Muere Maradona

Italia, conmocionada: «No puede ser, es inmortal»

Fabio Capello: «Ha sido la historia del fútbol». También el mundo político le rinde homenaje: «con su inigualable talento escribió páginas inolvidables en la historia del fútbol», ha comentado Conte

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Un aficionado llora junto a un mural de Maradona ABC

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Italia , y de forma particular Nápoles , llora a Diego Armando Maradona , al que siempre han considerado el más grande futbolista de todos los tiempos. La noticia de su muerte ha dejado a la capital de Campania conmocionada. No podían creerlo, porque aquí lo consideraban poco menos que inmortal. El día de su 60 cumpleaños, el 30 de octubre, escribieron en una gran pancarta en el estadio de San Paolo los seguidores del Nápoles, el equipo en el que más ha jugado durante su carrera: «Felicidades, rey inmortal, tu estandarte jamás dejará de ondear». Por eso, la noticia ha causado incredulidad en la capital partenopea, como ha reflejado el escritor y dramaturgo napolitano Maurizio de Giovanni: «No, no es verdad. No lo creáis, por favor. No es verdad. Aceptar esta noticia significa creer que el gran rebelde, el hombre que supo inventar de nuevo un juego que creía completo, el vencedor en la tierra donde nunca se ganó puede caer, sea mortal. Imposible», escribe Maurizio de Giovanni en el Corriere.

Las reacciones en el fútbol italiano han sido de conmoción y de reconocimiento a la grandeza de Maradona como jugador. «Ha sido la historia del fútbol», ha dicho Fabio Capello . El que fue su entrenador en el Nápoles, Ottavio Bianchi , ha manifestado: «Es una noticia que me conmociona, no logro hablar». También el mundo político le rinde homenaje al «Pibe de oro», comenzando por el primer ministro, Giuseppe Conte: «El mundo entero está de luto por el fallecimiento de Maradona, que con su inigualable talento escribió páginas inolvidables en la historia del fútbol. Adiós eterno campeón», ha escrito Conte en un tuit.

Inmortal en Nápoles

En Nápoles era considerado un rey inmortal porque supo inspirar una especie de rebelión en el mundo del fútbol italiano, al hacer tambalear los palacios que detentaban poder del calcio. Para los tifosi y para Nápoles, una ciudad siempre en busca de redención, Maradona fue una especie de símbolo de liberación. La gente comenzaba a comprender que no había que tener miedo, que no vencía quien tenía más dinero, sino quien más luchaba. Los napolitanos se apasionaron por Maradona, que marcó una época: se dieron cuenta que eran capaces de obtener victorias cuando antes no tenían ni esperanza. Ese fue el gran éxito de Maradona en Nápoles, aparte de conquistar dos campeonatos (scudetti), una copa de la UEFA, otra de Italia y una Supercopa italiana, que colocaron al club napolitano, durante los siete años de Maradona en la ciudad, en la órbita del fútbol internacional, respetado deportivamente en toda Europa.

Maradona no solo hizo historia en Nápoles. Para muchos incluso marcó su destino. Es el caso del director Paolo Sorrentino, quien al recibir el Óscar en el 2014 dedicó la estatuilla a Diego, porque, como siempre recuerda el realizador, «me salvó la vida». Era el 5 de abril de 1987. El Nápoles de Maradona jugaba en Émpoli. En las gradas debería haber estado Paolo Sorrentino , entonces un joven napolitano de 16 años que tenía una verdadera devoción por el Nápoles y Maradona. Después de mucha insistencia, sus padres le permitieron no ir con ellos a pasar el fin de semana en su casa de Roccaraso, a 143 kilómetros de Nápoles. Por primera vez, Paolo seguiría al equipo de sus amores fuera de casa. Pero a Empoli, el joven Paolo no llegaría nunca. Cuando se dispone a partir, recibe la noticia de que sus padres han muerto durante la noche, envenenados por una fuga de monóxido en la casa de Roccaraso. Paolo Sorrentino quedó huérfano a los 16 años. Siempre recuerda que él también habría muerto, pero le salvó la vida su devoción a Maradona. El napolitano Sorrentino le rendirá homenaje a su ídolo con una película que rueda en estos días, con un significativo título: «È stata la mano di Dio» (Fue la mano de Dios). Hay un mensaje de afecto y admiración por parte de Sorrentino con ese título: Recuerda al gol que metió a Inglaterra con la mano en el Mundial de Méjico 1986 («un poco con la cabeza y un poco con la mano de Dios», dijo Maradona pasado cierto tiempo), un gol que seguramente hasta los ingleses le habrán perdonado, porque en el mismo partido marcó el que todavía es seguramente el más espectacular de un Mundial.

Dios del balón

El diario «Le Monde» al dar la noticia de su muerte ha calificado a Maradona el «Dios del balón». Eso lo llevan diciendo una vida en Nápoles: Incluso si no creemos en Dios, sabemos que Dios existe y que se llama Diego, afirman los napolitanos. Un dios hecho futbolista. Los napolitanos conocen bien que, además de un futbolista que ha hecho la historia de este deporte, hubo muchas vidas en Maradona: El Maradona drogadicto y alcohólico, el Maradona desintoxicado, el Maradona con relaciones poco recomendables; el Maradona que además de sus dos hijas (Dalma y Gianinna) con la primera e histórica esposa Claudia, también engendró en Nápoles a Diego junior con Cristiana Sinagra, la joven napolitana, una de sus muchas novias y amores napolitanos, que tuvo que pelear durante años para que el campeón lo reconociera. Era un gigante Maradona, un dios en el campo, pero a menudo con pies de barro fuera de los estadios. Hoy eso no cuenta para los napolitanos, porque Diego Armando Maradona se convirtió no solo en el ciudadano más ilustre de Nápoles, sino en un hijo de la ciudad. Vivirá siempre en sus corazones. Hoy más que nunca, los napolitanos repasan el álbum de los recuerdos. La imagen del ídolo está en la calle, en muchas casas y en lugares públicos. Tres ejemplos: En el bar Nilo, junto a la foto del papa Woytila y Francisco, hay una más grande de Maradona. En Miano, suburbio de Nápoles hay un pequeño museo dedicado a Maradona, con las botas que calzó en el Mundial de México, entre otros muchos recuerdos. En la vía San Gregorio Armeno, en el centro histórico de Nápoles, hay una hornacina con la imagen del Pibe de Oro, representado con la aureola de un santo. Es una especie de altar, uno más de los que se ven en Nápoles, además de murales, que representan al campeón argentino.

El legendario futbolista argentino es para los napolitanos eterno , inmortal. Lo amaron y el amor no muere nunca.

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