Fútbol

Imanol Alguacil, el entrenador que lloraba por la Real Sociedad

El técnico donostiarra, que hoy se mide al Atlético, dirige la apuesta por el fútbol valiente y vistoso del equipo de su infancia

El método Zubieta, pilar del éxito de la Real Sociedad

Imanol Alguacil, durante el partido de la Real frente al Barcelona EFE
Carlos Tristán González

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La última vez que se enfrentaron Real Sociedad y Atlético fue en el epílogo de la pasada temporada, cuando un tanto de Januzaj en el tramo final del partido igualó el marcador y certificó la clasificación europea del conjunto donostiarra. El pitido del árbitro dio paso a la celebración de los jugadores, mientras aún sobre el césped del Metropolitano atendía a los medios un emocionado Imanol Alguacil, el gran artífice de la elogiada campaña de la Real. «Es muy complicado expresar lo que en estos momentos puedo sentir. Es un orgullo terrible ser el entrenador de este gran club», decía entre lágrimas.

Natural de Orio , municipio pesquero de Guipúzcoa, Alguacil eligió el fútbol, desafiando así la tradición de remo que impera en su pueblo. Le tiraba la pelota, pero sobre todo, le tiraba la Real. «De sangre txuri-urdin» , como gusta decir, Alguacil pudo cumplir su sueño en los noventa de vestir la camiseta del equipo de su infancia. En aquella etapa compartió vestuario con nombres como Larrañaga, Górriz o Gajate, quienes, según dice, le enseñaron a «sentir la Real» , un club con unos valores «que hay que ganárselos, no vale solo con decirlo», repite continuamente. Más tarde, se estrenaría en banquillos modestos de la región, hasta que en 2014 entró en la cantera de la Real. Fue en el segundo equipo donde coincidió con varios de los jugadores que integran hoy la primera plantilla, fruto de la firme apuesta del club por beber del talento de Zubieta, la prolífica cantera donostiarra.

Sin embargo, más de una vez ha confesado que su objetivo nunca fue llegar al banquillo de la Real. Es más, cuando se le propuso sustituir, primero a Eusebio Sacristán y luego a Asier Garitano, compartió con la dirección su opinión de que lo mejor era seguir confiando en ellos. Pero tras relevar brevemente a Eusebio, en diciembre de 2018 volvió a dar el «sí» al reto del primer equipo, iniciando una aventura que dura hasta el día de hoy y que aún tiene pendiente la final de Copa contra el Athletic del pasado curso. El día que se logró ese pase a la final, algo que no se conseguía desde hacía 32 años, Alguacil también se emocionó: «Yo era de los que cuando perdía la Real, me encerraba en mi habitación a oscuras y me ponía a llorar durante horas», confesó. Una pasión que se refleja en su día a día, como confirman fuentes del club a ABC : «Llega a Zubieta a las 8 y se va pasadas las 20. Ve mucho fútbol». Además, si antes ocupaba sus ratos libres en la bici, ahora con la pandemia ha sustituido sus paseos por el rodillo de Zubieta: «Aprovecha para seguir viendo partidos y aprender; no para».

Un hombre de la casa que en la jornada diez firmó el mejor arranque liguero de la historia de la Real, aunque las lesiones han lastrado a un equipo que no ha ganado desde entonces, con tres empates y dos derrotas. Para medirse hoy al Atlético (19.45 h., M+ LaLiga) recupera a Silva y Oyarzabal. Promotor de un fútbol vistoso y valiente, Alguacil también ha sabido sacar el máximo de jóvenes como Odegaard , que no pudo tener mejor maestro en la Liga, Merino , del que se deshace en elogios siempre que puede, o el mencionado Oyarzabal , su máximo goleador. Un técnico con el que la Real sueña a lo grande: «Es un tipo muy cercano, famosos son sus abrazos a los jugadores. Conoce la casa y confía en la cantera, que es esencial», aseguran desde el club.

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