Premier League

La computadora que acertó el resultado del Manchester United-Leicester

Un científico de la Universidad de Salford revoluciona la Premier con su invento para pronosticar marcadores

Hinchas del Leicester, en Old Trafford EFE

LUIS VENTOSO

Como Inglaterra es el país de los excéntricos, un científico de la Universidad de Salford ha armado una computadora que en teoría clava los resultados de los partidos de fútbol por acumulación de datos y cálculo de probabilidades. La máquina predijo un 1-1 para el Manchester United-Leicester de este mediodía y lo cierto es que lo planchó. El equipo de Ranieri, el modesto que se ha ganado ya el corazón de toda Inglaterra, no ha podido todavía cantar el alirón (necesitaba una victoria), pero roza su histórico e inaudito título de la Premier. Le quedan dos cartuchos, el próximo sábado frente al Everton, al que recibe en su King Power Stadium , o el domingo 15 de mayo en Stamford Bridge, frente al Chelsea. Necesita solo dos puntos y le basta sumar sendos empates o ganar un partido. Su rival, el Tottenham Hotspur, está a ocho puntos ahora mismo. Visita mañana al Chelsea y necesita ganar sus tres partidos.

Para ubicar la dimensión del milagro del Leicester, baste con recordar que su rival de hoy, el United, ha ganado la Liga inglesa 20 veces, mientras que The Fox, los zorros que ahora dirige Ranieri, lo más que han hecho en sus 123 años de historia es quedar de segundos en la remota Liga de 1928-29 y hace solo ocho años jugaban en Tercera.

En un partido entretenido y con ocasiones de ambos, se adelantó el Manchester a los ocho minutos, con gol de Martial y tristeza masticable en todos los pubs de Inglaterra donde se seguía el partido, porque todo el país quiere que la fábula tenga final feliz. Pero los Zorros azules empataron pronto, en el 17, con gol de Wes Morgan. La peleona banda de Claudio Ranieri, un trotamundos de 64 años que ha entrenado en cinco países, entre ellos España, volvió a mostrar por qué les ha ido también: son un equipo, ni más ni menos, tienen algo que va más allá de la suma de sus individualidades y no dan jamás nada por perdido.

El Leicester es el tercer equipo de la Premier con menos posesión de balón, se fuma la máxima de Cruyff y el guardiolismo que sostiene que «si tienes el balón no pueden hacerte daño». Suele ceder la iniciativa, y así lo hizo ayer en Old Trattford, pero defiende ordenadamente, la media es su mejor línea y golpean muy rápido al contraataque. Esta tarde no han podido contar con su estrella, el sancionado ariete Jamie Vardy, pero el argelino Ryad Mahrez, vivo y con mucho peligro, se encargó de hacerlo olvidar. Mahrez, que ha marcado 17 goles en 34 partidos, fue fichado por medio millón de dólares en la Segunda División francesa. Vardy trabajaba hace solo siete años en una fábrica de fibra de carbono y el fútbol era su pasión amateur.

El Leicester se quedó con uno menos por expulsión a ocho minutos del final, pero tampoco sufrió. Sus jugadores, un poco cariacontecidos por no poder descorchar el espumoso ya, fueron despedidos con ovación cerrada por la parroquia de Old Trattford, que sentimentalmente seguro que en el fondo también iba con ellos. Antes del encuentro, Ranieri había dicho que espera que «nuestra película acabe como las de Hollywood , con un the end con final feliz». Todo el mundo lo da por hecho. Será el hito de treinta años de banquillo para el zorruno y encantador estratega romano, cuyo empleo antes de recalar en Leicester había acabado como el rosario de la aurora: era el seleccionador griego y lo echaron por empatar con Islas Feroe.

Leicester, fundada por los romanos hace dos mil años, a 160 kilómetros al Norte de Londres y con 330.000 vecinos, lo tenía todo a punto para festejar ya hoy el título. Las tiendas están engalanadas de blanco y azul. Las estatuas de las glorias locales, como el Rey Ricardo III y Thomas Cook lucen la bufanda del club y en los pubs se despachaban salchichas con una intimidatoria salsa azul recubriéndolas. Ranieri, supersticioso como buen latino, se declaró asombrado por celebrar ya la gesta por anticipado y recordó que da mala suerte.

Hinchas de todos lados

Las andanzas del Leicester se siguen hasta en Tailandia, donde nutridos grupos de aficionados ataviados con la elástica del equipo inglés se reúne a ver los partidos con una pasión de hooligans. La razón es que el Leicester fue comprado en 2000 por un magnate tailandés de apellido imposible (es tan largo que si lo escribes mal solo él se va a dar cuenta): Vichai Srivaddhanaprahbha. El empresario ha puesto al estadio del club, con 44.000 asientos, el nombre de su empresa, King Power . Si el equipo consigue el título, empezará a ser incluso una aventura rentable, porque recibirá cien millones de libras de las televisiones (126 millones de euros), frente a los 72 del año pasado, cuando quedó de 14 y luchó por la permanencia.

Cada vez que el equipo mantiene su portería a cero, Ranieri invita a una ronda de pizzas a toda la plantilla en el restaurante Peter Pizza de Leicester. Esta vez no pasarán por allí; el gol de Martial les ha dejado sin margarita , siciliana y romana, pero pronto habrá un premio más grande que unas simples pizzas: la gloria para un puñado de modestos que en agosto tenían las apuestas por el título 5.000 a 1.

La estrategia de Ranieri en el banquillo es fácil de resumir, basta con reproducir la frase que les dice antes de cada envite: «Ahora, salid y jugad con toda el alma». Por ahora, lo hacen. Esta tarde han empatado con un Manchester United que triplica su presupuesto. Ahí radica el encanto del cuento: el dinero (esta vez) no lo es todo.

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