Fútbol

El impacto del fútbol en el cerebro

La FIFA y la UEFA estudian un nuevo protocolo que proteja a los futbolistas de posibles lesiones graves

Choque de Vertonghen durante el Tottenham- Ajax
Carlos Tristán González

Carlos Tristán González

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La UEFA está decidida a contribuir a que la FIFA dé un paso en lo relativo a los golpes en la cabeza que se producen en el fútbol. El Comité Ejecutivo del organismo europeo reclamó hace un mes una revisión del protocolo vigente sobre conmociones. Previamente, Michel D'Hooghe , jefe del Comité Médico de la FIFA, abrió la puerta a las sustituciones temporales cuando los futbolistas sufran lesiones en la cabeza durante el transcurso del juego. El objetivo sería dar más tiempo a los servicios médicos para la evaluación sin la presión de dejar al equipo con uno menos.

Juan Carlos Portilla , vocal de comunicación de la Sociedad Española de Neurología , opina en ABC sobre esta iniciativa y sobre los riesgos de los golpes en la cabeza en el fútbol: «La medida es necesaria, lo primero es la seguridad , por encima del espectáculo. En Estados Unidos permiten parar el partido unos minutos, valorar el estado del futbolista e incluso hacer una sustitución temporal. Tiene lógica que la FIFA plantee que ante una situación así el jugador no pueda seguir participando».

La práctica del fútbol, como en la inmensa mayoría de deportes, conlleva riesgos . La naturaleza del juego genera multitud de acciones en las que la vulnerabilidad de la cabeza es palpable. Saltos, choques, balones divididos. «Hay que diferenciar dos tipos de golpes: el distintivo del fútbol , que es el juego del balón con la cabeza, lo que viene siendo un despeje o un cabezazo; y los golpes con otros jugadores », explica Portilla. Estos últimos son los más peligrosos. «Lo más habitual es que provoquen un desplazamiento del cerebro de manera brusca y generen una conmoción sobre la neurona. No suelen ocasionar un daño estructural, pero sí algo transitorio sobre la función de las células nerviosas», añade.

«Hay un riego mayor si hay otro golpe al poco tiempo. Por eso es importante intentar diagnosticarlo cuanto antes».

No hace mucho se vivió un episodio de este tipo. Jan Vertonghen , defensa del Tottenham , intentó seguir jugando después de un choque de cabezas con su compañero Toby Alderweireld y André Onana , portero del Ajax . Tras ser atendido rápidamente por los servicios médicos, volvió al campo, donde no pudo permanecer más de unos pocos minutos. Al final tuvo que ser ayudado a abandonar el terreno de juego. «Si el golpe se considera de una intensidad moderada, parece prudente evitar someter a un riesgo al futbolista. Sobre todo porque puede que minutos más tarde sus facultades estén mermadas y a lo mejor eso pase desapercibido y se termina agravando. Hay un riego mayor si hay otro golpe al poco tiempo. Por eso es importante intentar diagnosticarlo cuanto antes».

El riesgo de cabecear

Existe otro debate en torno a las consecuencias de golpear el balón con la cabeza. Cada vez hay más estudios al respecto, aunque no hay consenso. «Estas situaciones se entrenan. Todo el mecanismo motor, el cuello, la cabeza, el cuerpo entero, evita consecuencias a nivel cerebral. No está demostrado que ese tipo de golpeo pueda ocasionar consecuencias neurológicas», puntualiza Portilla. Sin embargo, un grupo de investigadores del Colegio de Medicina Albert Einstein (Nueva York) llegó a la conclusión de que dar cabezazos con frecuencia puede provocar un empeoramiento, en muchos casos transitorio, de la velocidad psicomotora, la atención o la memoria del deportista.

«No se puede determinar con seguridad que un golpe repetitivo al balón cause problemas cognitivos, aunque sea de forma transitoria»

En este estudio, publicado hace unos años en la revista Radiology , se analizaron los cerebros de 37 adultos que habían jugado al fútbol desde su infancia mediante una avanzada técnica de imagen por resonancia magnética. El resultado obtenido demostraba que los más rematadores tenían anormalidades en la materia blanca similares a las presentes en los pacientes que han sufrido alguna conmoción cerebral. Pese a que esto no les impide llevar una vida normal, sí que pueden ver reducidas algunas de sus facultades cognitivas.

«Hay estudios muy interesantes que estudian el cerebro después de realizar ejercicios de golpeos del balón con la cabeza. Algunos confirman que sí afecta, pero otros no. Por tanto no se puede determinar con seguridad que un golpe repetitivo al balón cause problemas cognitivos, aunque sea de forma transitoria. No hay una evidencia aplastante que demuestre esa relación», explica Portilla, aunque añade: «Será en los estudios más a largo plazo cuando se demuestre si hay algún tipo de relación».

Los niños, más vulnerables

Son los más pequeños con los que hay que tener más cuidado. En algunos lugares de Estados Unidos , por ejemplo, prohíben jugar con la cabeza en las ligas inferiores, con el objetivo de evitar las posibles lesiones que se pueden derivar de esta práctica. «Ellos son más vulnerables. Tienen un desarrollo de su organismo menos avanzado, no tienen una técnica tan trabajada de golpeo y su cerebro está en una etapa de madurez, sobre todo en edades más tempranas, entre 4 y 8 años», reflexiona Portilla. En su opinión, no es necesario llegar al extremo de prohibir jugar con la cabeza, pero sí cree necesario un protocolo al respecto: «Es importante explicar el mecanismo con el que deben golpear y hacer mucho trabajo de prevención para evitar golpes con otros compañeros, que es donde hay más riesgo».

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