Fútbol

Así se gestó el mayor ridículo de la historia del Barcelona

La falta de un proyecto, una dirección deportiva errante y una plantilla sin relevo generacional, las claves de la derrota ante el Bayern

El Barcelona destituye a Setién y celebrará elecciones en marzo

Meo Messi vivió en primera persona la humillante goleada en la Champions EFE | Vídeo: Abucheos a los jugadores del Barça tras la goleada recibida en Champions (ATLAS)

Sergi Font

«Ahora hay que sacar conclusiones y tomar decisiones». La frase corresponde a Quique Setién , uno de los culpables de la humillación sufrida por el Barcelona tras el 2-8 encajado ante el Bayern de Múnich. El técnico azulgrana, ya en el alambre desde que la competición se parara por la crisis del Covid-19, tiene las horas contadas en el banquillo culé, aunque no es el único responsable de la decadencia de un club que ayer tocó fondo y cerró un glorioso ciclo repleto de títulos y exhibiciones. Los jugadores fueron recibidos al grito de «sinvergüenzas» en el hotel de concentración en Lisboa por una afición que pide cambios. Igual que hizo Piqué tras la derrota. «El club necesita cambios estructurales de todo tipo. No es una cosa únicamente de los jugadores o del entrenador», criticó señalando directamente a Bartomeu. Precandidatos a la presidencia como Víctor Font o Joan Laporta ya han levantado la voz exigiendo la dimisión del dirigente y una convocatoria urgente de elecciones. Varias son las claves que permiten entender el fracaso del Barcelona.

Una dirección deportiva errante

La parcela encabezada por Eric Abidal o Ramón Planas no acertó non los fichajes ni con la planificación deportiva. Se invirtió mucho dinero en futbolistas que no han demostrado valerlo. Ayer Griezmann, Dembélé y Coutinho (cedido al Bayern), que costaron 400 millones de euros, empezaron el partido en el banquillo. No se ha sabido reforzar la línea defensiva, se ha vendido o cedido a futbolistas a mitad de temporada para cuadrar las cuentas, debilitando notablemente al equipo, que se ha visto obligado a fichar a Braithwaite tras el mercado invernal. La improvisación ha sido la bandera de una dirección deportiva que quedó con las vergüenzas al aire cuando se descubrió que estaban negociando con Xavi , lo que debilitó notablemente a Valverde y forzó su salida a mitad de temporada.

Una plantilla sin relevo generacional

Ha invertido muchos millones el Barcelona sin que se note en su «once tipo». Del equipo titular que ayer jugó ante el Bayern de Múnich, seis futbolistas superaban los 30 años (Piqué, Jordi Alba, Busquets, Arturo Vidal, Luis Suárez y Messi). De hecho, siete futbolistas que ganaron la Champions de Berlín en 2015, hace cinco años, siguen teniendo un gran peso en el equipo. Lo advirtió Messi a principio de año: «Con lo que tenemos no nos llega» . Lo vio el argentino, que se hizo eco de una plantilla descompensada y envejecida, en la que muchos futbolistas juegan por galones. Hace falta un central, dos laterales y un pivote que apuntalen la defensa y rejuvenezcan a una plantilla agotada. Y por si fuera poco, uno de los jugadores en llegar será Pjanic , que a sus 31 años ha sido intercambiado por Arthur, que tenía 23, en una clara jugada económica para equilibrar el presupuesto.

Un vestuario consentido

Mucho se ha hablado sobre el poder de los jugadores. Se ganaron el derecho a decidir sobre muchos aspectos cuando llenaron las vitrinas de títulos pero su poder ha ido aumentando inversamente proporcional a su rendimiento . Se han vivido episodios vergonzosos como las tardanzas e impuntualidades de Dembélé, la denuncia de Arturo Vidal al club por el presunto impago de unos bonos, la ajatreada vida social y «profesional» de Gerard Piqué, más centrado en su Copa Davis que en el devenir de la temporada , la decisión de Luis Suárez de pasar por el quirófano anteponiendo los intereses de su selección que los del club, la negativa de Umtiti a operarse y forzar con Francia, la rebelión de Arthur negándose a regresar a Barcelona para disputar la Champions, las quejas de Busquets hacia el entrenador tras alguna derrota, los lamentos de Rakitic por sus suplencias, la decisión de Semedo de saltarse el protocolo sanitario por el Covid asistiendo a un multitudinario cumpleaños sin mascarilla... El poder de los jugadores ha primado al del entrenador o al de la directiva.

Escasa capacidad para tomar decisiones

La directiva ha ido poniendo parches a los rotos que le iban surgiendo. En los últimos años ha habido numerosos y sucesivos cambios en la dirección deportiva, lo que ha denotado la falta de un proyecto claro que ha quedado patente en el relevo de entrenador a mitad de temporada cuando el equipo iba líder en la Liga y había alcanzado los octavos de final de la Champions como primero de grupo y a falta de una jornada. Sensación de vaivén a la hora de afrontar fichajes, como el intento de recuperar a Neymar el año pasado contra viento y marea, o a Griezmann tras el plantón que le dio al club un año antes. Mantuvo Bartomeu a Valverde tras las debacles de Roma y Liverpool cuando el entorno culé le pedía su cabeza y le destituyó cuando no había motivos aparentes para hacerlo. Ha quedado debilitado Bartomeu , que además se ha visto perjudicado por algunos acontecimientos turbios como el caso de las redes sociales y la posterior dimisión de su delfín, Emili Rousaud , que se marchó con cuatro directivos más.

Un entrenador timorato

Llegó Setién con el manual del cruyffismo bajo el brazo como único argumento para ilusionar a la afición azulgrana. Bastaba para paliar su nulo currículum pero pronto traicionó el idolatrado ideario para anteponer el resultadismo. Así, varió el 4-3-3 por el 4-4-2 y perdió el respeto del vestuario, que le señaló en las derrotas más significativas. La forma de ser de su volcánico ayudante, Eder Sarabia , tampoco le ayudó. Las imágenes de Sarabia criticando y gritando a los futbolistas en el clásico sentaron como un tiro en la caseta. Abandonó la meritocracia el técnico para apostar por la jerarquía y tratar de contentar a un vestuario que le engulló. Se le había criticado mucho a Valverde a pesar de sus dos Ligas y una Copa pero Setién no le mejoró ni en títulos ni en juego. Sus horas están contadas. Mauricio Pochettino , aquel que dijo que prefería irse a vivir a su granja en Argentina antes que entrenar al Barcelona, esta en la pole para relevarle. Una muestra más de la errática e improvisada política deportiva del club.

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