David Gistau - Nadar entre tiburones blancos

Un tipo de antes

Que Tony Adams llegue al Granada como profeta salvador a la Liga del tiqui-taca tiene algo de evangelización inversa

DAVID GISTAU

Los aficionados al fútbol españoles tenemos razones para sentirnos en la actualidad los devotos custodios de un primoroso fútbol de toque, aseado y moderno, que se volvió hegemónico a partir de la Euro de Austria y de la aparición posterior del Barcelona de Guardiola. Hasta en el fútbol de base, que yo frecuento siguiendo a los prebenjamines del Canillas incluso allende las fronteras regionales -polvo, sudor y gasolina-, es difícil encontrar un equipo que no trate de jugar con la pelota pegada al suelo y que incluso de la cueva, bajo presión, no intente salir combinando. Esto ya se volvió genético, la especie se nos adaptó al tiqui-taca y los nuevos ejemplares se tiran paredes al llegarles su primer balón igual que la cobra trata de morder nada más salir del huevo.

Esto de ser vanguardia del fútbol moderno, dominar la Champions y sentirse en el centro mismo de este fútbol de dimensión universal con palcos vip y sin fondos de a pie inspira inevitablemente una profunda «nostalgie de la boue» que a mí me llena de añoranza de los años ochenta y noventa. Por ello, el hecho del fútbol que más me ha entusiasmado esta semana, aparte de lo del Real Madrid en Munich y lo de Isco en Gijón, ha sido la llegada de Tony Adams a Granada como entrenador. Que Tony Adams llegue como profeta salvador a la Liga del tiqui-taca tiene algo de evangelización inversa. Como si un monitor de combate fuera a liberar a unos muchachos inhibidos por la retórica de los pases en corto. Pero a mí me trae el recuerdo de aquel fútbol inglés poblado de tipos combativos, más eficaces tocando al rival que la pelota, de los que alguien dijo que la frase que deberían tener todos cincelada en la lápida era: «¿Qué coño miras?».

Algo así preguntó Vinnie Jones a Emmanuel Petit en el túnel de vestuarios durante la primera temporada en el Arsenal del francés. Al verlo intimidado, Tony Adams le dijo que ahora ya sabía que no iba a jugar al fútbol, sino a participar en una «street fight», una pelea callejera. A Petit lo llevó a la isla Wenger cuando, en la estela de Eric Cantona, alguien decidió que a la endogamia de reñidores en que se había convertido el fútbol inglés le convenía rebajarse la bravura mezclándose con un chorro achampañado de fútbol continental. Wenger abrió la primera misión entre paganos como un fray Junípero, y ahí empezó un proceso de homologación que iba a volver difícil, en su propio ecosistema, la supervivencia de los grandes ogros como Tony Adams , que además estaban impregnados de otra cultura perniciosa, la del alcohol, la de las borracheras como elemento cohesionador de un equipo. Para que se hagan una idea de cuánto penalizaba entonces no participar en semejante costumbre, existe la anécdota de que Paul Gascoigne hizo circular el rumor de que Graeme Le Saux era homosexual porque en una ronda pidió una copa de vino blanco. «Es que es medio francés», le dijeron, lo cual le sonó a confirmación de sus sospechas. El estado actual de Gascoigne recuerda de qué se salvaron los compañeros de generación que, como Tony Adams, lucharon contra la adicción y se dieron otra oportunidad en la vida. Y es seguro que Tony Adams, quien siempre tuvo capacidad de liderazgo, agitará el ambiente allá donde esté.

El último motivo por el cual ese Arsenal nos cae simpático es ya un cliché literario: se trata del equipo de Nick Hornby, el que le inspiró «Fiebre en las gradas», libro que, junto a «Damned United», la historia de Brian Clough , está entre mis favoritos para comprender cómo fue aquella época inglesa, cómo eran aquellos partidos hirsutos, qué sentía una hinchada al llegar a una oscura estación de tren temiendo una emboscada, y cuán hermoso era aquel estadio de Highbury en al que tuve tiempo de ir -y de ver a Tony Adams perdiendo 0-1 un derbi espantoso, «boring» de verdad, contra el West Ham- pero que el fútbol moderno condenó por obsoleto. El Arsenal juega ahora en un gran estadio idéntico a otros seis o siete.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación