Selección española
Ansu Fati, un fenómeno irrumpe en España
Se ganó el puesto en el primer balón que tocó. Su gol le convierte en el más joven goleador en la historia de la selección
Crónica: Ansu Fati lleva a España a otro nivel
España tiene seleccionador y el seleccionador lo va teniendo claro. Tiene ya un primer núcleo, un pequeño rombo: De Gea, Ramos-Pau Torres y Thiago, y ayer llegó el quinto indiscutible con Ansu Fati , que tardó un minuto y medio en hacerse fijo. Ni eso. Porque lo hizo en cuanto le llegó la pelota: lo primero fue un autopase con caño incluido, irse directo al área y bailar al defensa con fintas infantiles hasta provocar el penalti.
No dejó de hacer cosas: amagos, movimientos hacia el interior, desbordes por fuera, una chilena, rondas de primeros toques y un gol de tiro lejano y colocadísimo que le convertía en el más precoz goleador en la historia del equipo nacional.
Fati es Vinicius más Rodrygo. Tiene potencia y velocidad, una verticalidad que no es de aquí, y además precisión y esa extraña sabiduría de hacer lo adecuado. Fati es la frescura de Raúl , eso que sentimos, pero en risueño y multiplicada muscularmente. Cuando el himno sonaba reflejado en su cara ya estaba claro que a esa Selección apetecía verla.
Pero no fue solo Fati. España tuvo cosas estupendas: una estudiada superioridad interior, una buena presión arriba, fluidez en el toque y algo en el ambiente, una especie de armonía. Hay que repetirlo: Luis Enrique transmite, y conecta con Ramos, en su madurez pletórica, y sobre ese eje llegan unos jóvenes que Fati corona con el encanto de lo imprevisible. La ilusión, por fin, de ver a España.
En los estadios le podrán cantar aquella canción de Morrissey: «You're the one for me, Fati».
Pasamos del «amor fati», estoico contentarnos con lo que teníamos en la inacabable «transición dulce», al amor a Fati (¡lo «fatídico» alegre!), con el que ya se puede ir soñando en hacer algo más que tocarla bien. Con él llega ese fútbol que nace cuando acaba el de los entrenadores.
Con Fati y Adama en los extremos, además, España será otra. Otro voltaje. Faltaría el nueve, pero siempre se puede poner a Ramos, o ponerse él. Ramos, «falso cuatro», defiende y remata, capitanea y vocea como un entrenador más. Ayer igualó en goles a Di Stéfano , y en el estadio que lleva ese nombre, bajo las luces que alumbran la Fábrica, irrumpió el fenómeno Ansu Fati , continuidad histórica de la Selección.