Champions

Oporto entero habló inglés inundado de azul

Los fans del Chelsea y del Manchester City protagonizaron dos noches de altercados en la ciudad portuguesa, mientras agotaron las existencias de cerveza en los bares de la Ribeira

Francisco Chacón

Después de dos noches de altercados en la Ribeira, junto al famoso puente D. Luis I (estilo Eiffel), los aficionados del Chelsea y del Manchester City mostraron un perfil más alegre y menos agresivo hasta la hora de acceder al emblemático Estadio do Dragao.

El día decisivo de la Champions League llegó como un antídoto para la ansiedad de los 'hooligans' ingleses, que al final no fueron los 12.000 inicialmente autorizados sino 16.500, porque creció tanto la demanda que hubo que ampliar el aforo.

Los invitados de alto nivel daban brillo al palco, de Figo a Karanka, mientras las dos tonalidades del color azul (el celeste del City, al lado de los 'blues' del Chelsea) invadían las gradas del campo, con una afluencia de espectadores limitada pero que lucía espléndida.

Otros miles de seguidores británicos tomaron posiciones en las terrazas de la Rua Santa Catarina, de Sá de Bandeira, de Cedofeita o de la Rua das Flores. También al abrigo de la Torre dos Clérigos se oía el tintineo de las jarras de cerveza y, cómo no, en toda la orilla del río Duero, tanto en el lado de Oporto como en el de Vila Nova de Gaia, donde se asientan las bodegas del icónico vino portugués.

Los litros de cerveza corrieron durante toda la jornada y el dueño de un café de la Avenida de Aliados hablaba en una televisión local para decir que cerró su local a media tarde debido a que se le agotaron las existencias de la popular bebida. «Sí, decidí marcharme porque, total, ya se me acabaron las reservas de cerveza y era completamente absurdo mantener aquello abierto».

No fue el único al que le ocurrió, que por algo la segunda ciudad lusitana hacía caja de manera frenética, como si la final de la Champions League hubiera caído como un maná económico para salvar la temporada después de la prolongada embestida del coronavirus.

La ocupación hotelera alcanzó el 76% a orillas del Océano Atlántico, con la tasa más intensa en el segmento de los establecimientos de cinco estrellas, que colgaron el cartel de 'no hay habitaciones'. Y es que la heterogeneidad se adueñó de la clientela: de los aficionados a pie de calle al personal de la UEFA.

Oporto entero hablaba inglés. Ya vacunados en su mayoría, los fans cumplían con rigor las exigencias de presentar una PCR negativa para poder entrar en Do Dragao , con accesos completamente opuestos según dejaran traslucir que eran adeptos del Chelsea o del Manchester City.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación