Islandia
El inesperado refugio del futbolista español
El deporte rey, impulsado a principios de siglo para fomentar los hábitos saludables entre los más jóvenes, se ha convertido tras los éxitos de la selección en 2016 y 2018 en un modo de vida para el próspero país nórdico

El mítico Gary Lineker, después de que Islandia eliminase a Inglaterra (1-2) en los cuartos de final de la Eurocopa de 2016, dejó ante los micrófonos una de sus frases lapidarias. «Nos ha ganado un país que tiene más volcanes que futbolistas profesionales». Pese ... a que la afirmación podría ser consecuencia del pesimismo que sigue a la derrota o una manifestación más del humor británico, lo cierto es que en aquel año había poco más de 100 jugadores islandeses que vivían exclusivamente del fútbol por un total de 130 cráteres sobre su áspera geografía.
El país nórdico protagonizó la gran historia del torneo, pues pese a tener poco más de 350.000 habitantes, consiguió clasificarse para su primera Eurocopa, pasó de grupos, eliminó a los ingleses, uno de los favoritos, y cayó con honor en las semifinales contra Francia (5-2). En 2018, los nórdicos repitieron gesta en el Mundial de Rusia al convertirse en el país más pequeño en llegar a una fase final del torneo. Con ese éxito como un bonito recuerdo llega hoy el equipo a La Coruña, donde se enfrentará a la selección española (20.00 horas, TVE) en un duelo amistoso.
El grupo ya no es lo que era, fuera del Mundial de Catar del próximo noviembre y con algún que otro escándalo extradeportivo en los últimos meses, aunque sí despuntan nuevos talentos como el hijo de Eidur Gudjohnsen, Andri, canterano del Real Madrid. Pero la saga escrita en Francia y Rusia, como las de sus ancestros, acabó por convertir el fútbol en un modo de vida en Islandia, absolutamente entregados al deporte rey sus nativos y con una liga e instalaciones que empiezan a acercarse (o superar en algunos casos) a las competiciones de países con más tradición. Una pasión que comenzó, como no podía ser de otra manera en un país del norte, con una política para culminar el bienestar social.
Islandia, un terrón de tierra situado en el Atlántico norte, más cercano a Groenlandia que a los países escandinavos y con una superficie de terreno similar a la de Castilla y León, es uno de los países más ricos y prósperos de Europa. Según el índice de desarrollo humano publicado por la ONU, Islandia era el año pasado el quinto país del mundo con mayor coeficiente. Una nación donde sus vecinos dejan las puertas de sus casas y coches abiertas y donde la gente abandona sus puestos de trabajo cuando sale el sol. Prosperidad abatida a finales del siglo pasado, cuando las autoridades detectaron una fisura. Como narra la web 'El Orden Mundial' en un artículo, en 1998, el 40% de los jóvenes entre 14 y 16 años reconocían en un estudio haberse emborrachado en la última semana. Una estadística preocupante y que llevó al gobierno islandés a buscar una solución con urgencia.
La respuesta fue el fútbol. La isla contaba con escasa tradición en el deporte rey debido a sus duras condiciones climatológicas, que impedían su práctica al aire libre durante buena parte del año, mucho más acostumbrados los locales a refugiarse en canchas de baloncesto, balonmano o voleibol. En enero de 2002, solo había un campo grande de fútbol en el país. Hoy, todos los pueblos, hasta los de trescientos habitantes, cuentan con ellos (hay cerca de 200 difuminados por el país) e instalaciones de gran manufactura que harían sentir celos a muchos de los equipos de la Primera Federación RFEF (antigua Segunda B española). La tasa de borracheras entre semana de los adolescentes ya era en 2015 inferior al 5%.
Locos por el fútbol
El extremo español Nacho Poveda siempre había querido vivir una experiencia futbolística internacional. Un día cualquiera de 2016, mientras buceaba en internet, encontró una web donde futbolistas de media Europa colgaban vídeos de sus mejores jugadas (como un Linkedin de balón) y entrenadores y representantes, muchos de ellos islandeses, contactaban con ellos para llevarles a jugar a su liga. «Les envié el vídeo, les gustó y así acabé en Islandia. Ese año ya eramos cinco españoles titulares en el mismo equipo y a partir de esa temporada empezó todo», explica el murciano a ABC.
Absolutamente enamorado de Islandia y tras varias temporadas en diversos conjuntos de la isla, como el Leiknir Fáskrúdsfjördur o el Höttur, Poveda decidió crear la agencia de representantes Afram Football como puente entre los futbolistas españoles y los céspedes islandeses. «Allí los españoles estamos muy bien valorados y más después de ganar las dos Eurocopas y el Mundial. El boom fue en 2016 y cada año va a más. Yo con mi agencia tengo a 23 jugadores allí. En total habrá más de 50 sumando todas las categorías», narra Poveda.
Allí se encontró como en casa y así, según sus palabras, se encuentran las decenas de españoles que viajan al círculo polar ártico en busca de una vida más próspera: «Te cuidan como si fueses de su familia. Son gente amable, respetuosa y pacífica. Cuando (los jugadores españoles) acaban la temporada están locos por volver al año siguiente. Allí no te va a faltar una corona islandesa, para el tema del dinero son muy legales. Incluso alguno me llamaba para decirme que le habían pagado 200 euros de más». Como narra Poveda, además del salario por el fútbol, el equipo costea la casa, las facturas, internet, la gasolina e incluso te busca trabajo si el equipo no está en las primeras categorías para que uno pueda completar la nómina. «Allí lo de vivir solo del fútbol está hasta mal visto».
Islandia rozó la gloria en 2016 con un fútbol tosco, primario y maravilloso, no solo en esencia sino también en apariencia, pues los once futbolistas que saltaban a los campos galos lucían un aspecto temible, con barbas kilométricas y con cada centímetro de su piel tatuado, más listos para empuñar un hacha que para disputar un partido de fútbol. Un mantra que ha tenido recorrido en la manera de jugar que tienen los norteños en su país de origen. «Son muy pasionales, pero tácticamente el fútbol es un desastre. Como me decía David Vidal, 'Poveda, es usted un anárquico'. Pues los islandeses igual. Pero lo viven mucho. Es un deporte tan puro para ellos que lo importante es vivir el momento. En el campo, son tan nobles como fuertes. No negocian el esfuerzo, si no lo das todo te comen. Para ellos es como una falta de respeto al compañero no dejártelo todo sobre el terreno de juego». Consignas que para Poveda harán a la selección volver a dar la campanada en unos años: «Voy con España, pero si gana Islandia me alegro muchísimo».
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