Fútbol
El tortuoso camino hacia la élite de Primera división
Gori Gracia, la perla de la cantera del Espanyol, debutó ante Osasuna. El centrocampista es un caso atípico en el que su familia priorizó siempre la formación por delante del fútbol
Cuando saltó al campo en el minuto 82 sustituyendo al capitán David López su padre se derrumbó. Las lágrimas que bañaban sus mejillas concentraban un batiburrillo de sensaciones y por su mente desfilaba a velocidad prodigiosa la evolución de Gori , su pequeño Gori, desde que con once años el Espanyol lo fichó de la Damm. Ahora con 19 ya es un hombre que vislumbra su futuro en el primer equipo blanquiazul. De hecho, a principios de mes renovó por tres temporadas su vínculo con el club catalán. Pero detrás de su debut, al igual que la punta de un iceberg, hay un tortuoso y complicado camino que no siempre desemboca en la élite. Y su familia se ha encargado de gestionarlo priorizando la formación personal a la futbolística.
Nacido en Barcelona , Gori Gracia, se trasladó junto a sus padres a vivir a Arenys de Munt. Con doce años jugaba en la Damm y cada día llegaba a las once de la noche, reventado, en un taxi que ponía el club de Nou Barris para todos los futbolistas que vivían fuera de la zona metropolitana. Por eso, cuando el Espanyol fue a buscarle vio el cielo abierto: podría vivir en la residencia perica y compaginar el fútbol con los estudios. « Ha sido muy duro . Yo no quería que fuera a la residencia, yo quería tenerlo en casa. Era un niño», explica su padre, que siempre ha tratado que el fútbol no pasara de ser un entretenimiento del que adoptar los valores que transmite.
« Si vive y duerme fuera de casa tienes que estar más encima y debes hacer un sobre esfuerzo. Tienes que enseñar a tu hijo a saber gestionar sus emociones. Y estando fuera de casa es mas complicado. A él le costó lo suyo. Tuvo la ayuda de un psicólogo. Al final maduran de golpe y deben acostumbrarse a desenvolverse solos. No obstante, el Espanyol lo tiene muy bien montado para conciliar fútbol y estudios», recalca Gori sénior, que destaca el rol de Rosa, la madre del jugador: « Su madre ha hecho un trabajo exquisito . El aspecto psicológico de un niño que se está haciendo persona y aun no está formado, tienes que cuidarlo mucho porque se te puede estropear».
Esta fijación por mantenerlo en el núcleo familiar le llevó a desestimar en tres ocasiones la oferta del Real Madrid , la última de ellas el año pasado cuando ya se asomaba al filial. «Que tu hijo juegue en según qué clubes puede llevarte a pensar que tiene posibilidades de dedicarse a esto del fútbol. En mi caso siempre ha sido todo lo contrario. He pensado que era un hobby que le ha ido a más y siempre hemos pensado que cada uno labra su futuro con valores como el trabajo y el esfuerzo. La vida pasa por tener una educación y unos estudios para luego poder acceder a ciertos puestos de trabajo que te permitan vivir de lo que uno quiera ser. Y el deporte lo he concebido siempre como algo que te ayuda a crecer y a desarrollarte como persona pero que son hobbies y nunca piensas que vas a poder vivir de ellos», desgrana Gori, un padre atípico en los tiempos que corren.
El futbolista interviene cuando oye la pregunta sobre las ofertas del Madrid. «A todo jugador nos gusta que nos vengan equipos del máximo nivel y siempre te entra el gusanillo... Es una manera de saber que vas por el buen camino pero a día de hoy no se me hace difícil rechazar otras ofertas porque cuando estás bien en un sitio no se te hace complicado. El club en el que estoy apuesta mucho por mí y me lo ha puesto todo muy fácil. Estoy muy cómodo en el Espanyol y creo que es mi sitio a día de hoy y donde tengo que estar», apunta serio, transmitiendo la seguridad habitual de quién está predestinado a triunfar. Ya no es aquel pequeño de diez años que necesitaba ganar en físico y al que su padre puso todos los fines de semana bajo la tutela de la exatleta Teresa Pulido para que adquiriera una preparación física adecuada a las necesidades actuales del fútbol.
Gori puede tener este sábado una nueva oportunidad ante el Villarreal . Los escasos diez minutos que jugó en Pamplona le permiten empezar a creer que el sueño puede hacerse realidad. «Hasta que no llegué a juvenil de segundo año no quise hacerme ilusiones. Ahí ya vi posibilidades reales, pero mi padre seguía negándom e», comenta con una sonrisa.
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