Fútbol y seguridad

Pulseras que ahuyentan a los ultras

Un año después de la muerte de Jimmy, el Real Madrid experimenta con éxito un brazalete nominal que obliga a identificarse al portador

José Carlos Carabias

Dice el refrán que nadie se acuerda de Santa Bárbara hasta que truena. Nadie repara en la patrona de la artillería y las tormentas hasta el 4 de diciembre. Algo de esto ha sucedido en el fútbol español. Hace un año murió en el río Manzanares Francisco Javier Taboada, alias Jimmy, y se ha convertido el hincha ultra del Deportivo en un símbolo. Desde que cayó al agua en las inmediaciones del Vicente Calderón, víctima de una salvaje paliza en la reyerta en la que él participó, las mentes pensantes del deporte decidieron que era el momento de cortar por lo sano respecto a la violencia en el fútbol. Debe ser el punto y final, se dijeron a sí mismos el secretario de Estado para el deporte, Miguel Cardenal, y el presidente de la Liga, Javier Tebas. Del presidente de la Federación, Ángel Villar, no se conoce postura, puesto que, fiel a su costumbre, nada ha dicho en doce meses. Un año después de la muerte de Jimmy, una idea sobresale por encima de todas. La aporta el Real Madrid, que ha empezado a experimentar con éxito el uso de unas pulseras antiultras.

Uno de las mayores taras en las estructuras del fútbol ha sido la dependencia de los clubes respecto de sus ultras. Por miedo a las amenazas de muerte o a la sinrazón de su comportamiento violento, las entidades han colaborado activamente con sus radicales, al decir de fuentes conocedoras de la lucha contra la violencia. Cobertura en los estadios, interacción con los jugadores y, sobre todo, el suministro de entradas en los desplazamientos. El Madrid, que ha apartado del foco a los Ultra Sur, también ha neutralizado su presencia en los viajes del equipo.

Después de los incidentes que generaron estos hinchas en Malmoe, en un partido de la Liga de Campeones, el Madrid puso en marcha un sistema nominal de adquisición de entradas en los desplazamientos que incluye un dispositivo de brazaletes obligatorios. «Son muy similares a los todo incluido de los hoteles », explica a ABC Manuel Redondo, director general de presidencia del Madrid.

El procedimiento es simple y, según el ejecutivo del Madrid, eficaz. El socio o simpatizante transmite al club la solicitud de una entrada para un partido fuera del Bernabéu. El club anota todas las peticiones y reserva la sala de un hotel en la ciudad de destino. El hincha blanco tiene que trasladarse hasta ese hotel e identificarse para recoger su billete. Un empleado del club le entrega el boleto y lo acompaña de una pulsera que debe colocarse en la muñeca para poder acceder al estadio.

«De esta manera no hay posibilidad de revender la entrada ni de transferirla a otra persona -cuenta Manuel Redondo-. Es el propio aficionado quien recoge y asume la entrada que se le entrega. Y lo tenemos identificado a través del dni y de la pulsera. Tenemos sus datos».

Proyecto pionero en París

El Madrid impulsó esta iniciativa en el encuentro contra el Paris Saint Germain en la ciudad de la luz y detectó una novedad a las primeras de cambio. «Las webs que se dedican habitualmente a la reventa, anunciaron que no tenían entradas para ese partido», enfatiza Redondo.

El club blanco repartió 2.400 entradas con sus correspondientes pulseras para el choque contra el PSG. El operativo le exigió desplazar a París a diez empleados más de los que suelen viajar con el equipo, al margen del personal de seguridad. En el encuentro del Sánchez Pizjuán contra el Sevilla, el Madrid recibió 300 peticiones de entradas y solo trasladó a tres trabajadores. Las mismas cifras (300) maneja el club para mañana, contra el Éibar en Ipurúa .

«El volumen de peticiones fue muy elevado en París y el método funcionó a la perfección -prosigue Redondo-. No hubo colas ni protestas ni nada. Pero, sobre todo, no hubo aficionados violentos. Con este sistema pretendemos, sobre todo, ofrecer un servicio a nuestros aficionados, que son los que nos importan, pero al tiempo hemos limitado la actividad de los reventas y los ultras. Nos cuesta dinero hacerlo, ya que hay que desplazar a diez personas, alquilar una sala en un hotel y otros gastos menores, pero compensa por la tranquilidad que supone para todos saber que puedes ir al estadio sin los violentos».

Al decir de la Comisión Antiviolencia, el Real Madrid se ha destacado como una de las entidades que más esfuerzos ha realizado por erradicar a los ultras de los estadios. El club tiene un listado de sus hinchas violentos, de aquellos que aportaron una fama perversa a los Ultra Sur. «Tratamos de cotejar con la policía cada desplazamiento de hinchas del club», dice Redondo. «Con las peñas hacemos lo mismo. Si viajan seguidores que no son socios, tienen que facilitarnos el documento de identidad de todos ellos. También ellos tienen que recoger su pulsera».

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