10 años como campeones del mundo
Del escupitajo de Cristiano al motín francés
Al margen del triunfo de España, el mes de Mundial dejó incontables historias de selecciones fracasadas, talentos emergentes y estrellas que no supieron brillar
Cada Mundial es un laberinto con 31 vías muertas y una única salida. De Sudáfrica quedará, por encima de todo, el juego de España y su primera estrella, pero merece la pena recordar lo mejor y lo peor que dejó, en lo deportivo, la primera Copa del Mundo celebrada en el continente africano.
Cristiano y Messi, con galones pero sin estrella
Las dos grandes estrellas del planeta fútbol jugaron en Sudáfrica su primer Mundial en plenitud. Ambos estuvieron en Alemania 2006, pero eran demasiado jóvenes para asumir los galones de Argentina y Portugal.
En 2010, tras un año compartiendo focos en la Liga Española, ya nadie les discutía, y ambos se marcharon por la puerta de atrás. De Cristiano poco se recuerda: un tanto a Corea del Norte en la goleada del Mundial (7-0) y el escupitajo que dedicó a las cámaras tras caer con España en octavos. De Messi , aún menos. El argentino lo jugó todo hasta cuartos, cuando Alemania los apeó con una goleada (0-4). Apenas destacó y se marchó de Sudáfrica sin un triste gol que celebrar.
El Mundial de Forlán
Hasta cuatro jugadores empataron en la clasificación de máximos goleadores, con 5 tantos cada uno: David Villa, Thomas Müller, Wesley Sneijder y Diego Forlán . Un jugador por semifinalista. La Bota de Oro fue para el alemán por su mejor promedio por minutos jugados. Y el MVP del Mundial se lo llevó el uruguayo, líder de una selección que soñó de nuevo a lo grande tras cuarenta años de sinsabores.
Francia, un polvorín
Fue el gran lío del Mundial. Una selección llamada a luchar por la Copa, eliminada en la primera fase, sin ganar un solo partido y convertido su vestuario en un polvorín. Los «bleus» llegaban como subcampeones, pero todo les salió torcido. Debutaron con un empate ante Uruguay y continuaron su trayecto con una dolorosa derrota ante México.
Después, llegó la hecatombe. Se destapó una pelea entre Anelka y el seleccionador Domenech , por la que el delantero acabó expulsado de la concentración. Un día después, Evra, el capitán, se peleó también con el preparador físico. Los jugadores emitieron una nota en la que mostraban su apoyo a Anelka y decidieron no entrenarse ese día. Francia acabó su participación perdiendo ante la anfitriona (1-2). La crisis obligó a intervenir al mismísimo Sarkozy.
Italia y la maldición de los campeones
No le fue mucho mejor a Italia, la vigente campeona. La «azzurra» pagó la maldición de los campeones y se marchó para casa a las primeras de cambio. Italia era, a priori, el gran escollo con el que debía cruzarse España en los cuartos de final, pero su plaza la tomó Paraguay. Acostumbrada a jugarse clasificaciones agónicas a la ruleta rusa, esta vez le salió cruz. Tenía el grupo más fácil, pero dos insulsos empates ante Paraguay y Nueva Zelanda les obligaron a jugárselo todo en el último partido de la fase de grupos ante la debutante Eslovaquia. Los nervios les atenazaron y acabaron perdiendo ese partido (3-2).
Jóvenes talentos
Aparte de muchas otras cosas, los Mundiales sirven para agitar los mercados de fichajes y dar a conocer a jóvenes talentos y jugadores desconocidos de alguna selección sin caché. En Sudáfrica no fue una excepción. El Mundial sirvió para que el Real Madrid pusiera sus ojos en dos jóvenes de Alemania: Mesut Ozil y Sami Khedira , a los que «pescó» en cuanto terminó el torneo. Otro alemán, Thomas Müller, fue el gran descubrimiento del campeonato, aunque en su caso estaba bien atado por el Bayern. También brilló con fuerza el brasileño Ramires , que se ganó un contrato con el Chelsea. El mexicano Gio Dos Santos, el holandés Elía y el ruso Kolarov también causaron sensación. Lo mismo que el ghanés Andrew Ayew o el marfileño Gervinho.
Capello no cambió la historia de Inglaterra
Sudáfrica tampoco fue el Mundial de Inglaterra, convertida ya en eterna aspirante a revivir aquel éxito pasajero de 1966. Esta vez acudieron a la cita con Fabio Capello de entrenador, pero la disciplina del italiano no fue suficiente. Poco fútbol y muchos líos. El debut ante Estados Unidos ya mostró por dónde iban los tiros. Un grosero error de su portero, Robert Green , les dejó sin victoria. Tampoco ganaron a Argelia y solo firmaron su clasificación a octavos tras una victoria mínima ante Eslovenia. En octavos fueron «atracados» por el árbitro ante Alemania. Se anuló un gol injusto a Lampard (el balón botó claramente dentro de la portería) y luego acabaron goleados. Todo un despropósito.