La selección llega a Madrid tras su fracaso en el Mundial

Fue un viaje largo y duro. Cinco horas en las que los jugadores apenas se levantaron de sus asientos. Iniesta, pegado a su balón. Es el recuerdo que se lleva de su último Mundial. Fue el regreso que nadie quería, que nadie esperaba. Nada más bajar del autobús, llegó el momento de las despedidas. Entre abrazos, ponían fin a 25 días de concentración en Krasnodar (Rusia). El final fue calamitoso pero el vestuario, a juzgar por estas imágenes, sigue unido. El desenlace del Mundial no ha resquebrajado la buena relación entre los jugadores. Fernando Hierro se despedía uno a uno de todos, especialmente cariñoso se le vio con David De Gea, uno de los más cuestionados. El portero saludaba tímidamente a los pocos aficionados que recibieron a la selección. Uno de los más aclamados, Isco. Los rojiblancos Koke y Diego Costa se fueron juntos. A algunos aún les quedaba viaje de regreso a su casa. Era el caso de los azulgranas, que llegaron de madrugada al Prat de Barcelona. Serios y sin querer hablar. Iniesta agarrado a su balón. Para muchos será un hasta luego, para otros un adiós.