Fútbol
El polémico Balón de Oro a Megan Rapinoe

No andaba Megan Rapinoe por París cuando su nombre resonó en el Teatro del Chatelet, el escenario elegido para la entrega de los premios con más postín del planeta fútbol. El Balón de Oro , el galardón con el que la revista «France Football» distingue desde 1956 al mejor par de botas del planeta –o al menos ese era su leitmotiv en sus primeros días—, cayó este 2019 en los pies de Leo Messi, las manos de Alisson Becker y la vitrina de Rapinoe, si bien las justificaciones de unos y otros distan mucho de ser igual de razonables.
Mientras que el argentino, ratificado el ocaso de Cristiano Ronaldo y a la espera de un golpe en la mesa de alguno de los jóvenes en proceso de ebullición, luce ya como único aspirante al cetro de mejor jugador del planeta, Alisson levantó el curso pasado una Champions League para la que resultó definitivo, lo mismo con la Copa América que conquistó Brasil. Rapinoe, cierto es, venció en el Mundial de Francia , si bien su condición de icono del combinado de las barras y las estrellas obedece tanto a una cuestión mediática, identitaria, de discurso y marketing, como deportiva. Nadie le podrá quitar haber ganado el título con el añadido de ser la máxima goleadora de la edición.
Dudosos como vienen siendo los criterios de los últimos tiempo para designar el ganador del Balón de Oro (resuenan aún las quejas de quienes no estuvieron de acuerdo en condecorar a Luka Modric en 2018, por no hablar de la polvareda que levantó Fabio Cannavaro en 2006), el triunfo de Rapinoe podría ser comprendido si el razonamiento no se preocupase de excavar, no mucho más allá de la superficie de las cosas, en el historial deportivo de la futbolista.
Seis partidos lucen como único registro en su última temporada, la 2019, con el Reing FC de la National Women's Soccer League (NWSC). Además, los terminó sin hacer un solo gol. Tampoco repartió asistencias. Su contribución se quedó en 452 minutos sobre el césped, con los que ayudó a que su equipo terminase cuarto y no superase las semifinales del playoff. Once partidos en todo un año si se tienen en cuenta los de la selección, por más que la jugadora cuente ya 34 primaveras.
Quizá ello explique que una vez que su nombre sonó en el foro parisino el pasado dos de diciembre, todos abrieron los oídos esperando toparse con uno de los viralizados discursos de la futbolista, una activista más cuando se viste de calle. El rechazo a Trump , los derechos de la comunidad LGTBI y la batalla al racismo son algunos de los temas con los que se ha hecho mundialmente conocida, varias cuadras más allá de los círculos futbolísticos. Este Balón de Oro, teóricamente circunscrito a la pelota, abre la veta de la sospecha y cuestiona unos cimientos cada vez más sacudidos por sus propias decisiones.