Todo irá bien
Quererse no basta
Ni cuando es mejor y merece ganar, el Barcelona consigue librarnos del profundo tedio
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La Supercopa se la inventó José Luis Núñez para que los clubes pudieran facturar al margen del carnet de socio. Es interesante que vendamos la Liga en países ricos y los que se quejan tendrían que preguntarse de dónde sale el dinero para pagar a las estrellas.
Hablando de dinero, si vendiéramos a Messi a los saudíes, Barcelona no volvería a tener escasez de petróleos hasta que mi hija sea abuela. Tal es la fascinación que crea entre los árabes, que todo se lo ovacionaron. El Barça fue durante la primera mitad manifiestamente superior al Atlético, sólo salvado por Oblak. El fútbol fue vulgar, aburrido. Ni cuando es mejor y merece ganar, el Barcelona consigue librarnos del profundo tedio que produce su juego, y la mediocridad continúa siendo su nota media, su característica. Pero en fin, no sería justo negarle a Valverde que ayer planteó una primera mitad más inteligente y profunda que la de la del Atlético de Madrid, aunque igual de estéril.
Pero en el fútbol, todo lo que es de una manera puede pasar de otra en 20 segundos, que son los que exactamente necesitó Koke para adelantar a su equipo. El Barça quedó descentrado, sin entender muy bien lo que le había pasado, hasta que Messi justo al lado de la Meca demostró que el Dios que realmente existe es el nuestro y que habla a través de su arte magnífico. Rescató un balón como de una cueva yihadista y de un disparo duro y seco clavó el empate lejos del alcance de Oblak.
A partir de entonces el Barça regresó a la luz y la consecución de ataques tuvo nervio y belleza. Griezmann lo intentó pero quien volvió a conseguirlo fue Messi, aunque el VAR lo anuló por mano rigurosa pero justamente. De todos modos dio igual, porque lo que la tecnología negó lo concedió Griezmann rematando un muy buen centro de Alba, rematado en primera instancia por Suárez. Buen juego –en la segunda parte sí– del Barcelona, inspirado por Messi y que tuvo en Oblak a un muro que evitó una goleada de escándalo.
El VAR anuló un segundo gol al Barcelona por un fuera de juego todavía más rigurosísimo, pero que lo era. Y como siempre que un equipo desaprovecha lo que tiene, el otro viene y se lo lleva; y el Atlético empató primero de un clarísimo penalti y luego marcó el tercero ante una defensa azulgrana de mantequilla.
Quererse no basta en el amor tal como hacerlo bonito media hora no basta en el fútbol y los partidos se ganan marcando más goles –y goles legales, claro, aunque sean ordinarios– que el contrario.