Fernando Torres

El fútbol se despide de su niño

Torres colgó ayer las botas ante el Vissel Kobe de Iniesta y Villa tras 18 años de carrera

Torres, manteado en por sus compañeros del Sagan Tosu tras el partido AFP
Carlos Tristán González

Carlos Tristán González

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El fútbol despidió ayer a Fernando Torres como quien lo hace con un amigo de la infancia. El delantero empezó a pegar patadas a un balón en campos de Segunda, con la vitola de ser una promesa nacional, y pone fin ahora a su carrera como uno de los futbolistas más importantes de España y del club de su vida, el Atlético. En Japón, a miles de kilómetros de su Fuenlabrada natal, donde ahora hasta un campo lleva su nombre, puso el broche a una trayectoria privilegiada . Más de ochocientos partidos, trescientos goles, un Mundial, dos Eurocopas, una Champions, dos Europa League y, más complicado, el respeto de todo el mundo del fútbol. Ha jugado en España, Inglaterra, Italia y Japón y ha sido destacado en más de una ocasión como uno de los mejores del mundo, como en aquel Balón de Oro de 2008 en el que solo fue superado por Cristiano y Messi, los dos monstruos de nuestra época.

Torres se retira cuando su carrera cumple la mayoría de edad. El Niño abandona el nido dieciocho años después de su estreno contra el Leganés. Entonces lucía un pelo pincho y unas pecas en la cara que aún hoy le acompañan. Su precocidad no fue un obstáculo para que liderara a un Atlético que atravesaba las horas más bajas de su historia y pronto se convirtió en el clavo ardiendo de una afición sin apenas motivos para ilusionarse. Los que vivieron aquellos años en el Calderón saben lo que significaba el nueve en un equipo donde llegó a ser casi tan importante como el propio escudo .

Años después, Torres conquistó a la Premier , sobre todo gracias a sus soberbios inicios en el Liverpool. Tras hincharse a goles vistiendo de rojo, se cambió al azul, donde su nivel comenzó a descender. Aun así, y pese a la diferencia cromática, sigue siendo a día de hoy un icono tanto en Anfield como en Stamford Bridge. «Nunca caminarás solo», le repiten desde Liverpool; «Una vez azul, siempre eres azul», le recuerdan orgullosos desde Londres.

El gol que empezó todo

El nueve de España, porque así lo fue durante la época más dorada de la historia de la selección, tocó el cielo en Viena . Una galopada para superar a Lahm y picarla frente a Lehmann sirvió para levantar a todo un país de sus asientos y escribir las primeras líneas de una historia a la que le siguió Sudáfrica y Kiev, protagonista también en ambos lugares. Sus 38 goles en 110 partidos le valen para cerrar el podio de máximos goleadores de la selección. Junto a Villa, presente también en su despedida, formó una de las mejores delanteras nacionales de la historia.

El fútbol dice adiós a un amigo al que no le debe nada. Su impoluto palmarés se completó con la Europa League de 2018, un título menor para muchos, pero «el más importante» para Torres. Era con «su Atleti», al que volvió en las Navidades de 2014, como un regalo de Reyes. Su regreso entusiasmó a una afición que veía a su niño de nuevo en casa. No era el mismo que el de la primera etapa, pues la edad no hace concesiones, pero seguía siendo él. Goleó, capitaneó y campeonó hasta su despedida el verano pasado. El Vicente Calderón, ahora en ruinas, empezó a caerse el día que le dijo adiós a su nueve.

Ayer saltó al campo con una camiseta del Sagan Tosu inspirada en una ochentera del Atlético, una de sus favoritas; otro guiño a los suyos. Portó el brazalete de capitán y fue testigo de la exhibición de Iniesta (1-6). Al final, todo el estadio se apagó para rendir homenaje a una de las estrellas que más ha brillado en las grandes citas. Mientras, la grada coreaba la misma canción que le cantaba el Vicente Calderón a principios de siglo.

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