Real Madrid-Barcelona
Ramos-Piqué, dardos venenosos
La disputa mediática que mantienen para defender a sus clubes se acentúa y podría salpicar a la selección española
Tan pronto se levantó y vio a Hernández Hernández extraer la tarjeta roja, Sergio Ramos reprochó al árbitro su decisión, se puso a menos de un palmo de su cara y, al comprobar que no había otro camino que el de la ducha, se giró buscando a Gerard Piqué , agitador por naturaleza y líder de la teoría de la conspiración. «¡Ahora habla, ahora habla!» , le exclamó el central del Real Madrid al del Barcelona, increpándole por el exceso de lamentos a través de los medios y las redes, dando a entender que la expulsión por su entrada a Leo Messi estaba condicionada por su prolongada presión para amedrentar a los colegiados. Piqué, autoproclamado portavoz del barcelonismo por sus aires presidencialistas, lleva meses asegurando que al Madrid se le ayuda de manera descarada, dueño de la contundente frase «ya sabemos cómo funciona esto» . Y Ramos opina que tanto mensajito ha acabado por coartar a los jueces. Dentro de la eterna rivalidad entre Madrid y Barcelona casi todo vale porque hace mucho tiempo que se superaron los límites, pero la gran perjudicada de toda esta polémica podría ser la selección española, rescatando los tiempos de agitación propios de la era Mourinho.
Sostienen tanto Ramos como Piqué que, hoy por hoy, mantienen una relación más que buena , limadas las asperezas del pasado. En los primeros tiempos de Piqué en la selección, Madrid y Barcelona vivían en una permanente agitación, y los dos defensas son de gustarse delante de un micro, guardianes del escudo y de las aficiones. «Tuvimos unos comienzos un poco fríos, pero ha ido a más nuestra relación» , desveló Piqué en septiembre de 2015. Ciertamente, estrecharon lazos después de varios pellizcos en público y antes de la última Eurocopa el catalán definió la situación. «Con Sergio siempre hemos tenido una buena relación, cada uno defendiendo los intereses de su equipo, y en la selección siempre hemos dado un buen rendimiento juntos. Cuando llegas aquí te olvidas de todo eso, porque quieres el mismo objetivo. Nunca hemos tenido ningún problema, lo pasamos mejor de lo que la gente cree. Lo que vende es decir que no nos llevamos bien. A nivel de clubes hubo una época en la que las relaciones no fueron las mejores, pero a nivel persona nunca hemos tenido ningún problema».
Efectivamente, es habitual verles compartir risotadas en Las Rozas , siempre con la tendencia tan futbolera de taparse la boca para que nadie sepa de qué hablan. Cuentan que han intimado e incluso tocan ya asuntos personales, y aceptan y se toman con cierta guasa el pulso dialéctico que fomentan.
Piedrecitas y abrazos
Piqué habla con acidez desde el Camp Nou y en el Bernabéu saben que Ramos entrará al trapo, asegurado el show y las portadas. « Nos gusta tirarnos alguna piedrecita, pero ahora cuando le vea le voy a dar un abrazo. Es el morbo y el pique que hay entre el Real Madrid y el Barcelona. No te voy a negar que nos hemos acostumbrado. Nos lo tomamos sin ningún tipo de maldad, todo muy deportivo», afirmó el sevillano en la última concentración de España.
Sin embargo, existe el riesgo de que la cuerda se rompa de tanto tensar. Piqué pisoteó los valores del Madrid hace tres semanas en la zona mixta de París después del amistoso entre Francia y España y aseguró que en el palco del Bernabéu «se mueven los hilos», acusación con cierta gravedad ya que dio a entender que hasta las imputaciones de Messi y Neymar están dirigidas por las altas esferas del Madrid. Ramos capeó sin querer entrar demasiado, pero se irritó el domingo con la roja, señalando directamente a su enemigo íntimo.
En su desfile al vestuario, también apuntó al palco, a ese palco al que se refiere Piqué, para recordar aquella reflexión. «A él le gusta siempre opinar de los árbitros y de las jugadas polémicas. Con tantas quejas y con tanto morbo de cada tuit que hace, se ha llevado el gato al agua », reflexionó Ramos. «Cuando llegue a casa se va a arrepentir. Creo que la roja es muy, muy clara. El problema es que aquí están acostumbrados a unos arbitrajes muy permisivos». De dardo en dardo, Piqué y Ramos avivan el fuego mientras Julen Lopetegui, selecCionador nacional, prepara el extintor.
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