Real Madrid

Martin Odegaard, el futbolista que nunca se cansa de entrenar

Cuatro años y medio después de su debut en el Bernabéu, el noruego regresa a la que es su casa con el cartel de futbolista revelación del torneo

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Rubén Cañizares

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El 23 de mayo de 2015, cinco meses después de firmar por el Real Madrid, Martin Odegaard (Dramenn, 17 de diciembre de 1998) se convertía en el debutante más joven en la historia del club blanco, y también de la Liga, con 16 años y 157 días. Fue en un duelo intrascendente ante el Getafe (7-3), de la última jornada doméstica de aquella temporada, pero para un niño que ni siquiera sabía aún conducir aquello fue un bendito regalo. Hoy, cuatro años y medio después, volverá a pisar el verde del Santiago Bernabéu: «Creo que es muy difícil jugar en el Madrid con 16 años, y todavía con 20 sigue siendo muy complicado», explica con humildad.

Odegaard es uno de los fichajes más mediáticos del Madrid en esta última década. Cuando media Europa se peleaba por él, la entidad blanca fue la que más astuta estuvo para seducir al noruego. Unos días en Valdebebas y un ambicioso proyecto de futuro que bien se encargó de detallarle José Ángel Sánchez, el gran responsable de poner sobre las mesa 1,5 millones por aquel niño noruego, a Hans Erik, padre y mentor de Odegaard.

Su progenitor, también futbolista durante la década de los noventa y principios de siglo, se retiró en 2004, a sus 32 años, para pulir el diamante que tenía en la familia. Hizo sus pinitos en Noruega como entrenador, pero tras su retirada el día a día se centró en Martin: «La relación entre padre e hijo siempre ha sido especial. Hans sabía que Martin partía con una desventaja muy grande, que era su lugar de nacimiento. Salir de Noruega hacia el fútbol de élite es muy complicado, pero el padre tenía muy claro cómo hacerlo», explica a este periódico una persona de la cantera del Madrid.

Antes de llegar a Madrid, Odegaard jugó en el Drammen Strong, equipo de su ciudad, y en las categorías inferiores del Strømsgodset, el club en el que estuvo diez temporadas como profesional su padre. En ambos, Martin jugaba en equipos de superior categoría a su edad. Petición innegociable del padre, siempre buscando la exigencia máxima en el proceso de maduración de su retoño. Por eso, esquivando el duro invierno del país nórdico, montaron en el garaje de la casa familiar un mini campo de entrenamiento donde ejecutaba planes de trabajo individualizados de 3 y 4 horas de duración, con especial hincapié en el perfeccionamiento de la técnica: «En esa parcela, Hans es muy bueno y ahí está el resultado. Su hijo es un prodigio técnico. Un privilegiado», cuentan desde La Fábrica.

Eredivisie

Tras dos años en el Castilla , uno de ellos a las órdenes de Zidane, Odegaard se marchó a Holanda, con el objetivo de crecer en una liga de nivel medio en Europa. Padre e hijo vivían en la zona de Conde de Orgaz, donde recibían visitas habituales de la madre y las hermanas, y su vida en Madrid consistía en horas y horas de entrenamientos, en Valdebebas y en casa: «Son personas de perfil bajo, muy nobles e introvertidas, que solo piensan en fútbol las 24 horas del día. Y entrenaban más horas que nadie, porque su cultura del trabajo y más trabajo es la única que conciben para triunfar», detallan estas mismas fuentes de la cantera.

En Holanda jugó año y medio en el Heerenveen y una temporada en el Vitesse. De menos a más curso tras curso, acaba siendo la sensación de la Eredivisie hasta el punto de poner 25 millones el Ajax sobre la mesa, oferta nunca valorada en el Real Madrid, sabedor que tiene en Martin un jugador que puede marcar una época de blanco. Pero antes, le toca finalizar la mili que empezó en 2017.

Lo está haciendo en San Sebastián, esta y la próxima temporada, y en solo 12 jornadas es el futbolista revelación de la Liga. MVP del mes de septiembre, y referente de una Real Sociedad que está a solo dos puntos del coliderato de Real Madrid y Barcelona : «En el vestuario todo el mundo alucina con Odegaard. En un pestañeo te das cuenta que es un jugón. Pero es que termina el entrenamiento, y sigue machacándose él solo sobre el verde y en el gimnasio. Tiene unos datos físicos impropios de su edad», explica a este periódico una fuente del club vasco. Es tan profesional que tiene hasta psicólogo personal para entrenar su mente.

Odegaard se siente tan identificado con San Sebastián que se ha comprado una casa en la zona de Hospitales, un barrio apartado del centro, y cercano a Anoeta. Allí viven las mayoría de jugadores de la Real. Como ya le sucedía en Madrid, tiene una vida muy hogareña y llena de fútbol. Entre sus pocas evasiones, dos clases de castellano a la semana y algún capricho culinario un sábado o domingo de asueto: «Sólo pienso en el fútbol. Entreno y descanso pensando en fútbol, salgo muy poco de casa. Hago gimnasio para estar mejor y me cuido mucho la comida. Ahora, por ejemplo, no como pasta. Y helados o chocolate, sólo un poco los fines de semana, para disfrutar un poco», explicaba hace poco en una entrevista radiofónica: «El fútbol es mi trabajo, pero es algo más. Es mi vida y lo que me gusta hacer. Estoy feliz de poder vivir de ello», sentencia.

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