El bar de Mou
La nueva normalidad
La Champions estaba perdida para el Madrid a causa de una exhibición de Kevin De Bruyne en el Bernabéu, pero el bicho chino ha puesto de dulce la vuelta
En marzo, al llegar el bicho chino, estaba todo perdido para el Madrid, y tres meses después, gracias a la Nueva Normalidad, tiene pinta de ganarlo todo. En España la Liga es, se pongan como se pongan, una competición menor, de solteros contra casados, tedio que al final se apodera del Madrid y deja los títulos para el Barcelona, más cuadriculado.
Pero la Champions… ¡Ay, la Champions! La Champions también estaba perdida a causa de una exhibición de Kevin De Bruyne en el Bernabéu, pero el bicho chino ha puesto de dulce la vuelta, reduciendo el factor campo a un cartón de público estabulado y con los protagonistas enredados en el lodazal político.
–Trump no sólo no debe estar en el cargo en noviembre, sino que debe renunciar ahora –ha dicho en la CNN Patrise Cullors, la fundadora de la Red Global Black Lives Matter, que ha hecho su lectura particular de la Constitución americana.
¿Qué tiene que ver Trump con el muerto de un santuario demócrata como Mineápolis? Pues lo mismo que fray Junípero, que Cervantes o que Washington, cuyas estatuas, en un furor iconoclasta que no se veía desde Bizancio, han derribado los matones del agitprop. Mas ¿a quién le importa?
Importa el agitprop, y si el progeterío mundial y la bicharraquería del Estado profundo americano lograran su objetivo, al día siguiente de las presidenciales no quedaría del BLM ni el recuerdo, porque así funciona este negocio. Pero, al menos hasta el primer martes después del primer lunes de noviembre, no nos faltará Guardiola.
–Recuerdo allá por el 92’ que Guardiola nos hablaba de política de una forma muy moderada. Era anecdótico lo que hablábamos de política. Todo daba igual, solo había vacile. Mi experiencia con Pep es esa. Ahora todo es un asco.
Es el recuerdo de Guardiola que hoy tiene Cañete, compañero suyo en el Combinado Autonómico, donde incómodo, lo que se dice incómodo, sólo vio a Oleguer, una especie de Javi Poves en feo, que le dijo a Luis Aragonés que no lo convocara porque no quería acudir, cosa que jamás hizo Guardiola, que siempre acudió encantado a las convocatorias, «y una vez acabamos llorando por haber perdido».
–Deberíamos pedir perdón por lo que le hemos hecho a la gente negra en los últimos cuatrocientos años –ha dicho en rueda de prensa Guardiola, víctima, como Trotski, de «las inspiraciones locas de la historia».
Yaya Touré apuntó en su día los motivos que puede tener el remordimiento que Guardiola atribuye a todo el mundo: «El día que Guardiola alinee a cinco africanos le mando una tarta», fue el comentario de Touré.
El problema, de por sí enloquecedor, podría enconarse por falta de luces en el discurso guardiolés, pues el Gandhi de Sampedor probó su antirracismo con una declaración digna de las maldades de Louis C. K.
–Mis hijos han ido a la escuela con gente india, con gente negra y con gente normal.
¿Qué entiende Guardiola por «gente normal» cuando nos adentramos en la Nueva Normalidad?
No lo sabemos, pero adelante, el Pep, con los faroles de ese Black Lives Matter que no tiene otro objetivo, al decir de su fundadora, que cambiar por las malas al presidente de los Estados Unidos, cuyo hijo, por cierto, Barron Trump, juega al fútbol (largo como aquel Peter Crouch, que luego tituló «Walking Tall» su autobiografía) y «baja a recibir» que ni Benzema, estrella de la Liga de la Nueva Normalidad, un tipo que juega como si llevara el cajón de Glovo a la espalda y le hubieran robado la bicicleta.
–Y Zidane, ¿qué? ¿Otra vez campeón de Europa?
No sé yo si el abuelo de Majalrrayo, que encarnó en un anuncio la normalidad madridista de pasearse por Europa, llegó a saber de Zidane, que encarna en el banquillo la paranormalidad de seguir haciéndolo y por los caminos más inescrutables. Tan inescrutables que esta vez podría llegar a hacerlo sin Isco ni Lucas Vázquez, los dos llaveros del piperío andante.