Liga de Campeones

Papu Gómez, una estrella en miniatura para el Atalanta

A sus 32 años, sin sitio con la selección argentina, lidera al equipo bergamasco en el mejor momento de su historia. Hoy amenaza al Valencia

Gómez celebra un gol frente al Dinamo de Zagreb en la fase de grupos de la Champions EFE

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De lo que supone enfrentarse al Atalanta, un club cuya piel invita a envalentonarse pero que en sus carnes esconde el músculo de uno de los equipos que mejor juega al fútbol en Europa, dijo Guardiola que es como ir al dentista. Uno, eso sí, educado en una escuela bien distinta a la de otros odontólogos ilustres de la última década, caso de Simeone. Y en el que un argentino de 32 años, Alejandro Darío Gómez, el Papu, es el instrumento más temido por quienes se enfrentan a la camilla de Gasperini.

El pasado sábado el Atalanta remontó a la Roma para terminar atornillándose al cuarto puesto de la Serie A, empeñado en repetir presencia en la Champions el curso que viene, lo mismo que en afianzarse a la altura de la aristocracia italiana, algo impensable hace unos años. Concretamente hace seis aterrizó el Papu en Bérgamo, procedente del Metalist y a cambio de cinco millones de euros. Llegó para remar contra el descenso de la mano de Stefano Colantuono, siguió haciéndolo cuando cogió al equipo Edoardo Reja y, en 2020, con Gasperini moviendo los hilos, aquello parece una historia de otro tiempo: el año pasado terminaron terceros en la Serie A, el mejor registro del club desde su fundación, en 1907. Por si fuera poco, alcanzaron también a la final de Copa, aunque no pudieron con la Lazio.

La culpa, redondeando al alza, la tiene Gómez, un bonaerense que en apenas 165 centímetros concentra la dosis justa de atrevimiento, calidad y liderazgo para guiar a un conjunto que solo tiene ojos para el canterano del Arsenal de Sarandí. Ensartado en un inamovible 3-5-2, flota entre el doble pivote y los delanteros, Zapata e Ilicic. No se corta cuando toca bajar a pedirla al centro del campo, tampoco si la jugada le pide finalizar. Arranca y frenta, aguanta y gira, elimina rivales y junta compañeros, referencia siempre con el balón en los pies. Quizá por esa necesidad de aglutinar la pelota no ha logrado que su nivel se reproduzca en la selección argentina, donde el balón solo tiene un dueño, Messi. Más fama alcanzó gracias a las redes sociales, encandiladas por el «Papu Dance», el baile con el que celebra sus goles y que derivó en un videoclip grabado junto a un grupo de youtubers italianos. Con más de 43 millones de visitas, destina los beneficios que le genera a una academia de fútbol para jóvenes discapacitados que apadrina.

Seis goles y diez asistencias lo contemplan en Italia esta temporada. Solo Ilicic se mueve por encima en términos de producción, catorce tantos y cinco pases. Todo ello, en el equipo que más dispara a puerta de entre las cinco grandes ligas europeas. Hoy, de prestado en Milán, apunta al Valencia.

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