador más con el balón en los pies. Creció el United ajustando a Pogba en la izquierda y coqueteó con el empate, encendidos cuando el choque pasó a ser de ida y vuelta. Rashford fue incordio, Ibrahimovic gobernó con su anarquía vanidosa y Rooney se enzarzaba en mil protestas con el árbitro, al que reclamó un puñado de penaltis. En el área contraria, De Bruyne lanzó un disparo al palo, Silva asombró con su magia y De Gea salvó dos tantos con intervenciones de mérito. Una tarde vibrante, impecable en todos los sentidos.

Y se impuso Guardiola, muy superior al principio en la pizarra y luego reducido por los movimientos tácticos de Mourinho , que despidió a su enemigo íntimo con la cortesía del anfitrión. Pudo empatar el United, sí, pero valió más el primer tiempo del City. La Premier celebra esta nueva era.

Previa

En mayo del año pasado, Mourinho tocaba el cielo en Chelsea. «Ya no soy el ‘Special One’, ahora soy el ‘Happy One’», proclamó, para recochineo de la prensa británica, que siempre se lo ha observado con un divertido distanciamiento irónico.

Aquel mayo, Mou festejaba la conquista de la Premier , pero en sus palabras de celebración no pudo contenerse y mandó un recado: «Podría elegir cualquier lugar del mundo donde es más fácil ser entrenador que aquí. Podría ir a un país donde un utillero puede ser entrenador y ganar un título». Ni siquiera en sus horas más felices logró olvidar a su enemigo íntimo, Pep Guardiola, enrolado entonces en Munich . Siete meses después, el Chelsea despedía a Mou , que lo dejó en el puesto 16 y salpicado por escándalos tan arrabaleros como su extraña cuita con la bella doctora Carneiro, médico del club.

Hoy (13.30 horas, Movistar Fútbol), los dos tocayos, José y Pep, vuelven a cruzarse tres años después de su último duelo, en un derbi en Old Trafford entre el Manchester United y el City. Las 75.600 localidades han volado y se pagan en la reventa a 700 euros. Nadie quiere perderse lo que se ha bautizado en Inglaterra como el «derbi tóxico» , en alusión al vinagre de sus rencillas. Una semilla de odio que se sembró en mayo de 2008, cuando el Barcelona entrevistó a los dos para ocupar el banquillo y eligió al canterano. Mou nunca ha perdonado aquella afrenta: un entrenador con una Champions en su palmarés se veía relegado por un novato que entrenaba al filial.

En Inglaterra hay ganas de circo, es innegable. «¡Mourinho todavía no ha encontrado una conspiración!», se lamentaba ayer un comentarista en «The Times». Otros saludan el odio africado de Mou, de 53 años, y Guardiola, de 45, como «una soap opera», un culebrón de enredo de trazas cómicas. Pero desde que llegaron a Inglaterra a comienzos del verano están decepcionando, porque han guardado las formas , lo cual perjudica al circo. Tal vez atienda a la necesidad que tienen ambos de prestigiarse de nuevo. Pasan por ser los dos mejores entrenadores del mundo , uno desde el bronco estilo «amarrategui» y otro desde el sobón «tiki-taka». Pero Mou salió trasquilado de su segunda etapa Stamford Bridge y Pep fracasó en Munich, pues se le escapó la Champions, que era lo que de él se esperaba.

Pep, que es de la escuela de matarlas callando, ofreció un recital de estudiada bonhomía en su rueda de prensa de ayer. Preguntado si se tomaría un vino al acabar el partido con el que antaño llamaba con desprecio «Don José, el puto amo» , no lo dudó: «Si me invita, lo haré». Más tarde hasta regaló elogios: «He dicho muchas veces que tengo un montón de respeto por él. Siempre trato de aprender y también lo hice de él . José fue mi entrenador en la etapa de Bobby Robson en el Barcelona. El último encuentro con él, en Madrid con el Barcelona, no fue fácil. Pero nos hemos visto hace tres semanas en una reunión de entrenadores de la Premier y estuvimos hablando. Nuestra rivalidad está más en los medios».

Don José en cambio estuvo más frío y comedido . «Es un partido normal», comentó de manera inverosímil sobre un derbi entre dos rivales imbatidos en el arranque de la Premier, que enfrenta a un City que se gastó este verano más de 200 millones de euros en fichajes con un United que invirtió 175 millones (incluidos los 120 que pagó a la Juve para hacerse con el joven centrocampista francés Pogba, el ser humano más caro de la historia de la Liga inglesa). Cuando le preguntaron por Guardiola, Mourinho sacó su talante mourinhesco : «¿Hay algún problema? No necesitas que te responda», y añadió que los entrenadores no son lo importante del derbi: «Esto va de los jugadores».

El United, el más rico del mundo

El United, el club más rico del mundo , es 16 años más antiguo que el City y lo desborda en palmarés: 20 títulos de la Liga inglesa frente a cuatro. La afición del City es más local; se pretende el club real de Manchester, ciudad inglesa grande, feucha y norteña. El United, en cambio, es una marca global, con 92 millones de seguidores en las redes sociales , frente a 28 de su rival.

Pero si nos centramos en la rivalidad particular de los técnicos, hasta ahora ha ganado Guardiola : de 16 partidos en que se han enfrentado, se impuso en siete, perdió tres y empató seis. ¿Se puede colegir de ello que Pep es mejor que José? Hay opiniones. Los críticos de Guardiola apuntan que con el inigualable plantel que heredó en el Barcelona, que además ya poseía un patrón de juego definido, era sencillo reinar, pero que nunca ha coronado una proeza como la de Mou en 2004, cuando llevó a un discreto Oporto a conquistar la Champions del 2004 (echando al Dépor en semifinales).

Ambos son ultra competitivos . Pero en lo demás no pueden resultar más diferentes. Empezando por el porte. Pep va de metrosexual, corbatita estrecha y embutido en trajes demasiado prietos, ya un poco grotescos a medida que va cumpliendo años. Mou cultiva un cierto desaliño y se ha entregado bastante a la informalidad del chándal.

En estrategia, la máxima de José es muy clara: «Gana quien comete más errores y el que tiene el balón es el que comete más». Mou no quiere la bola. La posesión de sus equipos no llega al 60% , mientras que los de Pep, entregados al culto al tiki-taka, superan siempre el 65%. En 2010, cuando Mourinho eliminó al Barça de la Champions en el mismísimo Camp Nou, su Inter de Milán tuvo una posesión rácana, solo el 19%. Por supuesto, aquella noche acabó con diez («Siempre que juego con Pep me quedo con diez, debe ser alguna norma de la UEFA», rezongó en una ocasión). Los equipos del portugués son más leñeros. En sus legendarios duelos españoles, el Madrid cometió 346 faltas y el Barcelona 220.

Mourinho no engaña. A veces –muchas- es un borde y sin duda lo parece. Lo de Guardiola es más sutil, pero existe un reverso oscuro, con pasajes tan espinosos como la ruptura de Tito Vilanova con él en sus horas finales. Y aquí es donde entra el tercer protagonista del «Derbi Tóxico», Zlatan Ibraimovic, al que Guardiola echó del Barcelona en 2010, sacrificándolo en el altar del culto a Messi.

Reencuentro con Ibra

«Siento un montón de respeto por Zlatan y por todo lo que ha hecho en su carrera y por el mundo del fútbol», proclamó ayer un beatífico Pep. Pero parece que el aprecio no es recíproco . «Es un magnífico entrenador, pero como persona es un cobarde», lo acusó Ibra en 2013. El pasado julio, el goleador sueco habló ya del partido de hoy: «Estoy planeando mi venganza». El veterano ariete de los 193 centímetros de talla ha iniciado el curso marcado. Será el delantero más observado, porque Guardiola sufrirá la sensible baja del Kun Agüero, sancionado .

Las casas de apuestas, barómetro clave en Inglaterra, se inclinan por una victoria del United de Mourinho. Enfrente tendrá a un City barcelonizado, con Pep en el banquillo, Beguiristain de director deportivo y Ferrán Soriano , inhabilitado por el Supremo en su día por la quiebra de Spanair, como director ejecutivo del club, que es propiedad desde 2008 de un emir de Abu Dhabi.

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