Anécdotas
Los mayores disparates de Marcelo Bielsa
Que el entrenador argentino dimitiera con el Marsella tras la primera jornada de liga o que vallase con tablones de madera para proteger los entrenamientos de los periodistas están entre algunas de sus extravancias
En el mundo del fútbol las extravancias están a la orden día. Hay personas que se salen de lo común, que rompen con los estándares de la normalidad y con una personalidad que ciertamente roza el límite de lo surrealista. Este es el caso de Marcelo Bielsa , un entrenador argentino muy apasionado de este deporte y con un fuerte carácter al que se le apoda el «Loco» desde hace años y que, en numerosas ocasiones, ha hecho gala de su mote con unas actuaciones inimaginables.
El pasado viernes saltó a la palestra mediática que el técnico había presentado su dimisión con la Lazio –equipo de la Serie A italiana– solo dos días después de haberse hecho oficial su fichaje por este conjunto. Al club italiano le cogió por «sorpresa» la noticia y le acusaron de «una violación de los compromisos adquiridos con los contratos firmados». Pero echando la barrera del tiempo hacia atrás, con una mirada retrospectiva se observa que no es el primer disparate que ha hecho Bielsa. Y quizá tampoco sea el último.
En 2015, el entrenador argentino dimitió con el Olympique de Marsella –equipo al que dirigía sentado en la banda sobre una pequeña nevera refrigeradora– tras la primera jornada de liga en la que cayó derrotado frente al Caen (1-0). Más tarde explicó que no abandonaba el club para fichar por otro pese a que tenía ofertas millonarias de otros páises, sino que mantuvo una discusión con el director general del Olympique de Marsella y con el abogado de la propietaria en la que no respetaron los términos acordados con el Vicent Labrune, el presidente de la entidad, para prologar su contrato hasta 2017. Si bien es cierto que se despidió con buenos modales a través de una misiva, abandonar un club después de la jornada de apertura de una temporada no suele ser lo más plausible.
Otras extravagancias
En su etapa como seleccionador de Chile, Bielsa se encargó de proteger su trabajo hasta un límite insospechado. Para esquivar las miradas de los curiosos periodistas, el técnico se puso manos a la obra. Durante la noche, fue incrustando grandes tablones de madera que hacían las veces de valla para evitar ser observado ni grabado durante sus entrenamientos. En este mismo periodo, durante el Mundial de Sudáfrica en 2010, renunció a dar una rueda de prensa porque había un fotógrafo en un espacio que no era el que correspondía.
El colmo de lo surrealista llegó cuando era el entrenador del Ahtletic de Bilbao. Corría el año 2012 y el «Loco» Bielsa se denunció a sí mismo . No es un chiste. Se autodenunció porque según sus palabras trató «como un salvaje» al jefe de las obras que se estaban acometiendo en Lezama, la ciudad deportiva del club bilbaíno. Por aquel entonces el argentino acusó de «estafa, robo y engaño» a la empresa que estaba llevando a cabo estas reformas. Más tarde explicó que las obras le dejaron «sin vacaciones» y haciendo llamadas de «cuatros horas diarias» desde su país natal.
En la rueda de prensa que convocó para dar las explicaciones los periodistas se quedaron anonadados. «El trabajo se hizo mal sabiendo que se hacía mal. Cuando vi como estaba, me indigné. Ofendí a la persona encargada y él me contesto también mal». Este cruce de palabras fue subiendo de tono y el técnico de Rosario explicó como acabó. «Con una denuncia autoinculpándome por el mal trato hacia el ingeniero encargado de las obras». Y continuó ante el asombro generalizado: «Dijo que yo le golpeé, pero no puso ninguna denuncia presionado por la empresa o el Athletic. Yo se lo facilito».
Así es Marcelo Bielsa, un entrenador con una enorme experiencia y amplio bagaje futbolístico. De carácter marcado y personalidad estrambótica que deja su huella allá por donde camina. El «Loco», único en su especie.
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