La pelirroja es la nueva estrella

Cualquier esfuerzo realizado por los futbolistas en la final, prórroga y penalties incluidos, es ridículo al lado del de Pilar Rubio. Llegó la novia de Sergio Ramos dos horas antes del partido a San Siro con su hijo mayor dormido a la espalda. Encorvada como una de esas porteadoras de Ceuta. Ramos, con su barbita de Rumpelstinkin, hizo un gesto de forzudo cuando metió el gol. Forzuda ella. Que además estaría ejercitando el suelo pélvico, como recomendó que hiciéramos a todas horas cuando presentó su libro «Embarazada, ¿y ahora qué?». Pues ahora te cargas al niño a la espalda para toda la vida. Rajoy no hizo esfuerzo alguno para no parecer Rajoy. Atendió a la prensa y dijo: «Tiene que ganar el mejor. Todo el mundo sabe quién es el mejor. Aunque a lo mejor no coincida todo el mundo con cuál es el mejor». Haciéndole un favor diríamos que es su tono Mister Chance. Pero lo cierto es que parecía el Piraña en aquel episodio de «Verano azul» en que los chicos se enfrentaban a sus padres.

El partido empezó tarde. Les ha dado por superbowlizarse y mineralizarse . Entre Alicia Keys y Andrea Bocelli (el Francisco de Pisa) aquello se demoró de manera muy poco seria. Menos mal que era Italia y no España. En la fanzone (cada día nos sacamos una tontería nueva), Katia Aveiro, la hermana de Cristiano, había cantado «Acurrúcate». Mucho mejor.

Ana Bollaín, la mujer de Ángel María Villar , esperaba en el palco a que el partido comenzara de una vez. Estaba detrás de Gianni Infantino, presidente de la FIFA. Ayer se puso un vestido de lunares sin mangas. Como Julia Roberts en «Pretty woman» cuando va al partido de polo. A la pobre le han hecho hasta una cuenta de Twitter ( @LamujerDeRosaaa ). Su perfil: «Me encanta el furborl».

Aunque no consta que hable como su marido. La fama a veces no cuesta, pese a lo que dijera Debbie Allen con la vara. Da igual, agua pasada. La memización (que no viene de meme sino de memo) necesita sangre fresca. La mujer de rosa fue ayer destronada por la pelirroja llorona, adorable chica con trenzas del Atleti . La Pipi Calzaslargas del Atleti. La reina ha muerto. Viva la reina. Y la estupidez.

Carmena y Richard Gere habían accedido juntos al palco, ese paraíso del turismo institucional. La primera sorpresa de la noche fue que Richard Gere no estuviera en el once inicial del Madrid, que menudo tostón nos han dado. Otro actor en la final era Nikolaj Coster-Waldau, el Jaime Lannister de «Juego de tronos». Cristina Cifuentes dijo ir con los dos equipos. «Me viene bien cualquier resultado». El Rey llevaba un pin del Atlético de Madrid y otro del Real Madrid. Don Juan Carlos, que hace de banquillo de Don Felipe en estos casos, ayer estaba siendo jaleado por los illorenses en la boda de Alejandro Santo Domingo y Charlotte Wellesley , la hija del duque de Wellington, que echó una bronca a su marido nada más salir de la iglesia.

Estuvo floja Cifuentes en su reparto. Cuando era delegada del Gobierno en Madrid llevaba en el bolso un abanico de la Guardia Civil y otro de la Policía, y sacaba uno u otro según con quien estuviera. Cristiano llevaba su pendiente de brillantes durante el entrenamiento pero para el partido se lo quitó. Todo lo que carga el hombre en las orejas, que se bajó del autobús con esos auriculares Beat como de ir a grabar «We are the world». Pepe, también. Fernando Torres había dicho que tenían la oportunidad de cambiar la historia. Hombre, eso habría sido si te hubieras metido por una puerta del Ministerio del Tiempo y el Atleti hubiera ganado la final contra el Bayern o la de Lisboa. Ganar ayer solo cambiaba la costumbre.

¿Quién ganará?, habían preguntado a Rajoy. «Uno de los dos». También dijo que España va muy bien. El fútbol es una de las pocas cosas en las que España va bien. A ver la Eurocopa.