Todo irá bien
Los incapaces, contra Valdés
Bartomeu, en su oportunismo indigno, ha perjudicado a la entidad usando mezquinamente a uno de sus símbolos
Víctor Valdés ha sido uno de los mejores porteros del Barcelona y tiene el carácter, el instinto letal de los mejores y, desde luego, sabe lo que quiere aunque no siempre es paciente para conseguirlo. Comete errores de impetuoso, pero es en la misma medida memorable el empuje de sus aciertos. En esta ocasión, se ha precipitado confiando en Bartomeu, que sólo quería su foto y poder decir que lo tenía. Fichar a Valdés no es fichar a una vieja gloria, ni a un jarrón chino para lucirlo en el escaparate.
Fichar a Valdés es comprometerse con él, para ayudarle a potenciar sus interesantes virtudes y que el club pueda beneficiarse de ellas; y para ayudarle también a encauzar su nervio, a veces excesivo, como el de todos los que han venido a hacer algo en este mundo. Bartomeu, en su oportunismo indigno, ha perjudicado a la entidad usando mezquinamente a uno de sus símbolos y sin dar la cara por él, sin protegerlo, exponiéndolo de un modo inaceptable al escándalo y al oprobio.
Bartomeu y su junta son una banda de mediocres y de cobardes en busca del efectismo para tratar de disimular sus clamorosas incapacidades. El Barça, primero con Cruyff y luego con Laporta -y a pesar de todas las discrepancias ideológicas que quepa consignar- fue un club serio en el que las decisiones se tomaban siguiendo un criterio que a su vez respondía a una idea, una idea de Barça mejor y de mundo mejor, siempre en búsqueda de más grandeza. Se cometían errores y se perdían partidos, y títulos, pero lo que se hacía tenía una intención, un sentido, y la sensación de que de fondo, algo se construía.
Bajo este espíritu, las reclamaciones de Valdés habrían sido escuchadas y seguramente atendidas, y si en algún caso la respuesta hubiera sido la negativa, se le habrían dado unas razones convincentes, justas y expresadas con el afecto que merece quien ha sido tan significativo en la historia del club. Son cosas que, naturalmente, quedan lejos del alcance político, humano e intelectual de estos dirigentes, los peores que jamás ha tenido el Barça, justo lo contrario de Valdés, que ha sido uno de los mejores: es un signo más de la degradación de la entidad que quien haya acabado siendo expulsado haya sido Víctor, y no ellos.
Es fácil parodiar a Valdés, por su carácter incendiario, por sus modales acibarados y por sus pocos filtros. Pero la broma más siniestra, la que más está humillando y destruyendo al Barcelona, está en la tropa de ineptos que le ha echado.