Champions
La pesadilla de Guardiola en el Bernabéu
El técnico, que nunca vio la eliminatoria ganada, es la última víctima de la épica madridista y ve otra vez truncado su sueño de ganar la Champions lejos de Barcelona
Revista de prensa de la gesta del Madrid en semifinales
El plan redondo de Ancelotti
Cuando el cuarto árbitro levantó el cartel con el tiempo añadido de la segunda parte de la prórroga, Pep Guardiola se lanzó como un poseso a por él. Los tres minutos que reflejaba el electrónico le parecían poco alargue para la pesadilla que estaba viviendo. Como si un minuto o dos más fueran a permitirle despertar a tiempo y darse cuenta de que nada de lo ocurrido en el Bernabéu había ocurrido de verdad.
Lejos de hacerse realidad, el pitido del árbitro poco después consumaba un nuevo fracaso europeo del catalán lejos de Barcelona, incapaz de ganar la Champions a pesar de la inversión millonaria del City en los últimos años. Más de 1.000 millones que no le han servido para levantar el trofeo más deseado. Alegría que deberá seguir buscando, aunque ayer dejaba en el aire su posible continuidad en Mánchester . «Ha sido una eliminación cruel. Estuvimos cerca de lograr el pase, pero al final no pudimos alcanzarlo», señalaba resignado el catalán, centro de la diana de los aficionados blancos durante todo el encuentro.
Le recibieron con pitos cuando su nombre fue anunciado por la megafonía y le despidieron con sorna cuando ya se había consumado la eliminación. «Cuando mejor tenemos el juego y estábamos mejor, lo teníamos todo controlado pero ellos metieron mucha gente arriba con Militao, Asensio, Rodrygo y han encontrado ya dos goles. Por mi experiencia en este campo sabía que no estaba hecho, por su historia y porque ya habíamos jugado aquí», apuntó el técnico, intentando explicar lo que parece inexplicable.
Porque el Madrid perdía y necesitaba dos goles cuando el reloj ya agonizaba y no solo los consiguió, sino que anuló al City para toda la prórroga. Los cambios de Guardiola con el marcador a favor terminaron condenando a su equipo. Sin De Bruyne en el campo, el ataque citizen se resintió y no hubo reacción al tanto de penalti de Benzema. «Ahora necesitamos tiempo para procesar eso y volver con nuestra gente a casa», señaló Pep, al que aún le espera la recta final de la Premier, donde el Liverpool le pisa los talones.
Desde que abandonó el Barcelona, con el que conquistó la Champions dos veces en cuatro temporadas, Guardiola no ha podido levantar el título. Y eso que ha regentado dos de los banquillos más poderosos de Europa. Primero pasó tres años en Múnich en los que ni siquiera jugó la final. Después, ya en el City, se ha ido acercando poco a poco al título. Tanto, que lo rozó el año pasado en la final perdida ante el Chelsea. Decepción a la que se suma la derrota de ayer en el Bernabéu, que le dejó con cara de circunstancias durante muchos minutos, sentado en el banquillo sin saber qué hacer.
Su fútbol control, medida la táctica, se estrelló contra el corazón del Real Madrid y las emociones propugnadas por Ancelotti . Dos minutos fatídicos para él y mágicos para el madridismo, que ayer se fue feliz a casa por haberse metido en una nueva final de Champions y por haber alejado de ella al técnico catalán.
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