Copa del Rey
Mirandés, algo más que un club
El equipo refleja el carácter de una ciudad forjada por el ferrocarril, que ha sabido enfrentarse a la adversidad
![Los jugadores del Mirandés celebran la clasificación para las semifinales de la Copa del Rey](https://s1.abcstatics.com/media/deportes/2020/02/07/mirandes34-kK3D--1248x698@abc.jpg)
El camino de Anduva era en mi infancia como el de Guermantes para Proust. Y lo era por diversas razones. La primera es que sus granjas, los talleres y los pozos de agua configuraban un paisaje fabuloso, como el del Oeste americano. La segunda es que los niños de la escuela de San Nicolás estábamos enamorados de la hija de un herrero que vivía por allí. Y la tercera es que, por mis relaciones familiares, tenía el privilegio de presenciar los entrenamientos con los jugadores y corretear por el césped.
Jamás me perdía el partido de los domingos que, en invierno, empezaba a las tres y media de la tarde. Iba con pasamontañas, guantes y abrigo porque la humedad del Ebro calaba hasta los huesos. Pocos recuerdan ya los nombres que vestían entonces la camiseta roja: Aznar, Palix, Elcoro, Pangu, Urruchi, Azcona, Solaun, Benito, Lafuente, Beitia y otros que he olvidado. Eran mis héroes. El club jugaba en el grupo vasco de Tercera División contra conjuntos como el Azkoyen, el Euskalduna, el Touring o el Chantrea, palabras mágicas cuyo origen no era capaz de identificar.
Me fui a vivir a Burgos en 1965, pero siempre he llevado en mi corazón el equipo de mis primeros años porque, como dice la frase del doctor Johnson, la patria es la infancia. Por eso, me produjo una especial emoción la victoria de anteanoche frente al Villarreal , que, después de la eliminación del Celta y el Sevilla, clasifica al Mirandés para las semifinales de la Copa. ¡Ojalá nos hubiera tocado al Madrid para ver a «los rojillos» en el Bernabéu!
El Mirandés es un equipo al que se le da muy bien este torneo porque, hace ahora ocho años, llegó a la misma ronda y cayó contra el Athletic . Recuerdo a cientos de seguidores bilbaínos por la calle de la Estación. No pudo ser porque ese día Llorente estuvo inspirado.
Aquella fue una jornada festiva a pesar de la derrota, mucho más dulce que cuando Atilano, jugador del Langreo , metió un gol en el último minuto en la temporada del 79 y evitó el ascenso del Mirandés a Segunda. El equipo asturiano no se jugaba nada y a los nuestros les bastaba el empate. Pero no pudo ser. La gente se tiraba literalmente de los pelos en Anduva. También fue una gran decepción cuando el Guadalajara le cerró el pasó en los play offs de ascenso a Segunda hace ocho años.
Eso ha llevado a la afición rojilla a curtirse ante el desengaño y las dificultades, pero sin abandonar jamás a un equipo que tiene 3.500 abonados en una ciudad de 36.000 habitantes. Una proporción de la que no se puede jactar ningún otro club español.
Mi abuelo me comentaba: «el Mirandés es como la carbonilla que siempre se te mete en el ojo». Sabía lo que decía porque había entrado a trabajar en la Compañía del Norte en 1917 y muchos de sus compañeros fundaron el equipo en 1927. El campo estaba al lado de la estación. Los jugadores y los primeros socios eran ferroviarios. Eso marcó el carácter de un conjunto que no se rinde jamás hasta que suena el silbato del árbitro.
Yo nací en el barrio de La Charca en el que todo el mundo trabajaba en el ferrocarril y era del Mirandés . Su nombre viene de que había una enorme charca en los años 50 en el lugar. Allí se podía escuchar la peculiar voz del visitador anunciando los turnos de Renfe en los portales.
La historia del Mirandés , que descendió a Primera Regional y sufrió épocas en las que sobrevivió en la penuria, refleja los vaivenes de una ciudad, que pasó de la prosperidad y el esplendor de los años 60 al declive provocado por los duros golpes de las sucesivas crisis que han destruido el tejido industrial y ahuyentado a parte de la población.
Forzado por la legislación deportiva, el Mirandés se convirtió en sociedad anónim a en 2012 cuando tuvo que proceder a una ampliación de capital que sólo se pudo cubrir en el último momento. Cientos de ciudadanos y algunos jugadores invirtieron sus ahorros en aquella operación que logró salir adelante in extremis gracias a Alfredo de Miguel, actual presidente, y a otros empresarios que salvaron el club.
El Mirandés milita hoy en la Segunda División tras un dramático ascenso en la temporada pasada frente al Atlético Baleares . Hubo que improvisar una plantilla en el mes de julio que, casi de forma milagrosa, ha encajado bajo la dirección de Iraola, ex jugador del Athletic.
El presupuesto anual del Mirandés es de siete millones de euros , una cifra que contrasta con los 670 millones del Barcelona y los 640 millones del Madrid. Gracias a la buena gestión económica de la directiva, ha cerrado las últimas temporadas pagando todos los sueldos y con superávit. Y Anduva, con capacidad para 6.000 espectadores sentados, fue ampliado hace cinco años.
El Mirandé s es algo más que un club. Nunca será un conjunto puntero ni con grandes estrellas. Pero sus jugadores y la afición sienten la camiseta porque el equipo siempre se ha forjado en la lucha contra la adversidad como los ferroviarios de los que surgió. El club funciona como las máquinas de vapor: siempre hay alguien dispuesto a echar carbón a la caldera. Y cuidado con la carbonilla.