Fútbol

El dramático testimonio de Pochettino sobre la muerte de Jarque

El hoy técnico del Tottenahm dirigía al Español en aquel fatídico día de agosto de 2009 en el que murió el capitán perico

Nueve años después, sigue muy presente. Dani Jarque siempre estará en el corazón del fútbol español y, sobre todo, en el los aficionados y compañeros del Español, que nada pudieron hacer por él aquella fatídica tarde en Florencia del 8 de agosto de 2009.

En su biografía «Un mundo nuevo», escrita con la colaboración del periositas Guillem Balagué, Mauricio Pochettino detalla cómo vivió aquel momento tan dramático. Su relato es desgarrador.

Relato de la muerte de Jarque

«Después de comer les dije a los jugadores que podían ir a dormir un rato la siesta y después dar una vuelta por Florencia . Dani pasó por mi lado y se dirigió al médico, que estaba frente a mí: ‘Doctor, ¿me das una aspirina o un paracetamol, que me duele un poco la cabeza?’.

Yo salté: ‘Date una vuelta por Florencia , te tomas un café y ya verás como se te pasa’. Pero me dijo que no, que se quedaba a descansar porque estaba cansado. Esas fueron las últimas palabras que escuché de él.

Estando en una plaza en Florencia , con Feliciano di Blasi, mi asistente, me llamó Iván de la Peña, nuestro mejor jugador. Estaba llorando y me pidió que volviera al hotel, que algo le estaba pasando a Jarque. Cuando llegamos los médicos estaban en la habitación tratando de reanimarlo. Durante tres horas. Nunca respondió. Paro cardiaco. Veinteséis años .

Fue durísimo, un drama, un drama colectivo, los médicos haciendo su trabajo y los jugadores alrededor, tirados, llorando, todos agarrándose la cabeza, desencajados… La impotencia que sientes al ver que se te está yendo un chico al que quieres, una persona que es parte de tu vida, al que acababa de dar la capitanía , que me recordaba tanto a mí… y no poder hacer nada. Se fue. La frustración es tremenda.

El silencio en el avión de vuelta de Florencia ese mismo día dolía muy dentro. Era ensordecedor. Había que seguir, proteger al grupo, unirlo. Debíamos dirigir la energía hacia la recuperación, hacia la confianza. Que la pena fuera un motor. Todas las miradas, las palabras, los gestos cobraban un nuevo significado».

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