Salvador Sostres
Tirar la Champions
El Barça no llegó con miedo al Atlético, sino con pavor de no ser él mismo
El problema de los mejores es que cuando no estamos inspirados somos los primeros que lo notamos y nos deprimimos. No sabemos administrar el ocho y medio porque todo lo que no sea el diez nos parece aborrecible . O César, o nada. Mis artículos, las raras veces que no son perfectos, son una porquería.
En el fútbol estos bajones se pagan caros cuando la temporada se instala en la fase en que ya sólo te queda batirte con los grandísimos. El Barcelona no llegó al partido con miedo al Atlético de Madrid, sino con el pavor de no poder ser él mismo . Durante la primera parte, Luis Enrique jugó a enfriar el momento, a invertir más en defensa que en ataque, a no tomar riesgos, y, en fin, a ver pasar el tiempo tratándose de evitar mayores inconvenientes. El partido estaba siendo eso que los cursis llaman «táctico», cuando sería más fácil decir malo. No es lo que uno espera de la Champions, pero cuando el talento se esconde hay que tirar de oficio, aunque se duerman las cabras.
La cosa pareció funcionar hasta el soberbio cabezazo de Griezmann. Entonces al Barcelona se le empezaron a ver las costuras, la impotencia , no porque jugara especialmente mal, sino porque se notaba que no se encontraba, que no se gustaba, que su ocho y medio le incomodaba y lo convertía compulsivamente en un cuatro; y aunque un gol le bastaba, y no parecía una gesta inalcanzable, los que sabemos de estas cosas veíamos la eliminatoria sentenciada. Los que esperaban que el Barcelona resucitara, se fueron al descanso sin más remedio que permanecer en su fe y sin ninguna prueba, y con los bárbaros a punto de entrar en la ciudad.
El Atlético se había adueñado del partido y lideraba justamente la eliminatoria. Qué triste es el fútbol cuando el Barça no comparece, y hasta qué punto se degrada el espectáculo: todo queda reducido a bocadillo de sardinas, y a bocadillo de sardinas, los equipos de Simeone siempre ganan . Al principio de la segunda parte continuamos asistiendo, con la misma estupefacción, al extraño fenómeno de la desconexión azulgrana. No por repetido resulta menos extravagante este súbito apagón de la que se supone que es la mejor delantera del mundo.
A estos chicos, ¿qué les está pasando?¿Es Panamá? ¿Es cansancio? Fue un espectáculo en sí mismo ver cómo un gran equipo tiraba a la basura la Champions . Incluso cuando intentaban presionar, resultaban de una vulgaridad insoportable. Por cómo se defendía el Atlético hay que reconocer que las sardinas no eran de lata. Oblak, fantástico. Pero en cualquier caso, lo significativo fue la desaparición del Barça, aburrido de él mismo, asqueado en su colapso, sin comparecer en ningún momento, con la grandeza extraviada. En tres partidos se han fumado una temporada que venía siendo extraordinaria. Lo de ayer no fue perder, por mucho penalti que al final y justamente se reclamara. Lo de ayer fue el hijo del señor conde casándose en secreto con el chófer.
Tal como en las grandes ocasiones he celebrado la genialidad de Messi , y no me he cansado de elevarlo a los altares, ayer estuvo ausente como en aquella deplorable temporada del Tata Martino; y no es en modo alguno aceptable que una estrella como el argentino mostrara tan escaso grado de compromiso.El Atlético hizo lo suyo. El Barça tiró la Champions como si fuera un chicle.